martes, 20 de noviembre de 2018

Ese listón que no para de bajar.

Aquellos que visitan habitualmente este blog (circunstancia para la que me faltan palabras de agradecimiento) posiblemente sepan ya de sobra que una de mis actividades predilectas a lo largo de mi infancia y adolescencia no era otra que "tirarme" horas y horas delante de una televisión para ver cualquier campeonato que se pusiera por delante de casi todas las especialidades deportivas habidas y por haber.
El atletismo siempre estaba entre las acontecimientos que más interés me despertaban y no era nada raro para mí poner el despertador a primera hora de la mañana de cualquier día de verano para no perderme ni la primera prueba de la sesión matutina de un campeonato de Europa, mundial o no digamos ya Juegos Olímpicos.
Con un vaso de proporciones gigantescas lleno de cola cao, galletas chiquilín  y un poco de leche que a duras penas sobrevivía entre el maremagnum de grumos achocolatados y trozos de esas deliciosas representantes del mundo "galleteril", me sumergía en las interminables series de la primera ronda de los 100 metros, las primeras pruebas de las combinadas o diferentes calificaciones de los  denominados  inexplicablemente concursos.

Una de las especialidades que más me gustaban por aquellas época era el salto de altura. En chicos, veía los tremendos impulsos de alemanes como Carlo Thrainhardt o Dietmar Mogenburck, al inolvidable sueco de la melena Patrick Sjoeberg o al todavía recordman mundial Javier Sotomayor que un día de Julio de 1993 logró superar en Salamanca el listón situado en 2,45, altura que más de veinticinco años después nadie ha superado.

En mujeres (y con esa dichosa propensión a enamorarme platónicamente de algunas de las deportistas que protagonizaban sueños deportivos) gocé con Sara Simeoni y con Ulrike Meifarth y un poco más tarde presencié en pleno éxtasis de palomitas de maíz y aquella bebida azucarada llamada "tang" del récord del mundo establecido por la  búlgara Stefka Kostadinova que con esas piernas interminables que poseía logró saltar 2,09 en 1987 estableciendo un top mundial que tampoco ninguna mujer ha podido rebasar hasta el día de hoy.
Incluso en aquellos años 80 y primeros de los noventa el español Arturo Ortiz colocó el récord de España en unos 2,34 muy notables a los que ahora ni se acercan los más cualificados saltadores de altura patrios.

Ha habido en los últimos años buenos representantes de esta modalidad. En mujeres, nuestra campeona olímpica Ruth Beitia y, sobre todo, Blanca Vlasic y ahora Latsiskene que coquetea en los últimos tiempos con ese legendario récord de Kostadinova. En hombres, también hay gente que llega de vez en cuando a los 2,40 pero en general el listón ha bajado considerablemente desde aquellos tiempos dorados para la altura.
Ese listón que permanece inalcanzable en sus mejores marcas desde hace tanto tiempo para varias generaciones de atletas sigue siendo la meta que persiguen los más cualificados y cualificadas deportistas que practican esta especialidad tan bonita y que revolucionó en su día Foxbury cambiando por completo el estilo del salto.


Ese listón, por otra parte, que al igual que ocurre en Salto de altura parece cada vez más bajo en cuanto a las exigencias deportivas de un histórico de nuestro fútbol que navega sin pena ni gloria una temporada más por las catacumbas de la 2ªB, el Pontevedra CF.

El Domingo pasado el equipo perdía por dos tantos a uno en el campo del San Sebastián de los Reyes y desechaba otra oportunidad de reafirmarse en la competición tras los tropiezos en Guijuelo y en casa ante el Fabril.

Como ya viene ocurriendo hace demasiado tiempo, junto a esa sensación de disgusto y decepción que siempre acarrea una derrota del Pontevedra, se une otro sentimiento quizá incluso todavía más corrosivo que el de la pérdida misma del partido, el de la justificación constante de los resultados negativos por un entorno que en opinión de este atribulado bloguero no hace sino contribuir a la irritante pérdida de prestigio de un equipo, insisto, histórico del fútbol español y que nunca debería navegar a la deriva en una segunda división B formada por ochenta equipos.

No entiendo como tras caer en Matapiñoneras se puede afirmar (como se ha hecho) que en esta población de la capital de España pudo verse a un "gran" Pontevedra o que en tramos del choque se jugó de manera "espectacular".

El propio entrenador del Pontevedra CF (cabal, comedido y realista en la mayor parte de las ocasiones en las que comparece) reconoció en la rueda de prensa posterior al encuentro que el primer gol encajado se debió a un error "muy grave" en el posicionamiento defensivo del equipo y que tampoco se estuvo muy feliz en la jugada del segundo.

Que luego se haya "tocado" bastante bien en algunas fases del encuentro (ya con el marcador en contra)? Nadie lo niega; que se dispuso de alguna ocasión de gol al margen del logrado? Pues también.
¿Es suficiente lo expuesto el Domingo por la mañana para calificar al equipo de "grande" o "espectacular"? Todos tendrán su opinión, pero la mía desde luego es que no y que lo único que se consigue así ( no sé si de forma intencionada o involuntaria) es normalizar de manera irritante la derrota y no situar las exigencias de esta institución al nivel que requiere su grandeza y su lugar en nuestro balompié.

La jugada del primer tanto madrileño sencillamente no se debería permitir a un equipo que hasta hace un par de jornadas estaba consiguiendo un notable hermetismo defensivo. La línea de fondo la adquiere el rival con una facilidad pasmosa y tras su centro los centrales pontevedreses estaban uno en Cáceres y otro en Valencia dejando campar a sus anchas nada menos que a Cristian Perales.
Esta jugada no obedece a la misma causa que ocasionó el primer tanto en Guijuelo. Allí un error individual costó ese gol que desequilibró la balanza pero una cosa es esa y otra muy diferente es naufragar en defensa no solo en ese primer tanto franjirrojo sino también en el segundo.

Las victorias seguidas que se consiguieron hace semanas vinieron provocadas por no conceder nada (o casi nada porque el día del Salamanca al principio ellos tuvieron una clarísima) y aprovechar después alguna en ataque para ganar el partido. Así se hizo en Fuenlabrada (sufriendo algo más al principio), en Burgos o en casa frente a la Ponferradina para arrancar el empate sin goles.

El Domingo el guión no fue ese sino que se volvieron a dar facilidades y de verdad que no entiendo los halagos posteriores que ponen el listón granate a la altura de las rodillas del club y que lo hacen un poquito más pequeño.

Como no he leído ni he escuchado las preguntas que yo habría hecho tras el partido me daré el gusto de formular alguna de ellas.
¿Por qué el S.Sebastián de los Reyes tiene dos delanteros a los que al parecer se le caen los goles de las botas y nosotros no?

¿Es este Sanse otro equipo mastodóntico en la categoría al que no podemos aspirar a superar ni en lo deportivo ni en los económico como a la Cultural, Ponferradina, Funlabrada, Castilla etc ect?

¿El liderato que ahora ocupa nuestro rival del Domingo no nos hace comprender que haciendo un poquito bien las cosas a la hora de configurar una plantilla "sin tirar la casa por la ventana" el estar verdaderamente arriba no es ninguna quimera? 

En fin, no sé si en un futuro cercano el equipo conseguirá retomar su seguridad defensiva como bloque que visto lo visto parece la única oportunidad de intentar acercarse los más posibles a los puestos cabeceros.
No sé tampoco lo que se dirá si no somos capaces de ganar en casa el Domingo al Coruxo (no descarto que se "venda" que el rival cuenta con mejores posibilidades a la hora de competir en la categoría).
Lo que sí sé es que o sellamos otra vez nuestra portería o los equipos de arriba se acabarán por alejarse sin remedio alguno y los de abajo se acercarán sin prisa pero sin pausa.

Para más Inri, mañana vuelve la dichosa Copa Federación que como se ha visto ha multiplicado el prestigio y las apariciones mediáticas del club al ganarla la temporada pasada.

Como ya sucediera el año pasado, el club cobrará cinco euros a sus abonados no especiales si quieren presenciar el acontecimiento.

Genial, todo genial o, si se quiere, espectacular. 



          
         
    

1 comentario:

  1. La verdad es que no soy aficionada al fútbol, me pasa por lo general que aunque intento estar atenta no lo consigo y antes de cinco minutos ya estoy pensando en mis cosas.
    Afortunadamente no me pasó nada de eso en mi tiempos de voluntaria de la Cruz Roja cuando me tocó asistir a los partidos en casa y para mi asombro, frente a lo que me había pasado ante el televisor, me gustó ver partidos de fútbol y disfruté.
    Más adelante dejé de ser voluntaria y la experiencia ya no se repitió. Solo he vuelto a ver un partido más de fútbol esta vez en la televisión y fue la final de España en el mundial que ganó.
    No sucedía así con mi abuelo, mi padre y mi hermano. Solo queda mi hermano y como ellos es un gran aficionado al fútbol y especialmente del Pontevedra.
    Es interesante que exista este blog porque reconozco que no sé nada de futbol.
    María de los Ángeles Vázquez Martínez

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