martes, 5 de marzo de 2019

Ni sin "9" ni con "9"; ni con Bacterio ni sin Bacterio

Vaya por delante que en opinión del que esto escribe el Pontevedra CF no perdió en Ponferrada por el experimento llevado a cabo el Domingo consistente en salir a jugar sin delantero centro alguno (o con uno reciclado a mediocampista de contención desde hace mucho tiempo).

Es cierto, sin embargo, que se hace imposible no mencionar esta circunstancia a la hora de analizar lo ocurrido en El Toralín.
Y se hace imprescindible hacerlo porque el equipo nunca había salido anteriormente con esta idea y llama mucho la atención que a falta de 12 jornadas para el final, esto es en la 26 de Liga, se pruebe algo que hasta este momento nunca se había intentado.
A este respecto es cierto que los dos delanteros del equipo ( a Berrocal ya mejor lo sacamos de la lista) no marcan desde que terminó la primera vuelta hace ya ocho partidos pero también es cierto que en Barreiro, escenario en el que el equipo ganó y en buena medida convenció se jugó como siempre con "9" y con ese trío (Borja, Kevin y Romay)que parecía intocable por su rendimiento y que ha vuelto a ser retocado por lo menos en sus posiciones.

Es importante volver a recalcar que para este atribulado bloguero tal experimento inesperado no fue decisivo a la hora de volver de vacío de tierras bercianas. 
Incluso no se puede negar que en la primera parte el Pontevedra "sentó sus reales" sobre el césped ponferradino y con las dosis indispensables de agresividad y concentración logró jugar durante muchos minutos en campo contrario y tocar con cierto sentido en el medio campo aunque nunca encontró la profundidad necesaria para hacer verdadero daño a través de incursiones de la segunda línea que se supone que es lo que se buscaba a la hora de colocar a Romay como hombre más adelantado pero con clara vocación de combinar con el mediocampo y facilitar las llegadas de sus compañeros que casi nunca se produjeron.

A pesar de carecer de esa profundidad en casi todo momento (las dos ocasiones generadas en la primera parte llegaron de jugadas a balón parado o segundas jugadas derivadas de ellas) y como quiera que el equipo mantuvo en todo momento las "orejas tiesas" y no hizo apenas concesiones, el partido transcurrió durante toda esa primera parte bajó un guión controlado casi en todo momento por el Pontevedra y con una Ponferradina incapaz de encontrar a Yuri y de crear verdadero peligro en área contraria.
Aún así, el equipo local sí logró encontrar en dos ocasiones la espalda de Nacho Lorenzo y sobre todo en una de esas dos ocasiones estuvo a punto de perforar el arco de Edu quien dicho sea de paso en otra jugada aérea volvió a dejar un balón suelto en un mal despeje que bien pudo costar un disgusto.
Con todo, esa primera parte había cumplido el objetivo de impedir al rival ponerse por delante y posibilitar que en los segundos 45 minutos notara poco a poco el nerviosismo por sus últimos resultados y cayera en precipitaciones que se pudieran aprovechar.

No fue así.
Y no lo fue porque ya desde el primer minuto de la segunda parte (y ahí estuvo para mi la clave) se vio a una Ponferradina más metida, más intensa y con más vocación de ataque que en el primer tiempo y lo que es peor a un Pontevedra más errático, más contemplativo y menos concentrado que antes de pasar por los vestuarios.
Ya antes del gol local marcado sobre el minuto 57 se estaba viendo venir el peligro sobre el área granate porque el equipo era incapaz de recuperar la pelota, pausar como se hizo en el primer tiempo y obligar al rival a tener que correr para recuperar la posesión.

No nos engañemos. 
No es que la Ponferradina haya demostrado nada del otro mundo tras la reanudación sino que ese empuje, ese mayor ahínco en buscar el partido no encontró en el Pontevedra la misma intensidad y saber estar que en la primera parte.
Muestra de ese cierto despiste granate es la jugada del gol en la que pese a la velocidad y calidad de Isi Palazón que no se discute, sorprendió la facilidad con la que se desembarazó de hasta tres jugadores pontevedreses en banda izquierda hasta quedarse delante de Edu Sousa.

Y a partir de ahí, por desgracia, se vivió el guión al que estamos asistiendo desde tiempo casi inmemorial cuando el Pontevedra recibe el primer gol fuera de casa.
Impotencia, incapacidad para resistirse ante la derrota cambiando el sino del choque, paso incomensurable de los minutos sin apenas crear ocasiones y todo lo que ya sabemos cada vez que estamos a domicilio por detrás en el marcador.

Llamó la atención, eso sí, que el primer cambio tras el gol de Isi tampoco fuera aquel en el que se diera entrada a un delantero centro por un mediocampista que ya nos sobraba desde el mismo instante en que se produjo el 1-0.  
No, el primer relevo tuvo como protagonista a Alex González que entró al césped en sustitución de Alvaro Bustos.
El cambio está bien. Mucho más indicado, quizá, para casos como el de hace nueve días frente al Fuenlabrada con el marcador a favor y que Alex colaboró en gran medida a apuntalar.
Aún así la importancia del extremo cántabro es indudable y su entrada siempre constituye una buena noticia aunque por lo menos este atribulado bloguero no entendió porque no se vio acompañado simultáneamente por el cambio del delantero centro, circunstancia que no se produjo hasta pasado el minuto 70 de juego.

Sin embargo, ni la entrada de Arruabarrena por Berrocal ni la de Pazos por Romay cuando ya el partido agonizaba supusieron un cambio significativo en el discurrir de un partido que se nos iba sin remisión.
Si recordamos otra vez siquiera unos instantes el partido frente al Fuenlabrada de hace unos días, seguro que nos viene a la memoria los minutos siguientes al gol de Pedro Vázquez en los que el equipo madrileño nos acogotó y agobió e incluso disfrutó de dos o tres ocasiones de gol hasta que la contra mortal de Alex sentenció el choque.

Esa reacción ni se produjo en Ponferrada ni casi nunca se produce cada vez que fuera de casa nos vemos por detrás en el marcador. Tan solo una oportunidad de Pedro Vázquez, en el único tiro a puerta de todo el partido,  poco después de encajar y nada más.

Como ya se ha repetido varias veces, este Pontevedra CF se convierte en temible y en sinónimo de éxito cuando es capaz de abrir el marcador. Ha ganado todos los partidos en los que se ha puesto 1-0 o 0-1. Por contra, nuestra rémora aparece cuando somos los primeros que encajamos. A domicilio solo una vez (Septiembre, en Navalcarnero) logramos equilibrar una balanza que temporalmente se había inclinado a favor del rival.

Sí, es cierto. Lo más habitual en el fútbol es que si marcas primero tienes muchas papeletas para vencer y si encajas primero para perder. Una cosa eso y otra es que esa sensación de derrota irremediable que al menos este bloguero siente cada vez que nos vemos por detrás lejos de Pasarón.

Se perdió una oportunidad muy buena (difícil, eso sí, pero muy buena al fin y al cabo) de pegar otro golpe encima de la mesa como se hiciera frente al Fuenlabrada y aumentar exponencialmente nuestras opciones de jugar play off.

Además, el próximo encuentro frente al Burgos se afrontará con dos bajas por sanción por las quintas amarillas de Pedro Vázquez y Borja Domínguez.

Ahora bien, una cosa es reconocer que la segunda parte del equipo resultó decepcionante y muy lejana a la imagen ofrecida contra el Fuenlabrada en casa y otra es caer en el total desaliento o derrotismo de pensar de que ya está todo perdido.

Ganar al Burgos (partido "trampa" que va a resultar a priori complicadísimo si no estamos a lo que hay que estar durante los 90 minutos) significaría volver a estar ahí, a un paso de esa fase que tanto ansiamos volver a jugar y a ese objetivo debe dirigir sus esfuerzos el equipo a lo largo de toda la semana.

Quedan 11 partidos, 33 puntos y solo estamos a 3 del tercero, ergo todo es posible si se hacen las cosas bien.
Por de pronto, los experimentos "bacterianos" a pesar de no haber resultado decisivos en Ponferrada deberían tender a la desaparición pues la gaseosa está para beberla sola o con vino pero no para inundar a un equipo que es posible no digiera bien tal bebida cuando ya llevamos más de seis meses de competición ingiriendo agua y cuando en el último desplazamiento se "sacó" un once preñado de sentido común y se venció en un campo complicado en el que llevábamos demasiados años fracasando.

Al margen de la ausencia del "profesor" en lo que queda de Liga, también resultaría conveniente que no se nos olvidara que nadie regala nada y que que no podemos permitirnos saltar al campo en Ponferrada tras el descanso como si se hubiera echado el freno de mano pues a este nivel cualquier detalle es importante y los rivales si ven un "dedito" suelto es probable que precipiten sus fauces arrancándonos el brazo entero y después con una articulación menos lo tendremos bastante más complicado para meter nuestros dientes.

Insisto, veo posible todavía estar entre los cuatro y más con los fallos fuera del Castilla, la posibilidad de que el Sanse flojee en el tramo final y la irregularidad manifiesta de los dos conjuntos leoneses.

Ahora bien, somos nosotros mismos los que debemos llenarnos de argumentos tanto en casa en donde somos fiables y tenemos que seguir siéndolo y sobre todo fuera de casa que es la espita por la que nos estamos desangrando.

La temporada pasada, con un escenario mucho más dramático delante de nuestros ojos, el equipo supo reaccionar y ganar tres de las últimas cuatro salidas de la Liga.   

Se hace imperativo ese cambio de rumbo también este año pero para conseguir un botín mucho más agradecido y mucho más dulce.

Por ahora, todo está todavía en nuestra manos, debemos demostrarlo con hechos.







           

No hay comentarios:

Publicar un comentario