martes, 2 de febrero de 2021

Un kraken molesto, una ardilla levantina y una nueva oportunidad

 Hace muchos años seguía con muchísimo interés el baloncesto español de clubes. 

Era una época en la que los resultados deportivos eran los únicos que determinaban si te clasificabas o no para una competición europea y en la que incluso se veían los partidos cumbre de la temporada de forma gratuita por canales convencionales de televisión.

Creo que ya he escrito en alguna ocasión que uno de mis mayores ídolos de adolescencia (quizá junto a Paulo Futre y Pedro Delgado) era Jordi Villacampa.

Me pasé gran parte de la década de los ochenta y la primera mitad de los noventa viendo como el Joventut de Badalona, la Penya, primero plantaba cara y luego ganaba a Madrid y Barcelona en partidos de baloncesto realmente inolvidables.

La primera generación que recuerdo es aquella en la que jugaba un Jordi todavía muy joven junto a otros compañeros igualmente neófitos como Rafa Jofresa o José Antonio Montero o incluso Andrés Jiménez antes de marcharse al FC Barcelona. 

Junto a los jóvenes, se alineaban jugadores más veteranos entre los que destacaba el inolvidable Jose María Margall, ganador de la medalla de plata en los juegos Olímpicos de Los Angeles 84.

Recuerdo americanos "ochenteros" que pasaron por Badalona como Reginald Jhonson, el malogrado Mike Schultz o incluso Dave Rusell que se vistió poco tiempo de verdinegro.    

Años más tarde la cosa se puso más seria. Llegaron los años 90 y con ellos las dos Ligas seguidas (las únicas que he visto ganar al Joventut) con Lolo Sáinz en el banquillo, Villacampa ya como líder del grupo y otros maravillosos jugadores como Harold Pressley, Corny Thompson, Mike Smith, los hermanos Jofresa, Ferrán Martínez...

No solo se limitó ese extraordinario equipo a ganar dos ACB seguidas sino que en el año 1992 no tuvieron otra "ocurrencia" que plantarse en la final de la Copa de Europa (creo que ya se llamaba por aquel entonces Euroliga) frente a un Partizán de Belgrado entrenado por un tal Zeljco Obradovic y capitaneado por dos imberbes jugadores llamados Alexander Djordevic y Pedrag Danilovic.

Fue un partido intenso, duro y dramático que el Joventut tuvo perdido a falta de muy poco para el final y luego ganado con tan solo unos segundos por jugar.

La Penya ganaba por dos puntos y quedaban tan solo unos segundos con el balón en poder de los yugoslavos. 

Ese balón, inmisericorde a veces, lo hizo suyo Djordjevic que aquella temporada todavía lucía una buena mata de pelo negro. Avanzó con esa prisa que solo da una cuenta atrás en un partido de basket y medio cayéndose lanzó la pelota desde más atrás de la línea de tres puntos convirtiendo un triple que llevaba al éxtasis a su equipo y hundía en la miseria al Joventut de Badalona.

Recuerdo haber visto aquel partido con la intensidad con la que con apenas 21 años vivía el deporte televisado. Grité, reí, maldecí, lo vi perdido, lo vi ganado y finalmente cuando aquel maldito balón entró coincidiendo con el sonido de la sirena, enmudecí y me quedé anclado al sofá durante bastantes minutos como si unas cadenas hubieran aparecido por detrás y me hubieran aprisionado brazos y piernas.

 Aquel grupo de jugadores pudo resarcirse tan solo 2 años después, con el propio Obradovic al mando de las operaciones, ganando la Euroliga del 94 a Olimpiakos y logrando el mayor éxito deportivo de la historia de la Penya.

Sin embargo, a pesar de que aquel día celebré por todo lo alto el triunfo, recuerdo mucho más la sensación de la derrota de la final perdida; de aquel caramelo que te habían quitado de las manos cuando ya le habías arrancado el envoltorio y creías que era tuyo sin ninguna duda.

Con el Pontevedra CF, nuestro Pontevedra CF, situaciones de incredulidad final, de derrotas inesperadas e incluso a veces increíbles, por desgracia son habituales.

Podría destacar varios momentos en los que al igual que me ocurrió aquel día con la Penya, un pegamento invisible no me dejaba levantarme de una butaca en la que acababa de presenciar alguna derrota dura.

Destacaría la vivida una calurosa tarde de 2006 frente al Sevilla B en el partido de vuelta de la primera eliminatoria de ascenso a 2ª. 

Creo que aquellas eliminación no la olvidaré nunca por las circunstancias que la rodearon. Se dieron todas las circunstancias a la vez que tenía que darse para que el rival nos remontara el 0-2 de la ida.

Sigo pensando que aquel día (aunque hubo sobre todo la temporada siguiente oportunidad para remediarlo)  marcó el futuro a medio plazo del club y de un ascenso casi seguro (a pesar de que esperaba el Salamanca en el cruce definitivo, teníamos un equipo  realmente excelente) se pasó en poco tiempo a una de las crisis más grandes (sino la mayor) de nuestra historia.


El pasado Sábado no nos estábamos jugando ni un ascenso, ni una Copa de Europa ni ninguna clase de título pero sí estaban en liza tres puntos en juego vitales y que necesitábamos realmente como el comer.

Tras una primera parte en la que perdonamos lo imperdonable y en la que a pesar de ellos nos fuimos por delante en el marcador, llegó una segunda en la que sufrimos, sobre todo, en los primeros 10 minutos de la misma.

Salimos mal y el Celta gozó de sus 2 mejores ocasiones en ese tramo de encuentro en que fue Josipovic quien nos indultó.

Luego, a pesar de que no salimos a la contra como en la primera y nos refugiamos en exceso en defensa, controlamos el resto de la segunda mitad, defendimos bien incluso el balón parado y cuando ya el rival "moría" volcándose al ataque tuvimos dos opciones (no tan claras como las de la primera parte) para rematar el partido.

Llegó el minuto 90 y con él esa jugada en la que nosotros mismos liamos la madeja, mandamos el balón atrás cogiendo a uno de nuestros centrales desequilibrado y regalamos ese gol del empate que provocó que unos tentáculos invisibles de un pulpo gigante (creo incluso que era un kraken) me atenazara contra el sofá y echara por tierra todo el sufrimiento y esa victoria que se escapó casi en el último instante.

Es duro ver como un equipo que cuando merece perder pierde y lo hace de verdad (léase Coruxo  o en casa frente al Racing); que cuando se hace acreedor a un empate vuelve a perder (Unionistas, hace poco más de una semana) y que cuando a juicio de este atribulado bloguero merece vencer no lo hace y empata por una imprecisión propia que no nos saca de una situación clasificatoria realmente alarmante.

Podría hablarse de porqué en la segunda parte el equipo no siguió amenazando más en ataque a un rival no muy ducho en cuestiones defensivas, de porqué con solo tres bajas (Xisco, Bueso y Cruz pues Romay ya ha encontrado sustituto en Sabater) la posibilidad de relevo es prácticamente nula (a diferencia de lo que opina la "zona noble" de la entidad que no solo cree que hay buen "11" inicial, con lo que estoy de acuerdo, sino que piensa que hay buena plantilla, algo mucho más discutible); de porqué en un partido " a cara de perro" y en el que hacía falta experiencia y oficio a raudales se saca a Charles del campo, a pesar de la tarjeta amarilla que tenía...

Todos esos debates tienen que hacerse pero aún con esos temas encima de la mesa, creo que el equipo fue mejor que el Celta B y la sensación con la que me quedé tras el choque (mientras intentaba, sin conseguirlo, desasirme de los tentáculos que cada vez apretaban más fuerte) es que se habían perdido 2 puntos de la manera más absurda y dolorosa posible.

No sé cómo pero al final el dichoso kraken "replego velas" y por fin puede levantarme del dichoso sofá. 

Llegó el Domingo y nos enteramos de la victoria del Compos y de los empates en Zamora y Riazor. Aunque con bastante esfuerzo y pocas ganas me animé a revisar la clasificación tanto de nuestro subgrupo como la del 1ºB.

Tras analizarla, debo hacer una confesión.

Si alguien me dice en Octubre que el Pontevedra CF después de "tirarse" 6 jornadas sin ganar iba a estar con posibilidades todavía de  salvar la temporada, posiblemente le hubiera mandado a paseo.

Pero lo cierto es que es así.

La situación es muy complicada, ojo, y somos séptimos a día de hoy, es decir, en posición de solo luchar por no bajar a la 5ª división.

Sin embargo, tan solo Unionistas en nuestro subgrupo y Burgos en el otro nos han dicho "adiós muy buenas" y el resto del pelotón se mantiene a una distancia prudencial como esperando a que reaccionemos, empecemos a ganar de una vez y nos metamos de lleno en la pelea.

A pesar de lo mal que los estamos haciendo (porque lo estamos haciendo muy mal) no solo podemos sumar los puntos suficientes en lo que queda para meternos en la fase intermedia del 4º al 6º con interesantes perspectivas para entrar en "pro" (llamémosla así para entendernos todos) sino que todavía es posible y no utópico colarse entre los 3 primeros y asegurar ya nuestra permanencia en la 3ª categoría nacional. 

El margen de error yo ya no lo llamaría escaso, quizá sea mejor decir que es inexistente pero si se endereza desde ya el rumbo todavía es posible no volver a escribir otro capítulo negro en la historia del Pontevedra.

La verdad es que desde los despachos la ayuda no está siendo precisamente cuantiosa.

Primero la tardanza en cubrir la baja de Romay con la llegada tardía de Sabater que el otro día estaba haciendo un partido notable hasta la acción del gol en contra en la que participa y que contribuyó a enturbiarlo un poco.

Ahora, con la incapacidad para encontrar acomodo a Oscar Fernández que finalmente se queda hasta final de campaña.

No debemos olvidar que la misión y la efectividad de un Director Deportivo no solo debe traducirse en la llegada de buenos fichajes al club sino también en la habilidad y trabajo a la hora de "colocar" en otros equipos a aquellos hombres que no han cuajado y que podrían liberar fichas para mejorar la plantilla.

Como ya sabemos, aquí se suele fichar a través de representantes y no por un seguimiento personal y preciso de los jugadores que interesan y además en esta ocasión tampoco se ha sido diligente a la hora de crear huecos libres en la plantilla.

A última hora ha llegado un chaval de 20 años de nombre Pitu y apodo la "ardilla de Orriols".

Llega desde el Cornella y su presencia en el equipo catalán ha sido realmente testimonial esta Liga participando solo 34 minutos en el tramo de competición que llevamos hasta ahora.

Bien es cierto que en la temporada 19/20 sí tuvo mucha más presencia en el Orihuela, equipo con el que participó en casi todos los partidos que se pudieron disputar aunque no siempre de titular y teniendo en cuenta que el equipo amarillo ocupaba la posición de colista cuando el coranavirus paró la competición.

Parece que puede actuar por las dos bandas de ataque lo que llama la atención por ser una de las posiciones más pobladas en la plantilla.

En principio, ni por perfil ni por experiencia es lo que se esperaba.

Ahora bien, a ningún jugador se le puede "tachar" ya de entrada y mandar "al cajón de trastos olvidados".

Como a cualquier futbolista que llega aquí desde este espacio se le desea la mejor de las suertes porque esa, su suerte, será la nuestra.

El Sábado llega el Zamora y ninguno de nosotros podrá estar "in situ" en el campo animando al Pontevedra. 

Los castellano - leoneses, con una situación epidemiólogica peor que la nuestra siguen metiendo 2.000 espectadores pero aquí no entrará nadie lo que deja en mal lugar al principio de igualdad en la competición.

Aún así, desde este blog se le quiere transmitir a nuestros futbolistas que el apoyo será total desde cada uno de los domicilios donde habita un granate.

Que sufriremos,animaremos y transmitiremos cada uno como podamos la fuerza y el ánimo suficiente para que lo sintáis sobre el césped.

Todavía estamos a tiempo,  aunque parezca mentira, de no perder el tren.

Ánimo y a por el Zamora. 





  


 

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