lunes, 10 de mayo de 2021

Cuando tu equipo te hace sentir vergüenza

Quedan dos jornadas para el final y ahora no es el momento de cargar las tintas sobre el equipo, opinan algunos. Ahora hay que apoyar, animar y dejar las críticas para el final, estiman esos mismos.

Muchos de los que todavía buscan el apaciguamiento son los que llevan toda la temporada poniendo paños calientes al incomensurable fracaso del Pontevedra esta temporada y algunos de ellos, para desconsuelo y verdadera tragedia de la entidad, lo hacen desde sus tribunas de prensa ejerciendo de abogados de oficio de unos clientes que no necesitan salir a la palestra a defender lo indefendible pues ya tienen gente bien colocada que lo hacen por ellos.

Lo único realmente cierto, lo que ven los pocos aficionados que siguen yendo al campo cada jornada ( por cierto, "éxito" extraordinario de la política de precios para este partido del Consejo) es que el equipo se diluye como un azucarillo cada semana y va camino de protagonizar uno de los capítulos más vergonzosos de la historia granate.

Porque, falten o no 2 partidos para el final; queden 6 puntos o no en juego, no decir que ayer el Pontevedra produjo vergüenza a muchos de sus seguidores significaría cerrar los ojos a la realidad y "compadrear" como muchos llevan "compadreando" desde el pasado mes de Octubre.

La segunda parte que jugó ayer el equipo no resulta de recibo.

Fue un segundo tiempo vergonzoso, sonrojante y propio de un equipo ya "muerto" y entregado a su suerte; esa suerte que no es otra que llevar al Pontevedra a su peor clasificación en 80 años de competición.

Un grupo de chicos jóvenes, algunos juveniles, que ya estaban descendidos, se pasearon en los segundos 45 minutos por el estadio de Pasaron ante la impotencia  e incapacidad supina de un Pontevedra plagado de jugadores expertos pero que ayer parecían prebenjamines incapaces de pasarse un balón a menos de 2 metros de distancia.

Ya llegó tarde el Pontevedra al partido protagonizando unos primeros minutos de encuentro deleznables que no podían acarrear otra circunstancia que ese gol del Sporting que ponía al filial por delante.

Por lo menos, tras el 0-1 y en el resto de la primera mitad. el equipo trató de rebelarse y consiguió meter más o menos atrás a su rival.

A pesar de ello, el espectáculo ofrecido por Luisito en la banda era, cuanto menos, desalentador. Bronca tras bronca tras bronca que lejos de dotar de cierta tranquilidad al grupo lo que parecía conseguir es dotar de más nerviosismo a los increíblemente desesperados futbolistas granates.

Del 4-3-3 a una especie de 3-4-3 entre grito y grito y alarido y alarido dada la aparente falta de entendimiento de los jugadores a lo que realmente quería el técnico.

Aún así, insisto, el equipo consiguió hacerse con el balón, penetró por bandas en ocasiones y logró el empate y casi ponerse por delante en la mejor jugada del partido en la que Borja envió una pelota al poste.

Lo lógico, lo normal, lo que en definitiva tendría que haber ocurrido, es que tras el descanso se templasen los nervios; se ordenase de una vez con calma la ubicación que se quería de los jugadores sobre el campo y se siguiese en esa línea dominadora que pudiera desembocar en el gol de la victoria.

Pues no.

Lo que vino a continuación fue el más espantoso de los ridículos del equipo esta campaña en casa ( y mira que ha habido ya varios).

El único "argumento", la única "solución"  que el equipo encontró para tratar de crear peligro al rival era nada menos que el pelotazo de Alvaro Cortés desde su área hacia la zona de tres cuartos asturiana sin que en ningún momento tal herramienta sirviera para ganar ni la más mínima ventaja para nuestros intereses.

No solo sucedió eso sino que el Pontevedra empezó a demostrar una inseguridad defensiva y una "empanada" de tal calibre que el Sporting empezó a acumular ocasiones sembrando el pánico en un estadio que presenciaba atónito el desempeño impresentable de los suyos.

En medio de tanta impotencia y de tanta desesperación, solo en una falta mal lanzada por Damian que se envenenó a la que respondió el meta con una palomita y en un cabezazo de Jorge igualmente neutralizada por el meta en buena intervención, pudo el Pontevedra salvar los muebles a pesar de su pésima actuación.

Por contra, hasta cinco ocasiones pintiparadas para marcar tuvo el Sporting. 

Tres de ellas en uno contra uno contra Alvaro Cortés que salvó los dos primeros demostrando que el sí había llegado al partido pero que nada pudo hacer ya en la tercera ocasión en la que le encararon en una pérdida gravísima que como suele pasar le pasó a uno de los pocos jugadores que esta temporada ha rendido algo, Imanol, que de manera incomprensible perdió una pelota mortal que no desaprovechó un delantero gijonés.

Ayer se vieron cosas realmente alucinantes.

Lo primero, ese nerviosismo de un equipo con cinco o seis treintañeros en su once que parecían niños imberbes viendo como el paso de los minutos los empequeñecía cada vez más hasta convertirlos en meras briznas de aire.

Lo segundo, decisiones como la de cambiar a un Zabaleta horroroso pero sano en vez de a un Alex González cuyos problemas que le hicieron ser duda antes del partido eran evidentes tras el descanso y provocaban que el equipo estuviera jugando con diez hombres y medio ( y ese medio por el pundonor que trató aún así de poner el capitán aunque claramente mermado en lo físico).

O volver a ver a un Xisco Campos con experiencia en 1ºdivisión hace dos telediarios superado por la situación y regalando ocasiones de gol a mansalva a los jugadores del Sporting.

O ver otra vez a Charles completamente desdibujado, con una falta de confianza increíble y además señalado por su entrenador al ser objeto de un cambio en el minuto 80 que por supuesto solo empeoró, si cabe, un poquito más al equipo.

O ese Aitor Nuñez otra vez incapaz de controlar un solo balón, o a Damían y Borja perdidos en medio campo sin poder coger la brújula en ningún momento.

El espectáculo ofrecido por el equipo en esa segunda parte, en definitiva, no se puede calificar de otra manera que vergonzoso y pone al Pontevedra en una situación límite que resulta absolutamente insoportable.

Por jugar de esta forma, al pelotazo sin sentido, este atribulado bloguero le dio mucha caña a Jesús Ramos. 

La segunda parte de ayer empeora incluso algunas de las actuaciones en casa de este equipo a lo largo de la temporada y no es de recibo que a estas alturas y con los jugadores que Consejo y parte de la prensa dicen que tenemos, se siga jugando de esta manera tan horrorosa, tan lamentable y lo que es peor tan poco fructífera a la hora de conseguir puntos.

En seis partidos de la segunda fase solo hemos ganado al Covadonga y además en casa dando bastante pena.

A estos 6 encuentros habría que añadir el de Guijuelo que ya era a casi todos los efectos partido de 2a fase y en el que también se hizo el ridículo.

Ya basta, de verdad.

Ya basta de tanta incompetencia, de tanta desvergüenza y de tantos y tantos errores que están generando al Pontevedra humillación tras humillación y que pueden acabar con el mayor varapalo sufrido en ocho décadas.

Creo sinceramente que esta afición no se merece esto.

Que alguien haga algo porque así nos vamos al 5º escalón del fútbol español y eso, diga quien diga lo contrario, sería lo más grave y penoso que le haya ocurrido al club desde el día de 1941 en que nació. 

   

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