lunes, 19 de febrero de 2024

Imposible más con menos.

 No soy muy aficionado al senderismo o a los paseos por el campo en busca de una relajación sanadora que suelo encontrar más en las páginas de un buen libro junto a un café con bizcocho o en alguna sesión deportiva en la tele enlazando un deporte con otro.

Me acuerdo, no obstante, de alguna excursión campestre en compañía de aquella parte de la familia sí proclive a estas actividades y de una tarde de finales de primavera de hace ya demasiados años en los que el calor empezaba a apretar con fuerza.

Caminando por una ruta preciosa, imposible de no ser disfrutada hasta para un urbanita de manual como el que estas líneas escribe, me sorprendí dando el último trago a una botella de agua que fue a parar completamente vacía a la mochila que llevaba en bandolera.

Todavía faltaba camino y aquel mes de Mayo que agonizaba traía consigo una temperatura elevada que perlaba bien de sudor el rostro de este inexperto "peregrino".

Recuerdo que llegamos a una zona poblada de árboles frutales y, algo rezagado del grupo, este atribulado bloguero empezó a mirar con cierta lujuria los diferentes productos de la naturaleza que pendían inocentes y tentadores de las diferentes ramas arbóreas.

A pesar de que estábamos en una zona boscosa y totalmente desprovista de casas que pudieran contener ojos indiscretos tras alguna ventana, me resistía a arrancar alguno de esos frutos de su morada a pesar de que la sequedad del gaznate iba en aumento con el paso de los metros.

Finalmente, una ráfaga de viento que apareció imprevista de la nada provocó que dos de esas maravillosas y jugosas frutas se desprendieran de su natural soporte y cayeran al suelo cerca de mis indecisos pasos.

Miré a un lado y a otro de manera totalmente absurda y por fin me decidí a coger del suelo las piezas caídas a mis pies e hincar a la primera de ellas un buen mordisco que refrescó de inmediato mi organismo.

Me comí las dos en poco tiempo y agradecí su refrescante sabor a la par que me decía como era posible que no me hubiera decidido antes a coger por mi mismo de alguna de aquellas ramas ese remedio para aplacar la sed.


El Pontevedra CF a lo largo y ancho del partido disputado ayer frente al Coruxo caminó con la misma lentitud y pesadez con la que aquel día completé aquella excursión campestre-familiar y en la que solo pude calmar mi sed gracias a un elemento externo que corrigió mi desidia y hasta cierta estupidez.

El partido empezó como ya lo hizo alguno de los que hemos podido presenciar en casa en las últimas semanas.

Un Coruxo mucho más activo y más metido en faena salió a morder a su contrario y casi antes de un decir Jesús ya se había puesto por delante en el marcador.

Fue en una jugada (de tantas que se sucedieron en la primera mitad) en la que se aprovechó, en primer lugar, de la autopista con cuatro carriles que fue el Pontevedra en defensa por su banda izquierda. En este lance fue Mayo el que intentó parar sin éxito a un contrario sin que hubiera rastro alguno ni de Alex ni de Chiqui por aquellos lares.

Y en segundo lugar, (tras un centro venenoso, sí pero neutralizable), de la pasividad exasperante de un Churre que lejos de estar atento a la única vigilancia defensiva que debía cubrir en esa jugada, se dedicó a levantar la mano pidiendo no sé sabe qué antes de echarse al suelo y despejar esa pelota lejos de las botas del "9" del conjunto vigués.

El gol no cambió el decorado, es decir, el formado por un Coruxo intenso, ganador de duelos y el de un Pontevedra andando, con un ritmo anticompetitivo y mirando con placidez de donde le venían los golpes.

Y un segundo golpe durísimo pudo llegar en otra jugada, esta vez a balón parado, en la que el equipo granate permite que hasta tres jugadores coruxistas golpeen la pelota delante de las narices pontevedresas con la buena fortuna que, en ese tercer toque, el balón se estrelló en el poste para luego alojarse mansamente en los guantes de Edu Sousa.

En ese instante del choque el Pontevedra era ese caminante desnortado, pesado tras una comida demasiado copiosa y muerto de sed con su cantimplora vacía.

Fue, sin embargo, en ese momento del partido cuando un acontecimiento externo cambió el guión de la "película". 

No, no fue una racha de viento que arrojara alguna fruta al piso sino una retahíla gigante de errores defensivos de su rival que fueron decisivos para que el Pontevedra, que seguía andando sobre el césped, pudiese poner el partido a su favor.

El primer error fue justo después de que el balón citado se estrellase en el poste. En la acción siguiente, Chiqui corretea por el área visitante sin demasiado peligro y su centro que no iba a ninguna parte es rechazado de manera infantil con la mano completamente despegada y elevada por un defensa del Coruxo.

No dudó Carlos López a la hora de asumir la responsabilidad y con contundencia transformó el penalti para hacer el empate.

El segundo error (o segunda ráfaga brutal de viento según el simil) vino poco después.

Un defensa "verde" se lía en la salida de pelota y Yelko que pasaba por ahí acepta gustoso el regalo para plantarse solo delante del portero.

La jugada a partir de ahí resultó tan extraña como el partido del Pontevedra.

Yelko en vez de fusilar al meta decide dar un pase hacia atrás para Carlos López. Éste, ya sin portero, la pega mordida y el balón golpea lentamente en un poste. Finalmente, un defensa que también pasaba por allí, golpea el balón de rebote tras el toque con la madera y lo aloja dentro de la portería a pesar del intento postrero por sacarla del marco.

El espectáculo lo completó el asistente de aquella banda levantando el banderín una vez terminada la acción no sé sabe realmente por qué. Fuera de juego? Imposible. Falta de alguien? Imposible.

Por los gestos del árbitro, el propio asistente y los jugadores del Coruxo que por allí estaban mientras los del Pontevedra celebraban el tanto, parece plausible la interpretación de que dicho asistente levantó la bandera para hacerle ver al colegiado que el balón había entrado en vez de ir corriendo hacia el centro del campo como creo que manda la normativa. 

En definitiva, segundo regalo visitante. Segundo gol local completamente legal y para no variar y sorpresa de casi nadie, tuit de la tvg hablando de polémica en Pasarón.

No acabaron, no obstante, los regalos coruxistas en la soleada tarde pontevedresa.

Primero fallando una buena ocasión desbaratada por Edu en gran intervención y segundo dejando rematar en área pequeña y con el cogote a Borja Domínguez un córner que daba lugar al 3-1 y encarrilaba definitivamente el encuentro para el Pontevedra.    

Yo me imagino a los jugadores del Coruxo en ese momento diciendo: Cómo es posible que con lo que se ha visto en la primera media hora vayamos palmando 3-1? Pues sí. Eso era lo que estaba pasando.

Como quiera que no se puede hacer menos e ir ganando 3-1, el que esto escribe pensaba que tras el descanso el Pontevedra mejoraría, daría sensación de equipo y controlaría por lo menos algo el cotarro.

No fue así.

Por lo menos, el dibujo sobre el campo sí estuvo más claro (pues el de la primera parte, de verdad, resultaba difícil de desentrañar e incluso en ocasiones parecía que se jugaba con dos defensas).

Línea de cuatro atrás, y cuatro en el medio con Dalisson a la derecha y Chiqui a la izquierda, más Yelko intentando enlazar con Carlos L.

En mi opinión, el Coruxo no "sacó" la posesión del balón al Pontevedra sino que este ( a pesar de que el campo sin seguir bien ya estaba más decente que otros días) entregó sin tapujos dicha posesión a su rival.

Y a partir de ahí volvieron a verse dos cosas que se repiten cada vez más en el Pontevedra CF y que por lo menos al que esto escribe empiezan a preocuparle un poco.

La primera es la incapacidad que tenemos cada vez que nos echamos atrás para contener al rival lejos de nuestro área.

No estoy diciendo que el Coruxo acumulase ocasiones como en la primera parte, pues solo tuvo una en un lanzamiento que para fortuna granate golpeó en el larguero y acabó fuera de la portería, sino que las llegadas visitantes a las inmediaciones de nuestra zona de castigo eran demasiadas y muy fáciles sin que se observase a un Pontevedra con el orden  y el ritmo suficiente como para impedirlo.

Seguimos jugando andando pues andando nos pasamos los 90 minutos de juego.

La segunda cuestión que me preocupa es el abandono total por nuestra parte de buscar con agresividad y velocidad los espacios que iba dejando el rival cada vez más volcado para por lo menos pisar el área contraria.

No aparecimos casi nunca por el área del Coruxo en la segunda parte y la actitud que adoptamos tras hacernos con la pelota era retrasar a zona de centrales y portería para luego mandar en largo y dejar construir de nuevo al Coruxo.

No hacía falta, es cierto, hacer más daño en ataque pues el 3-1 lucía en el marcador pero me pareció excesivo el conformismo y, sobre todo, me extrañó en demasía ese ritmo de juego tan bajo que se mantuvo durante toda la tarde.

Hay dos cuestiones estrictamente futbolísticas o tácticas que me gustaría plantear.

Ambas están relacionadas con la alineación titular de ayer.

Por un lado, no sé si la presencia por dentro de Borja, Samu y Yelko, desplazando a Dalisson más a la derecha en detrimento de Bastos, le viene bien al equipo.

Es cierto que Bastos cuando cabalga hacia el área rival decide mal en bastantes ocasiones y no saca partido de las muchas veces que llega pero el caso es que llega y obliga al contrario a defender más esa banda e incluso se producen combinaciones fructíferas muchas veces entre el propio Bastos y Dalisson que es el interior más cercano a esa banda.

Con la alineación de ayer, el Pontevedra pierde mucho picante en ataque por la banda derecha y no se ve compensada (por lo menos ayer) esa pérdida, con la capacidad de acumular posesión y defenderse con la pelota que debería aumentar con la presencia de Borja junto a Mayo, Yelko o incluso Dalisson que son indudablemente jugadores hechos para tener el balón. 

Por otro lado, ayer volvió a apostarse por colocar juntos en el "once" a Alex y a Chiqui. En principio, el lateral era Alex y digo en principio porque había momentos en la primera parte en la que Alex parecía moverse incluso cerca de la zona de ataque y Chiqui deambulaba por la zona izquierda del medio campo. 

La conclusión de todo esto no fue otra que unas dificultades grandes para defender esa banda en defensa y la casi desaparición en ataque de un Alex cuya presencia ofensiva se nota un montón cuando  no existe. Sé que Zabaleta (en este mismo blog se ha comentado) ha cometido errores defensivos en determinados partidos y sé también que parece que Iago se plantea dar cabida a Hermelo más como central zurdo que como lateral, pero a mí lo de Alex y Chiqui juntos me sigue chirriando.


En definitiva, lo más importante, es  que se ganó y se aprovechó el empate entre Zamora y Ourense para ponernos con tres puntos de ventaja sobre zamoranos y dos sobre ourensanistas.

Ahora bien, por más que el Coruxo tenga buenos jugadores como han recordado en rueda de prensa jugadores y técnico. Por más que este equipo tenga mucho mérito por ocupar el primer puesto y su trabajo semanal (algo que nadie discute, faltaría más). Y por más argumentos que queramos buscar, la imagen del Pontevedra CF no debe ser la ofrecida ante el equipo vigués.

Dudo mucho, muchísimo, que el Zamora regale lo que regaló atrás el Coruxo en el día de ayer y "ráfagas de viento salvadoras" en forma de errores contrarios no van a ocurrir todos los Domingos.

Es necesario, a mi juicio, subir el ritmo de juego (se tenga o no se tenga el balón) y ser más agresivos, tener más intención y exponer menos displicencia.

El Domingo nos jugamos mucho. De ganar dejaríamos al Zamora a 6 puntos más el golaverage particular.

La afición responderá seguro porque nunca se ha bajado de barco alguno. 

Lo que falta ahora es que el equipo responda y mejore las prestaciones de ayer o del día del Cayón porque será necesario hacerlo para echar a la lona a un rival complicado, férreo y que va a venir aquí a no dar ninguna clase de facilidades.    





  


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