lunes, 22 de abril de 2024

Cuando las luces se apagan

Sé de buena tinta que aquellos aspectos de mi carácter que he intentado pulir, suavizar, modificar o directamente eliminar de mi “disco duro” emocional a lo largo de medio siglo de vida, seguirán manifestándose en determinados momentos con la misma fuerza o incluso más con la que empezaron a aparecer hace ya muchos años.

Ya puedo atravesar un momento difícil en lo personal o en lo laboral que tengo muy claro, tan claro como el agua, que el peor momento después de que el Pontevedra CF pierda un partido vital llegará en el mismo instante en que se apague la luz de mi habitación y los ojos sigan abiertos de par en par mirando a un techo sumido en la total oscuridad.

Llegarán los recuerdos del partido y de los momentos previos al mismo, llenos de ilusión y esperanza. También los siguientes, los de la decepción, el cabreo y la tristeza.

No importará que al día siguiente tenga un día de perros o la certeza que los problemas cotidianos volverán a mi cabeza como tienen por costumbre desde hace demasiado tiempo.

Dará igual. Me pasaré un tiempo indeterminado dando vueltas por mi cama vacía hasta que de improviso llegue el sueño librándome de la carrera de Rufo, del enésimo corner mal defendido, de los seguidores del Ourense celebrando un ascenso prácticamente hecho en mi propia casa y de algunos de mis jugadores discutiendo con la grada.

Ha pasado tantas veces. Han sido tantos los “palos” y casi todos ellos en Pasarón que ya conozco perfectamente las reacciones que tendrá mi organismo.

En ese tiempo de insomnio, girando y girando en busca de un sueño que no llegaba, muchas cosas o pensamientos se agolpaban en mi cabeza.

Era un partido en el que entre la victoria y el empate había bastante diferencia pero también era un choque en el que la distancia entre empatar y perder era todavía más grande.   

El equipo no salió como yo esperaba.

Me había imaginado un partido en el que el Pontevedra intentara dar mucho ritmo al juego en los primeros minutos para aprovechar el ambiente espectacular del estadio y provocar dudas o incluso alguna grieta en la maravillosa organización colectiva del rival.

No fue así. En los escasos momentos en los que parecía que el juego podría acelerarse un poco, el propio entrenador desde la banda pedía tranquilidad a los suyos y menos revoluciones al choque.

Así fue. El Pontevedra porque no supo o porque no quiso (quiero creer que por lo primero) fue incapaz de dotar de un mínimo de velocidad a la pelota y a pesar de que sí se producían acercamientos, sobre todo por la izquierda de nuestro ataque, no daba la sensación de que el Ourense sufriera casi nada para contener los demasiado tímidos embistes.

Sí. Ya sé que el conjunto visitante apenas inquietó en toda la primera parte en ataque a pesar de que Di Renzo demostraba en cada lance que es una auténtica “mula parda” competitiva de la que carece por completo el Pontevedra.

Lo que pasa es que ese era el plan del Ourense. Estar ordenado y marmóreo atrás, no dar ni una sola facilidad, pelear cada balón dividido para desgastar al contrario y dar el paso al frente en el momento oportuno para derribarlo en el primer fallo que cometiera.

Es verdad que a lo largo del primer cuarto de hora de segundo tiempo el Pontevedra logró dotar de algo más de continuidad a su fútbol. Llegó el remate más peligroso a cargo de Alex que se fue lamiendo el larguero; se botaron dos saques de esquina con algo de veneno que fueron despejados con algún apuro por el Ourense y se penetró algo más por banda derecha.

El técnico rival lo vio y tomó cartas en el asunto. Retiró a Alex Gil que estaba teniendo dificultades para ayudar en banda izquierda en defensa y dio entrada a Palmás y de paso cambiar el sistema para jugar con dos puntas.

Su modificación surtió efecto. El Pontevedra volvió a diluirse poco a poco y el conjunto azul fue creciendo un poquito en ataque.

Llegaron los cambios de Iago que realmente no volví a entender demasiado bien.

Primero metes a Rufo por Bastos llevando a Dalisson a banda derecha con lo que por esa banda se perdió profundidad. Pero es que ni diez minutos después decides sacar a Carlos López y a Chiqui para poner a Mayo y Gueye.

No habría sido más lógico y coherente sacar primero a Gueye por Bastos?

Si decides meter a Rufo junto a Carlos, en principio para tratar de tener más presencia en área contraria, por qué tardas menos de diez minutos en rectificar para fortalecer el medio campo con la presencia de Samu y volver a marear a Dalisson pasándolo a la izquierda y perdiendo ahora la profundidad por ese flanco?

No habría sido más inteligente cambiar directamente a un delantero por otro y sacar a Dalisson por Mayo manteniendo a Chiqui en la izquierda junto a Gueye por el otro lado?

O si quieres sacar a Chiqui no habría sido más productivo retirarlo por Eneko y poner por fin a Alex en su sitio?

Ya sé que soy un simple aficionado y que los que saben son los técnicos que para eso tienen los conocimientos y los respectivos títulos pero la sensación que a mí me dejaron los cambios (igual, sin ir más lejos, que en Santiago) es una sensación de provisionalidad, de “ a ver qué pasa”, de moneda al aire y no de un plan claro de lo que se quiere conseguir con las sustituciones.     

Me dio la impresión, en definitiva, que con el doble cambio se quería corregir lo que se había hecho tan solo diez minutos antes con el primer relevo. Repito, igual que en Santiago.

Aún así, lo peor estaba todavía por llegar.

Primero en la mejor ocasión para los nuestros generada por un balón extraordinario de Samu Mayo en profundidad hacia Rufo que partió hacia la portería contraria con ventaja sobre el central Prado.

No llegó a fallar en el remate porque ni siquiera llegó a disparar. El zaguero rival recuperó en un santiamén su desventaja y dejó en evidencia a un Rufo que estuvo lento a más no poder.

Luego otra contra también comandada por Samu en la que quizá optó por la peor opción al enviar el balón a su izquierda hacia Rufo y no a la derecha por la que cabalgaba Gueye. Esa acción también se fue al garete sin remate a portería.

Después el mazazo. La “leche” definitiva en el rostro de la afición que no pudo llegar de otra manera que a balón parado pues la realidad es tozuda y casi siempre anticipa lo que pasará en el futuro.

En la acción que dio lugar al saque de esquina, Palmás casi aprovecha un balón para marcar pero en el lanzamiento desde el semicírculo no hizo falta que nos rematasen de cabeza. Balón colgado al segundo palo. Falta de atención. Un jugador se queda parado, otro echa a correr antes de tiempo y Prado conecta con el pié la pelota para mandarla al fondo de las mallas.

Repito, un corner rematado con el pie. Quinto partido de los últimos seis en los que encajamos en un saque de esquina.

Errores imperdonables que cuestan ascensos directos y quién sabe si algo todavía mucho peor.

No habías conseguido ganar en 82 minutos y no eres capaz de no perder en el tramo final.

De ahí hasta que el anticasero (aunque sin influir en el marcador) árbitro marcara el término del encuentro el Pontevedra vagó entre la agonía, el desaliento y la mayor de las impotencias.

Llegó el 0-2 al que asistieron nuestros futbolistas en primera fila contemplando la acción en posición privilegiada y llegó la fiesta pontina ante 7.600 espectadores granates que una vez más empezaban a marcharse con otra pierda y de las grandes en la mochila de sus desilusiones.

Todavía en duermevela, preguntas ya realizadas en pasadas semanas  que no es que nunca fueron contestadas sino la mayoría de ellas ni siquiera cuestionadas por los que tienen el privilegio de hacerlo, volvieron a mi mente. 

Qué demonios habrá hecho Samu Mayo para dejar de ser titular en este equipo más allá de su descanso ante el Avilés por unas molestias? ¿Qué ventaja futbolística ha conseguido el equipo con esta sorprendente suplencia?

Si se han fichado en verano, no uno, sino dos laterales izquierdos, qué diablos hace Alex González jugando de lateral (o algo parecido) perdiendo en muchas ocasiones su capacidad constante y continuada de llegadas arrancando desde el exterior izquierdo? Qué ventajas futbolísticas consigue el equipo con el capitán en esta demarcación? Sí. Eneko ha cometido errores y en este blog se han comentado profusamente (de Hermelo no digo nada porque apenas se le ha visto)… pero no tendría el equipo una baza importante para las segundas partes con la posibilidad de entrada de un Chiqui fresco, punzante y con capacidad de desborde en aquellas fases de juego en las que las defensas rivales estén con menos físico?.

 Cómo se pretende ser campeón de nada encajando cinco goles de corner (ya sea en el primer palo, en el segundo, en balones francos para ser defendidos o permitiendo dos toques en el área) en los últimos seis partidos? Goles que costaron 4 puntos que ya estaban hechos en Santander y Aranda. Que costaron que un partido ganable como el del Compostela se complicara en grado sumo hasta acabar solo empatando o qué han acabado condenándote en el partido más importante de la Liga.

 De verdad creemos que se puede superar una eliminatoria de play off con estos errores “criminales” en el aspecto defensivo?

Y más preguntas. Pero estas ya no solo para jugadores y entrenador que tienen mucha responsabilidad pero ni mucho menos la única.

¿Por qué se ha despreciado una temporada más el mercado de invierno?

Sabe nuestra secretaría técnica que el Ourense perdió en Enero a su pichichi pero se trajo del “quinto pino” a un luchador como Di Renzo ideal para el sistema de juego que practica? Sabe también que en ese mismo mercado el gran rival se trajo a Hugo Sanz o a Mangana para reforzar su defensa, a Moha para reforzar su juego ofensivo de banda e incluso a un delantero joven de 20 años por lo que pudiera pasar? Tres de estos jugadores fueron titulares ayer.

 El Ourense era un muy buen equipo en la primera vuelta pero es mejor conjunto en la segunda. Se puede decir lo mismo del nuestro?

Por qué se trajo a Azael? ¿Qué aportan Hermelo o Barbeiro?

Cómo se puede decir, Iago, en la rueda de prensa de ayer que la temporada está siendo “exquisita” y “excelente” pero que también lo ha sido la de Ourense y Zamora.?

Creo, Iago, que sabes qué equipo entrenas aunque estoy seguro que allí dentro nadie te lo ha recordado al llegar porque no lo saben.

Una temporada no sé si exquisita o excelente pero desde luego satisfactoria en 2RFEF para el Pontevedra es aquella que termine con el ascenso. O por vía directa o por la de play off.

De lo contrario, ni exquisita ni “leches en vinagre” aunque se hagan 75 puntos. A no ser, eso sí, que el nivel de autoexigencia de esta entidad haya bajado todavía más de lo que creía.   

No puedo hacer eterna esta columna pero muchas más preguntas podrían formularse y en medio de todas ellas por fin el Dios Morfeo tuvo la gentileza de sacarme de mis tribulaciones.

Llegó la mañana y salió el sol y con él la necesidad de no rendirse. De donde había oscuridad ver algo de luz al final del túnel. De donde había tinieblas empezar  a rasgar la niebla aunque sea a machetazos.

Lo primero es acudir a Coruña y cumplir dos objetivos. El primero limpiar al equipo de tarjetas para el play off. Por lo menos, Carlos López y Garay tienen cuatro amarillas y deben salir de Abegondo con la quinta.

Lo segundo es asegurar el segundo puesto que más allá de implicar jugar la primera criba contra un quinto y la vuelta en casa ( lo que ya no sé si es bueno o malo), supondría algo más importante ya que el Pontevedra podría ascender con 4 empates pues en caso de igualdad después de una prórroga subiría el mejor clasificado en la Liga regular. A sí era la campaña pasada y no tengo noticias de que se haya cambiado el sistema para esta.

Quedan tres semanas para el primer partido de eliminatorias.

Es tiempo para que el vestuario se recomponga moralmente de este golpazo. Pero también es tiempo para que se tomen nota de verdad de los errores cometidos.

De nada valdrán los discursos delante de un micrófono hablando de todo menos de fútbol. De nada valdrán las defensas lamentables del balón parado. De nada valdrán las alineaciones titulares preñadas de experimentos con gaseosa. De nada valdrá otra cosa que no sea ver sobre el césped al equipo de gran parte de la primera vuelta.

O todo el mundo da su mejor versión y se deja la vida en el campo, en el banco y en el despacho o acabará por consumarse el gran fracaso que sería quedarse al menos un año más en esta categoría.

La grada? Alguien puede dudar de la grada?

Déjense de historias. Estaremos ahí como siempre hemos estado. Animando incondicionalmente por poco que nos ofrezca el equipo.

Creyendo con ahínco, con resiliencia, haciendo honor al lema de que nunca nos rendimos pero necesitamos retorno de este grupo, por favor, un retorno en forma de fútbol pero también de lucha, amor propio, coraje y personalidad.

Hala Pontevedra siempre!

martes, 16 de abril de 2024

Empuja Pontevedra, empuja.

En esta columna no se va a escribir sobre errores recurrentes a balón parado, penaltis como catedrales enviados al cajón de los nunca pitados o televisiones autonómicas cubiertas de oprobio y sesgos evidentes en su cobertura.

En esta columna se va a hablar del Pontevedra CF.

Hay partidos que se deben afrontar con la mirada al frente, el corazón henchido y la cabeza fría.

Partidos en los que la victoria es tan importante que lo hecho hasta el momento, con sus grandes aciertos y algunos errores, debe quedar aparcado para enfocar el pensamiento solo en ese día, en ese choque, en esos 90 minutos en los que un equipo debe demostrar para qué está hecho y para que lleva jugando toda la temporada.

Empuja Pontevedra, empuja.

No hay mejor ocasión que la que se dibuja este domingo para que la plantilla que tan buenos momentos de fútbol nos ha regalado en esta campaña, se desprenda de cualquier duda, incertidumbre o temor que pueda tener y exprese sobre el césped de Pasaron todo ese juego que lleva dentro y que no puede tener otra consecuencia que el ascenso a 1RFEF.

Es el día para que esa posesión en la que fundamenta su estructura se haga magia sobre el césped y alcance velocidad, profundidad y veneno para embotellar al rival en su parcela.

Es el día para que todas esas vigilancias defensivas se desarrollen con la máxima diligencia tratando de no dejar resquicio alguno a las transiciones que el contrario va a querer desarrollar.

Es el día para que se cuide la pelota como este equipo ya ha demostrado muchas veces que sabe hacerlo y no se tengan pérdidas en zonas comprometidas que den alas a un contrincante que no dudará en sacar rédito de esa circunstancia.

Es el día para colocarnos muy bien en defensa cuando haya que defender faltas o corners y hacerse gigantes, esta vez sí, ante los atacantes visitantes.

Es el día para machacar la portería contraria cada vez que se tenga ocasión para ello y justificar la razón por la que tenemos la mayor cifra goleadora de los 90 conjuntos que forman la categoría.

Empuja Pontevedra, empuja.

El Domingo debe funcionar el colectivo, la ayuda entre todos los futbolistas y reinar la convicción de que somos mejores y que se debe demostrar sobre el terreno de juego.

Debemos estar por encima de los mensajes mediocres e intencionados que ya desde el mismo sábado por la tarde llegan desde el rival hablando de presupuestos y demás historias.

El mismo rival, por cierto, que en el mercado de invierno no ha tenido problema alguno en incorporar a 5 jugadores nuevos pagados, es de suponer, con sugus de limón y piruletas de fresa.

El Domingo debe ser ese día en el que nuestro equipo nos quite a base de fútbol, compromiso y esfuerzo los disgustos y preocupaciones de esa última jugada de Santander, ese córner de Aranda o ese otro de Santiago.

Edu, Mario y Churre deben mandar; Borja, Dalisson, Yelko o Samu, crear; Garay, Alex, Bastos, Chiqui o Gueye, llegar, quebrar y centrar;  Carlos y Rufo marcar.

Empuja Pontevedra, empuja.

Y todo ello deben hacerlo los nuestros (los citados y los que juegan menos pero se entregan igual como Toño, Eneko, Hermelo, Barbeiro, Azael, Manu y el resto de canteranos) acompañados de esa afición que en Santiago emocionó hasta las lágrimas y que una vez más no fallará y poblará en mayor número las gradas del estadio.

Los jugadores deben cumplir con lo suyo. Correr, luchar, desbordar, ser mejores y hacer todo por ganar.

Luego, insisto, estamos nosotros.

Los veteranos entre los veteranos que incluso llegaron a ver al Pontevedra en primera división y cuya fidelidad enternece a la par que demuestra la grandeza de esta entidad.

Los que ya dejaron la juventud hace tiempo y que ya no vieron la mejor versión del club pero sueñan y sueñan con estar otra vez cerca de los grandes y a los que no les mella en su orgullo granate el hecho de llevar décadas en las catacumbas de nuestro fútbol a excepción de aquel año de oasis en el desierto.

Los jóvenes, que ya vieron al Pontevedra luchar varias veces por subir a segunda en play off tan dramáticos y decepcionantes como aquellos del Sevilla B, Córdoba o Alcorcón.

Y los niños, esos niños con los ojos preñados de ilusión y desprovistos de mochila alguna que no sea la sana alegría de ver al Pontevedra conseguir un ascenso que pueda resultar otra oportunidad para que la institución pueda crecer con sentido común.

Todos, en definitiva, miembros de diferentes generaciones pero unidos por el amor a la camiseta y el escudo granate, debemos estar en Pasarón el Domingo para dejarnos el aliento, la voz y parte de nuestra vida ayudando a nuestros jugadores y técnicos a ganar el partido.

Existe una iniciativa desde hace semanas promovida desde el fondo norte consistente en cantar el himno del club en el minuto 41 de cada encuentro.

Las imágenes llegadas desde San Lázaro de ese momento llegan al alma y anegan los ojos.

Los que quieran cantar que canten, los que no se atrevan que alcen sus bufandas al viento en forma de coro a los que sí lo hagan.

Y durante todo el partido que esta afición que sin duda es merecedora de mucho, muchísimo más de lo que le ha dado la entidad en las últimas décadas, anime, presione y se alíe con sus futbolistas en pos de una victoria que dejaría muy cerca el objetivo.

El Pontevedra CF es mucho más que cualquier jugador, entrenador, aficionado o directivo.

No es momento de filias y fobias sino de saber que lo importante es la institución y que si estamos juntos resultamos casi imparables.

EMPUJA PONTEVEDRA, EMPUJA.

lunes, 8 de abril de 2024

De despistes, ocasiones al limbo y grandes mareas

 El partido de ayer contra el Covadonga ni mucho menos pasará a la historia.

Había que ganar en casa a un equipo de la zona baja y se ganó.

Necesitábamos tres puntos para volver a aprovechar los empates a domicilio de Ourense y Zamora y los metimos en nuestro zurrón.

Es cierto, no obstante, que el Pontevedra jugó otro partido en el que volvieron a manifestarse los defectos que viene arrastrando durante toda esta segunda vuelta.

Incluso se puede decir sin faltar para nada a la verdad que la primera parte del equipo fue mala tirando a muy mala.

Fue a lo largo de esa primera parte en la que se vieron algunas de las costuras que el Pontevedra no consigue disimular casi nunca. 

Me refiero a la relajación, los despistes o el "despelote" cuasi general en defensa.

No una sino en dos ocasiones el Covadonga cogió al Pontevedra CF sentado tomándose un pícnic y mirando el paisaje en acciones tan absurdas como saques de banda.

Ya en Aranda hace 7 días pudimos ver alguna acción de este tipo y ayer volvimos a caer en el mismo error y de dos de esos saques de banda pudo el rival (afortunadamente no lo consiguió) sacar auténtico petróleo de nuestros pozos.

No fueron acciones como ante el colista en los que los saques de lateral se asemejaban más a lanzamientos de jabalina que a otra cosa, no. Fueron jugadas en las que simplemente estábamos de "miranda" mientras un delantero recibía de las manos de un compañero en buena posición para hacer peligro.

Envío el Codavonga un balón al poste en una acción en la que el jugador que intentó en última instancia evitar el remate del "9" contrario ni fue un central ni siquiera un lateral. Fue Dalisson.

Y por supuesto nos remataron un córner a dos palmos de nuestra portería que en esta ocasión, para nuestra fortuna, no supuso un tanto en contra sino un cabezazo a escasos centímetros del larguero de Edu.

Hasta aquí la rutina que desgraciadamente nos suena demasiado familiar desde hace demasiado tiempo y con alguna excepción como el día del Avilés. 

Lo que provocó que la primera parte se tornara en preocupante e incluso algo desquiciante fue que a esa "empanada" defensiva a la que ya estamos tristemente acostumbrados, se unió un juego tremendamente lento, tedioso y sin ideas en ataque que apenas inquietó al equipo más goleado del grupo I de la 2RFEF.

Por la banda izquierda la ausencia de Alex se hacía más dolorosa a medida que avanzaba el primer tiempo y Chiqui no conseguía, salvo en una acción que acabó en falta cerca del área, desbordar a su par.

Por la derecha, el experimiento con gaseosa de esta semana consistente en la titularidad de Gueye en detrimento de Garay, tampoco surtió grandes efectos.

No estuvo el senegalés ni mejor ni peor que sus compañeros pero lo que está claro es que tampoco fue capaz de profundizar con peligro por su banda.

El "banquillazo" de Garay puede interpretarse de más de una manera.

La mía es que se debió al hecho de contar con 4 amarillas y al deseo de Iago de protegerle cara a los delicadísimos duelos que vienen a continuación.

De lo contrario, bien podría haber salido al campo igual en lugar de Bastos sin que eso hubiese afectado a la titularidad de un Gueye cuya presencia en la segunda parte se vio truncada, sobre todo, por una tarjeta amarilla que aconsejaba actuar con prudencia ante la indudable fogosidad del africano.

Ni Bastos ni Eneko conseguían desdoblarse en ese primer tiempo en ataque y por el medio Yelko volvió a demostrar que no es en absoluto el de la primera vuelta, Dalisson aportaba las dosis de calidad pero sin pasarse y Borja lo hacía todo con demasiada lentitud.

La afición presente en el estadio que de nuevo no consiguió alcanzar las 3.000 personas, es fiel y paciente, muy paciente.

Sin embargo, estos irreductibles que sueñan con ver a su Pontevedra en un lugar más acorde con sus circunstancias, no son tontos. El paso exasperante de los minutos con esos despistes atrás y el ritmo de fútbol veterano en ataque, empezó a provocar malestar e incluso una pitada bastante llamativa justo antes de que al borde del descanso Dalisson consiguiera meter un buen centro desde la izquierda al que no llegó por poco Bastos pero si Carlos que con tranquilidad  controló y batió sin complicaciones al arquero visitante.

Era el minuto 45 y era la primera ocasión clara del equipo en todo el primer tiempo. 

La segunda parte fue otra cosa. 

Nada más volver de vestuarios Chiqui por fin lograba marcharse por su banda y su centro era rematado de manera espectacular por Dalisson con un remate en el aire que superó al portero a pesar de una desesperada estirada.

Fue un gol precioso y que aseguraba el triunfo. El primero de un Dalisson en casa que a lo largo de la temporada lo buscó con ahínco para acabar encontrándolo ya metidos en el mes de Abril.

Habría que tener mucho cuidado con el futuro de este futbolista joven, con clase y proyección (al igual que con el de un Samu Mayo cuya suplencia me sigue pareciendo realmente llamativa) pues ya resultó demasiado duro y frustrante ver como al final de la temporada pasada se marchaban sin dejar un mísero euro dos jugadores tan importantes como Román y Brais Abelenda.

Ya sé que la dueña del cotarro no "cree en la primera federación" pero quizá siendo precavidos y asegurarse ( o por lo menos hacer todo lo posible)  de que los jugadores con más posibilidades no se vayan de aquí "gratis" podría ayudar a que se pudiera creer un poco más en una categoría que, es cierto, arroja ciertas dudas sobre sus sostenibilidad.

Sí. Ya sé que estos dos buenos jugadores tienen un año más de contrato pero bueno es ir avisando desde ya, que luego nos coge el tren, el avión y hasta la nave espacial.

Tras el gol de Dalisson el partido ya fue completamente controlado a su antojo por el Pontevedra CF.

Y fue a lo largo de esa plácida segunda parte en la que volvieron a aparecer algunos defectos que estos sí son algo más nuevos y no suponen la pérdida de puntos en nuestro casillero.

Me refiero a la cantidad de ocasiones clarísimas que volvieron a desaprovecharse de manera, a veces, incomprensible.

Rufo, que jugó toda la segunda parte en lugar de Gueye provocando que Dalisson se fuera a a la derecha y Carlos López al interior (ubicación en la que volvió a demostrar que puede ser muy válido) tuvo hasta 3 delante del portero. Yelko disfrutó de otra inmejorable y Chiqui lo mismo.

He citado cinco pero realmente fueron más las que se despilfarraron tal y como ya pasó ante el Marino y es realmente una pena que en esos tramos en los que el Pontevedra sí es muy superior y tiene al rival completamente a su merced, no se traduzca dicha superioridad con más goles en el marcador (marcador del estadio, por cierto, que no funcionó en ningún momento en otro de esos símbolos decadentes que por desgracia enseña la entidad demasiado a menudo).

Llega ahora el tramo definitivo de la competición. El último mes de la Liga regular que decidirá si nos vamos de manera directa a 1RFEF o si debemos pasar por la agonía de los play off.

Dos puntos sobre el Ourense, cinco sobre el Zamora y un partido el próximo Domingo en Santiago de una importancia capital.

El club ya se ha movido desde ayer y conseguido un patrocinio para que el primer bus no suponga coste alguno a los integrantes de la marea granate.

Esa marea estará en San Lázaro para empujar a su equipo sabedora de que ya no hay marcha atrás. De que es ahora o nunca. De que el tiempo de las excusas ha terminado y empieza el tiempo de los hechos.

Esa marea granate sabe que en estos partidos de alta tensión, disputados ante un rival que también se juega sus últimas bazas para lograr su objetivo y que al parecer nos tiene muchas ganas, escuchar el aliento desde las gradas resultará oxigeno en vena para los nuestros.

Que bajo el cielo de Compostela se oigan sus cánticos aportará gasolina para las piernas de los futbolistas y que si llegan momentos de duda o incertidumbre no habrá mejor remedio para sacudírselas que escuchar el "Ponte yo te quiero, te vengo a ver" o el "sí joder, que vamos a ascender".

La marea granate no va a fallar y trasladará el océano atlántico de pasión, ánimo y entrega incondicional por estos colores a la capital de Galicia.

Es el momento, por tanto, de que el equipo sea firme, saque a relucir la calidad que atesora y se sumerja en esas olas de cariño a base de fútbol, goles y seguridad en sí mismo.  

 


   

 

lunes, 1 de abril de 2024

Trampas al solitario

Es muy habitual en el mundo del deporte y especialmente en el fútbol, establecer una confrontación entre lo que significa apoyar a tu equipo y criticar o destacar aquellos errores del mismo que acaban por costar puntos en la clasificación.

No tengo duda alguna acerca de que todos y cada uno de los 2.500 que últimamente estamos acudiendo a Pasarón, más aquellos que siguen los partidos por televisión, desean fervientemente que el Pontevedra CF juegue la próxima temporada en 1ª Federación.

Es evidente que todos nosotros, los seguidores, aquellos que nos quedamos sin cenar cuando el resultado no ha acompañado o nos acostamos por la noche ilusionados tras una victoria pensando en las cosas bonitas que vendrán, todos, insisto, no tenemos otro  anhelo que ver al Pontevedra celebrar el ascenso de categoría.

Implica lo anterior no señalar o advertir de los graves y continuados errores del equipo que están poniendo en claro riesgo el objetivo de acabar primeros de grupo? En mi opinión, no.

Está menos identificado con el logro de esa meta que todos perseguimos aquel que se cabrea e incluso se indigna con algunos tantos que el equipo está encajando y que resultan casi inexplicables? En mi opinión, no.

Apoyo? Todo el del mundo. Incondicional, infinito y eterno.

Cerrar los ojos ante algunas situaciones que están dificultando la consecución del ascenso directo y que podrían ser en muchos casos evitables? A mi juicio, tampoco.

Si en los últimos cinco partidos que el Pontevedra ha disputado, el equipo ha recibido goles a balón parado que en más de una ocasión han costado puntos, por defender ese lance del juego de manera deficiente e incluso a veces negligente, hay que decirlo. 

Y hay que decirlo de la misma manera que aquellos que tenemos hijos les apretamos cuando sabemos que no están dando todo lo que podrían a la hora de hacer las tareas, estudiar o incluso comportase en la vida diaria.

Lo hacemos porque los queremos, porque dan sentido a nuestra vida y porque entendemos que esas correcciones e incluso regañinas resultan necesarias para un proceso de aprendizaje por el que todos hemos pasado.

Si te hacen un gol tras un córner en Oviedo mientras todos tus jugadores esperan contemplativos como la pelota atraviesa toda el área de gol hasta llegar a un atacante que tiene tiempo hasta de poner un mantel en la hierba antes de machacar tu portería, hay que decirlo. Ese día no costó puntos, solo algo de sufrimiento, pero hay que decirlo.

Si 15 días después te empatan un partido dos veces, la primera al sencillamente no defender otro saque de esquina y la segunda, irremediable al ser en la última jugada, rematándote en área pequeña con el pié a un metro de tu portero cuando la defensa debía estar perfectamente organizada, hay que decirlo. 

Más jodidos, porque estas acciones costaron dos puntos, pero hay que decirlo. 

Si una semana después en tu casa, un equipo que vino aquí cuasi entregado te marca a la salida de otro corner y tu defensa del mismo volvió a ser invisible, hay que decirlo. Y hay que hacerlo a pesar de que luego el encuentro se acabó ganando con comodidad frente a ese rival que no volvió a salir de su parcela.     

Y si con todos esos antecedentes llegas al feudo del colista y vas ganando 0-1 en el minuto 90, lo mínimo que se debería exigir es haber aprendido la lección y no repetir otra vez una "jaimitada" que provocó la dolorosa pérdida de dos puntos de auténtico oro que ya jamás volverán a nuestro casillero.

Y es que ese saque de esquina que no iba lanzado de manera magistral, encontró a Edu dubitativo y nada contundente, a un Borja que no sabemos muy bien que hacía por ahí estorbando a su compañero y a un Garay que muy sorprendido veía como un balón fácilmente despejable chocaba en su cuerpo para colarse en la portería.

No es forma de perder dos puntos. No lo sería en cualquier caso pero menos cuando estos errores se vienen cometiendo semana tras semana y no se halla la forma de no seguir convirtiendo la defensa del baló parado en una verbena más propia de las fiestas de la Peregrina que de un partido de fútbol en el que tanto había en juego.

No nos engañemos. No fue la única acción de ese corte en el partido "defendida" de manera lamentable.

También en la segunda mitad, el rival botó una falta lateral y encontró más solo en el segundo palo que Tom Hanks en "Naufrago" a un atacante que la dejó limpia para que un compañero fallara lo infallable a un metro de nuestro marco.

Son errores tremendos y repetidos que en este mes han costado 4 puntos que ya estaban prácticamente en la "buchaca".

Podemos hablar después, y tendríamos posiblemente razón, de que el Pontevedra CF no es capaz de controlar los partidos fuera de casa ni yendo con el marcador a favor.

Que a partir del minuto 7 del segundo tiempo el partido se convirtió en un "correcalles" que no nos convenía y que desde el banquillo no se pudo corregir dicha situación.

Que para tener más ese control quizá esa entrada de Mayo, a cuya suplencia sigo sin encontrar justificación suficiente, podría haber sido, no por Dalisson, sino por un Bastos desacertado y que no estaba progresando en ataque.

Que el tradicional cambio de punta allá por el 75 parece responder más a la rutina de un funcionario aburrido que a las verdaderas necesidades que el equipo pueda tener en ese momento.

Que alguna ocasión del rival, como ese uno contra uno de Gonzalo frustrado por un mal bote, podríamos entenderla por el deseo de acumular posesión y a la evidente falta de atención en la vigilancia e incluso velocidad de nuestros centrales.

Que otras oportunidades, al margen de las de balón parado, son menos comprensibles pues muchas llegan por nuestras dificultades a la hora de defender centros laterales.

Que si la pelota de Carlos López va para adentro en vez de estrellarse en el palo o que si Rufo mete esa después del empate que remató en semifallo, otro gallo habría cantado.

Cada uno que se quede con lo que quiera pero lo único evidente y notorio es que al margen de las ocasiones marradas por nosotros y por ellos, al margen de una nueva decepción a la hora de comprobar que el Pontevedra no supo sacar oficio para controlar un partido ante un rival desahuciado, al margen, insisto, de todo eso, el Pontevedra ganaba 0-1 en el minuto 89 y dejó de ganar por encajar otro gol que cabrearía mucho a cualquier entrenador de un equipo cadete.

Decir todo esto es no apoyar al equipo?

Estar alertando semana tras semana que resulta imprescindible la concentración máxima para no encajar goles muy evitables es remar a la contra del objetivo del ascenso?

Recalcar una y otra vez que cometer esos errores el día de la "final" (pues vamos camino por nuestra culpa de que ese partido sea tratado como tal) contra el Ourense podría significar nuestra "condena", significa que se están poniendo piedras en el camino?

Rotundamente no.

Vuelvo a repetir que hay mucho en juego. Resulta hasta comprensible, no deseable, pero comprensible que en momentos del partido el equipo pase por malos momentos y tenga que soportar más el empuje de su rival. Vale. Se entiende. Ese rival también juega y tiene su ilusión.

Ahora, eso es una cosa y otra es "regalar" casi literalmente goles que  a veces no pero que otras veces sí cuestan puntos y hacerlo casi de manera rutinaria.

Eso es lo que no puede ser. Lo que resulta cabreante y lo que el equipo debe corregir ya o de lo contrario verá como el objetivo de todos, el de ellos y el de todos los seguidores granates puede irse al traste.

Apoyo? Todo el del mundo. Incondicional, infinito, eterno.

Eso sí, por favor, no nos hagamos trampas al solitario.  

  

     


lunes, 25 de marzo de 2024

Regalo, fútbol e indulto masivo

El Marino de Luanco apenas rebasó la línea de medio campo a lo largo de la segunda parte en dos o tres ocasiones y quizá haya sido generoso en el cálculo.

EL Pontevedra CF dominó de cabo a rabo esa segunda mitad, monopolizó como en los mejores tiempos de la primera vuelta la posesión de balón y generó las suficientes ocasiones de gol como para haber igualado o incluso superado aquellos seis tantos endosados al Langreo.

Ahora, siendo ciertas las dos aseveraciones anteriores, el Pontevedra no fue capaz de sentenciar el partido antes del pitido final del árbitro a pesar de que su superioridad resultó tan abrumadora como incontestable.

Vayamos por orden.

Para empezar el equipo volvió a encontrarse con el marcador en contra y muy pronto en su propia casa.

Córner botado en los primeros minutos por los visitantes y remate en la más completa soledad en el corazón del área por un jugador asturiano.

Este detalle no se puede soslayar en ningún momento pues hacerlo no sería responsable.

En los últimos 4 encuentros ( por no remontarnos más atrás), el Pontevedra ha recibido tres goles a balón parado que rayan en lo inexplicable y si se me apura en lo intolerable.

Tanto aquel segundo gol del Oviedo -Vetusta en el Requexón como el primer tanto logrado por el Rayo Cantabria hace ocho días y este logrado por el Marino ayer, son situaciones que no deberían producirse en un equipo que "lucha a brazo partido" con otros dos rivales por ascender de manera directa. Es una lucha sin apenas cuartel. con una puntuación muy alta y que ni perdona ni va a perdonar en el futuro muchos más deslices como los que el Pontevedra acumula en su propio área. 

Es cierto que de esos tres partidos citados, solo el de Santander supuso pérdida de puntos aunque el día del Vetusta nos obligó a pasar un último cuarto de hora poco apto para arterias atascadas.

El que esto escribe lleva ya muchas semanas advirtiendo que estos regalos absurdos nos pueden llegar a costar muy caro en este tramo de competición en el que ya no hay apenas margen para la reacción y pensando, sobre todo, en el decisivo partido ante el Ourense que cada vez está más cerca, las veleidades defensivas que a veces cometemos no niego que aumentan bastante mi preocupación.

Después del obsequio no hubo más que un equipo sobre el terreno de juego y ese fue el Pontevedra.

El Marino se "olvidó" de cualquier intención atacante y los granates agarraron la pelota y penetraron a través de la pobladas líneas defensivas rivales con personalidad y mucho peligro.

Llegaron las ocasiones y las paradas del portero del Marino hasta que en una brillante jugada colectiva, Garay cedía a Dalisson que sobre la misma línea de fondo enviaba un centro preciso para el remate a placer de Chiqui.

El propio Chiqui, un par de minutos después, fallaba una ocasión de aquellas que parece más difícil mandar fuera que a las redes anticipando lo que llegaría en la segunda parte pero Carlos López ponía la calma sobre la hora rematando un precioso y medido centro de Batos por la derecha.

Ochot jornadas consecutivas, ocho, lleva marcando este futbolista de Ares que ha pasado de estar claramente infrautilizado a romper todos los récords goleadores habidos y por haber en Pontevedra en lo referente a jornadas seguidas "mojando".      

Qué decir de la segunda parte?

El Pontevedra la afrontó como debe hacerlo aunque vaya ganando. 

Teniendo el balón, defendiéndose con la posesión y no entregándosela al rival para inmiscuirse en facetas del juego que no domina tan bien.

Es cierto, sin embargo, que mi impresión es que en el día de ayer el Marino no habría querido el balón ni aunque el Pontevedra se lo hubiera cedido perfectamente envuelto en papel de regalo y rodeado de caramelos brillantes.

La actitud del equipo asturiano no sé si por las bajas, algunas de ellas como Lora y Cuesta vitales para ellos, o por qué razón, se limitó a acularse en su zona de castigo sin manifestar voluntad o intención alguna de salir de ella en ningún momento.

Y los minutos empezaron a pasar con el Pontevedra fallando ocasiones por doquier.

Casi todos los jugadores gozaron de opciones pintiparadas para sentenciar pero ninguno de ellos fue capaz de meter la bolita entre los tres palos y acabar de una vez por todas con un partido que si bien parecía muerto sobre el césped no lo estaba en un marcador que seguía muy corto.

Sufrió el Pontevedra? Insisto, no. Imposible sufrir cuando tu rival no pisa tu propio campo más que en contadísimas ocasiones.

Sufrió este atribulado bloguero? Pues la verdad es que algo sí.

Y lo hice porque mientras Carlos y luego Rufo, Chiqui y luego Gueye, Yelko, Borja, Alex etc etc fallaban goles cantados, los minutos pasaban y la "cosa" no acababa de cerrarse y que un gol en contra se puede encajar por cualquier tontería o balón parado mal defendido.

Es cierto también que el que esto escribe pensaba que la actitud desconcertante del Marino, que perdía tiempo en cada acción a pesar de ir por detrás, podría encontrar justificación en su intención de pegar un arreón en los últimos 10 minutos que empezara a acelerar las pulsaciones del personal pero nada más lejos de la realidad.

Ni en el 80, ni en el 85 ni en el 90. El Marino siguió igual, cada cambio que realizaba ponía sobre el escenario a jugadores aparentemente noveles y carentes de envergadura y el Pontevedra siguió tocando y fallando oportunidades hasta que llegó ese final del partido que certificaba la consecución de tres puntos de oro y una nueva ventaja de dos sobre el Ourense que no pasó del empate en Langreo.

En un partido raro como el de ayer no se puede dejar de comentar otra "rareza".

Y es que a lo largo de buena parte del primer tiempo pudimos ver a Bastos en los escasos momentos en los que el Pontevedra no tenía la pelota incrustado en el medio centro haciendo una marca individual a un centrocampista rival.

Escuché con atención la rueda de prensa posterior de Iago Iglesias pero no se hizo alusión a este insólito hecho, casi tan insólito como ver a un equipo que iba perdiendo tomarse todo el tiempo del mundo para sacar de banda o de fondo.

Otro detalle del encuentro, este ya no raro pero sí digno de mención, es que Borja Domínguez parece haberle ganado el puesto a Samu Mayo.

La verdad es que en el partido de ayer con un contrario totalmente metido en defensa y sin la necesidad de correr para atrás en ningún momento, Borja estuvo cómodo llevando el peso de la dirección del centro del campo y contribuyó a ese dinamismo y velocidad en el juego que propició la remontada ya antes del descanso pero lo cierto es que a mí, insisto por lo menos a mí, me extraña la suplencia de un Mayo que antes de sufrir ese golpe en Oviedo no había manifestado bajón alguno en su rendimiento.

El caso es que tras un ejercicio de funambulismo innecesario, primero por encajar un gol otra vez cuasi imperdonable y después por no dedicarse a machacar como es debido la portería contraria por querer rizar el rizo de una forma desquiciante, el equipo afrontará con ese margen de dos puntos su visita al colista del grupo.

Si alguien cree que en Aranda nos van a recibir con oropeles y pancartas de bienvenida creo que se equivoca y mucho.

Es más, estoy casi convencido que si el Pontevedra vuelve a hacer el tonto en defensa es muy posible que no volvamos con una victoria que muchos dan por hecha.

No se gana un partido en esta categoría si no se expone personalidad, seguridad y contundencia.

De la última cualidad la verdad es que vamos bien pues fallar tanto en ataque como ayer no es lo normal.

Las otras dos cualidades, personalidad y seguridad, deben aparecer mucho más fuera de nuestro estadio.

Personalidad para tratar de imponer nuestro estilo la mayor parte del tiempo, sino todo y no tratar de jugar a algo a lo que no sabemos o sabemos menos, últimamente alguna tontería en ese sentido hemos hecho.

Y seguridad para tratar de no encajar goles evitables. Si te meten un gol como al que le han metido al Orense este Domingo en Langreo con un lanzamiento al ángulo desde la frontal pues bueno, fastidia pero aplaudes y sigues.

Ahora, que te metan goles como los de Santander, el de Oviedo o el de ayer pues ya es otra cosa. Es más muestra de desconcentración o despiste que otra cosa y en este momento de la Liga, a 6 partidos del final, lo que no se puede mostrar es eso sino todo lo contrario: confianza, hermetismo atrás y sangre en los ojos en ataque.

Veremos que pasa. 

  

lunes, 11 de marzo de 2024

No es una victoria cualquiera

No me gustaría convertir esta columna en algo parecido a una lista de la compra aunque reconozco que la primera parte de aquella puede que se le vaya a parecer un poco.

Me inquietaba el partido de ayer contra el Avilés por una importante serie de motivos.

Enumero algunos de ellos.

La plantilla del rival poblada por buenos jugadores, con oficio y experiencia en varios de ellos y además con un proyecto como entidad que tenía la pugna por el primer puesto a principios de temporada como objetivo y que ahora tiene la clasificación para el play off como misión casi imperativa para su gente.

La racha que traía este Real Aviles que acumulaba siete partidos sin perder (3 victorias y 4 empates) y cuyos números generales desde comienzo de Liga denotan la dificultad que conlleva derrotarlo pues no en vano, antes del partido de ayer, solo había perdido cinco encuentros.

La incapacidad preocupante que venía demostrando el Pontevedra CF  para dejar la portería a cero en los partidos de casa en los que había encajado en todos los de la segunda vuelta y a veces con errores que jamás tendrían que haberse producido.

El hecho de haber perdido el último encuentro jugado en Pasarón frente al Zamora y los posibles efectos que dicha circunstancia hubiera podido tener en el colectivo granate.

Y a todas ellas se añadía otra a última hora en forma de baja inesperada de uno de los jugadores más importantes de esta plantilla, Samu Mayo, y si el Pontevedra encontraría los mecanismos para suplir tan trascendental ausencia.

Esos eran solo algunas de las razones que me preocupaban a la hora de afrontar el choque frente a los asturianos, inquietudes que fueron poco a poco desapareciendo hasta que el colegiado del encuentro tuvo a bien señalar el final del mismo.

Entre las razones enumeradas al principio, la mayor de todas y una de las que dependía absolutamente de nosotros y del desempeño que los futbolistas sobre el césped fue quedando disipada con el paso de los minutos.

Era fundamental no equivocarse gravemente en defensa. No perder balones absurdos en zonas peligrosas que dieran alas a cualquier transición venenosa del rival y que pusiera el partido cuesta arriba. 

Había que tener, además, máxima concentración en las jugadas a balón parado pues el Avilés contaba con gente alta y peligrosa en ese lance del juego.

Esta premisa fundamental que acercaría mucho al equipo a mantener su portería virgen y, en consecuencia, a aumentar exponencialmente sus opciones para ganar un partido, se cumplió más o menos a rajatabla.

Digo más o menos porque errores graves, en efecto, no hubo pero sí existieron algunas descoordinaciones que felizmente no pasaron a mayores.

En una de ellas, el Avilés cogió a Alex más adelantado de lo que debía y el jugador que le ganó la espalda lanzó en buena posición atrapando ese balón con seguridad Edu.

En otra, la única realmente del choque en que sucedió, un atacante asturiano consiguió ahondar en uno de los puntos más vulnerables del sistema defensivo granate que no es otro que el que se produce cuando un rival logra enfrentarse a campo abierto con cualquiera de nuestros dos centrales.

En esta ocasión fue Churre el que se vio en esa tesitura y por lo menos logró parar en falta la acción ganándose una amarilla justa (la quinta, por cierto) pero impidiendo que la jugada llegase a mayores y que el lanzamiento consiguiente se marchara por encima del larguero de la portería local.

Un par de despejes peligrosos por arriba, uno de Alex en el segundo palo y otro de Garay tras un córner y ahí se acabó el bagaje ofensivo del Avilés que hasta el minuto 60 estuvo muy controlado por el Pontevedra y que en la última media hora encontró muchas más dificultades al verse con 10 y perdiendo 2-0.

Eso en defensa. 

Sin complicaciones, insisto, y teniendo por tanto la victoria a un solo tanto que podría llegar en cualquier instante dadas las soluciones que la plantilla granate tiene para encontrarse casi siempre con el gol.

A lo largo de la primera mitad el Pontevedra acumuló posesión pero no fue capaz de acelerar el juego con acierto en ese tramo del terreno de juego en el que los acercamientos se convierten en grandes ocasiones si aciertas con el último pase o con el centro atrás.

Influyó, en mi opinión en ello, el lamentable estado de la mitad del campo en la que tenía que atacar el Pontevedra en el primer tiempo.

No es que el campo que da a fondo norte esté impoluto y maravilloso pero es que la zona de sur sigue en estado precario y especialmente la banda de tribuna parece una masa achocolatada y seca en que ni siquiera es posible que la pelota bote un poquito.

Aún así, el equipo gozó de dos o tres buenas ocasiones, especialmente una de Carlos López y otra de Dalissón, para abrir el marcador e incluso Yelko en la última acción antes del descanso mandó una falta muy cerca de la portería avilesina.

Desde el primer momento de la segunda parte, no obstante, se vio a un Pontevedra más metido y más incisivo que en la primera.

Esto ya es novedad pues lo normal es que al equipo le cueste comenzar los segundos tiempos y ejemplos sobrados, sobre todo en casa, tenemos de ello.

En esta ocasión, no.

Ayer, esa continuidad que quizá faltó a lo largo de los primeros 45 minutos se consiguió nada más salir de la caseta y ya en el primer minuto Borja pudo marcar al enviar un balón al poste.

Es el caso de Borja Domínguez un ejemplo claro de lo que mejora un futbolista si a esa calidad que atesora, que es mucha y sobradamente conocida, le suma algo más de ritmo, de agresividad y de sentido de anticipación en medio campo.

Estuvo el vigués correcto en el primer tiempo pero más que notable en el segundo aportando ese dinamismo que a veces le falta y siendo importante en ese tramo de partido en el que el Pontevedra decantó el resultado a su favor. 

Fruto, por tanto, de esa mayor velocidad de juego llegaron los goles producto de balones parados pero derivados de jugadas previas con esa intención que hace a veces al Pontevedra un equipo diferente.

Primero Carlos López tras un córner magistral de Borja, con un remate de cabeza que llega a tocar en su propio antebrazo antes de entrar, (circunstancia que apenas fue advertida por nadie y que pudo desembocar en la anulación del gol)  y luego Mario también con la testa tras falta enviada al larguero por Dalisson hacían los goles que encarrilaron de manera definitiva el partido para los nuestros.

Y más teniendo en cuenta que en la jugada que originó la falta que desembocó en el segundo tanto, llegó la segunda amarilla de un jugador visitante lo que unido al 2-0 en el marcador acabó por inclinar la balanza del todo para el Pontevedra.

A partir de ahí el equipo se limitó a controlar el juego casi siempre con el balón que es como mejor se defiende el Pontevedra y aunque no manifestó demasiada intención de hacer sangre y meter más goles, sí es cierto que pudo aumentar la renta en acciones de Carlos López, Garay y una triple muy clara de Bastos, Yelko y Rufo que marraron tres remates casi consecutivos.

Por cierto, Carlos López acumula ya 6 jornadas seguidas marcando lo que no es baladí por la dificultad de la racha y aunque ayer tuvo dos más, de las que al menos debe convertir una, su presencia en el once titular sigue aportando cosas al equipo y poniendo de manifiesto que el Pontevedra cuenta con muchos recursos a la hora de perforar porterías rivales.

Esa facilidad para marcar (57 goles a favor llevamos ya) provoca que sea muy importante y casi decisivo que se mantenga la portería a cero. Es casi una garantía de llevarse los 3 puntos.

Mención especial, a mi juicio, merece también ayer un Bastos cuyo despliegue físico fue impresionante y que en ambas partes del partido no paró de subir y subir aportando soluciones ofensivas para el equipo.

Todos los motivos citados en las primeras líneas de esta columna hacían clave poder llevarse la victoria en el día de ayer.

El Pontevedra, además, despeja fantasmas que bien podrían haber rondado por las cabezas tras el último e importante traspié en casa y lo hizo de la mejor manera, cerrando la puerta de la tienda de regalos que quizá estuvo demasiado abierta hace 15 días.

La importancia de hacerse con los tres puntos en juego alcanzan todavía más volumen por los tropezones de nuestros dos rivales directos por el ascenso directo.

El Zamora, tras ir ganando un tramo enorme de partido, vio como el Oviedo Vetusta le igualaba cerca del final y el Orense perdía su partido por 2-1 en Torrelavega.

No nos engañemos de todas formas.

Recuperar el liderato, meterle 5 puntos a los zamoranos y 2 a los orensanistas está muy bien pero un mero visionado del resumen del encuentro jugado por estos últimos en Cantabria deja ver la cantidad de ocasiones claras que falló el Orense y mucho me temo que este equipo estará dando problemas hasta el final de la Liga.

La clasificación enseña también que el Pontevedra podría ser ya equipo de play off al final de la jornada siguiente si es capaz de vencer al Rayo Cantabria.

El hecho de que se enfrenten Compostela y Langreo provoca que nuestra victoria nos clasifique ya a falta de 7 jornadas para esas eliminatorias que ahora parecen, evidentemente, un premio menor pero que que deja bien a las claras el ritmo de puntuación de granate, orensanistas y zamoranos.

Es cierto que aún ganando en Santander podría existir una opción quimérica de triples empates si perdemos los 7 últimos partidos y el Avilés gana los 7 pero virtualmente ganando al Rayo aseguraríamos play off a falta de 7 choques.

Por último, no querría acabar sin reconocer que me sentí un tanto decepcionado por la afluencia de gente a Pasarón.

Es cierto que fueron más de 2.400 y que siguen siendo más que al comienzo de Liga pero también es verdad que son 200 menos que los que habían acudido en los últimos partidos y la realidad es que el Pontevedra no logra siquiera meter 3.000 seguidores en su casa cuando el equipo lucha a brazo partido por abandonar esta categoría y disfrutar de un mejor panorama la campaña siguiente.

Incluso me dio la impresión de los que sí fuimos estuvimos más callados de lo habitual, menos animosos, menos metidos, aunque eso puede deberse a una percepción personal equivocada.

El caso es que estos 8 partidos son vitales para el futuro a corto plazo de la entidad y los 4 de casa más que fundamentales.

A mi me gustaría ver un Pasarón más poblado, con más banderas, bufandas, color granate en las gradas que impulsasen el espíritu de los futbolistas ya desde antes del comienzo de los encuentros.

Me doy cuenta que caigo en la utopía pero es que la fuerza que transmite Pasarón cuando ruge, cuando canta y cuando anima en bloque es tan emocionante y resulta tan importante para el equipo que no me importa apelar a la nostalgia con tal de recordar la emoción que produce este estadio en el momento en que se convierte en uno con el equipo.

Próxima estación, Santander y un Rayo Cantabrra que lleva metido en play off casi toda la Liga.

Salida comprometida en la que debe aparecer la mejor versión de los nuestros.

Ganar allí nos daría un impulso enorme.

  

          


 

   

lunes, 26 de febrero de 2024

Reflexión, tranquilidad y mucha, mucha confianza.

 Ya he escrito en más de una ocasión que ser seguidor del Pontevedra CF no resulta fácil. 

Son demasiadas décadas alejados del mal llamado, en la era moderna, fútbol profesional y el sueño de volver a ver algún día a esta entidad ocupando un espacio que dejó de tener hace ya mucho tiempo, se ve jalonado por numerosos disgustos, frustraciones, enfados y desalientos que incluso hacen dudar, a veces, de la conveniencia de seguir sufriendo este daño interno que llega en días como ayer al fondo del corazón.

A cambio de tanto desaliento y sensación de vacío, las alegrías de verdad son muy escasas y parecen pequeños oasis en medio de la interminable superficie de un desierto ardiente y caluroso.

Por qué este atribuladísimo bloguero, como tantos otros aficionados, continúa bebiendo de esa escasa agua y sigue creyendo que alguna vez se podrá llegar a un lago de aguas cristalinas en el que dejar de lado el calor del día y el intenso frío de la noche para disfrutar de un clima suave y estable?

 La respuesta es complicada. 

Hablo por mí.

Ayer salí de Pasarón cabreado, jodido, triste y preocupado. Ver al Pontevedra en la cuarta categoría del fútbol de este país me resulta harto complicado y la necesidad personal que tengo de ver al equipo, al menos, en primera federación es acuciante.

Es por ello que las victorias a veces se rebozan de una ilusión desmedida ante la posibilidad de escapar de este sótano sin ventanas y por ello también las derrotas, sobre todo las claves como las de ayer, se reciben como un puñetazo en el rostro que te hace tambalear durante un rato largo de tiempo.

Luego, al llegar a casa y una vez apagados por completo los ecos del partido, empieza la labor de rearme, de volver a creer, de tratar de explicar el golpe y, en especial, de mirar al futuro con confianza y seguir pensando en que este equipo (que todavía tiene el ascenso directo en su mano) no se va a venir abajo y aprenderá de una vez de los errores que desde hace ya demasiado tiempo viene cometiendo.

El partido ya empezó de manera accidentada con media hora de retraso por la inundación que sufría toda la banda de tribuna y de la cual se hablará al final de esta columna.

Por qué perdió el Pontevedra CF ayer? Es posible que todos y cada uno de los 2.600 seguidores que ayer se dieron cita en el estadio tengan su diagnóstico.

El mío es que se volvieron a cometer errores y ofrecer regalos en defensa que acabaron por decidir el choque.

Lo venía comentando en las últimas semanas.

Si tú te relajas atrás y entregas ventajas en el marcador a filiales como el Fabril o el Valladolid Promesas o a equipos como el Cayón o el Coruxo (con todo el respeto a estos humildes pero muy dignos equipos) es muy posible que consigas salir a flote tanto por el fútbol que generes en aquellos tramos del partido en el que de verdad te conectes como por los errores que el equipo contrario puede cometer.

Eso fue lo que pasó contra todos esos rivales citados. No solo contra el Coruxo que regaló 2 goles y medio de los tres que hicimos para remontar sino también el Valladolid que regaló literalmente el tercero, el Cayón que vio como hasta tres de nuestros goles llegaban tras rebotar en sus jugadores o el Fabril que dio muchas facilidades en los dos primeros goles granates.

Ya se argumentó en este blog y en el podcast que lleva su mismo nombre, que si se seguían cometiendo errores defensivos que cuestan goles, en los partidos contra los dos rivales directos se acabarían pagando muy caro y, por desgracia, a si ha acabado sucediendo.

El Pontevedra sin hacer nada del otro mundo acumuló hasta tres ocasiones de gol en los primeros veinticinco minutos del partido de ayer. Es cierto que el Zamora no le hacía ascos al balón a lo largo de ese primer tiempo y lograba trenzar alguna posesión larga para desactivarnos pero la verdad es que el equipo no sufría en defensa.

Hasta que en el minuto 39, una jugada gestada por nuestra banda derecha defensiva acababa con un centro hacia el corazón del área que era rematado por el delantero centro rival haciendo el 0-1 en el marcador.

Lo que yo me pregunto todavía a estas alturas es como en una acción, que no se correspondía con un contragolpe o una pérdida peligrosa nuestra sino con un ataque más o menos organizado, era Alex González el jugador más cercano a Cañizo (bastantes centímetros no solo más alto sino también más ancho) y no cualquiera de los dos centrales.   

El caso es que un Zamora que apenas había inquietado se veía 0-1 arriba a raíz de un gol perfectamente evitable.

El regalo mayor, no obstante, llegó justo después del descanso y no es la primera vez que nos ocurre.

Pérdida absurda en medio campo entre Garay y Churre, equipo desorganizado y desubicado en defensa y contra del rival para poner un 0-2 que sentó como una navajada trapera en el costado del maltrecho cuerpo del Pontevedra.

No se debería cometer esa pérdida nunca pero menos en un partido vital y ante uno de los dos contrarios de enjundia del grupo.

Luego sí. 

Tras ese 0-2 que lo ponía todo tan difícil, el Pontevedra rompió a jugar ante un Zamora ya en ese momento dedicado por entero a defender su parcela y tratar de aprovechar al contragolpe otro error que pudiera cometer su rival.

El equipo encontró en Chiqui (que había sustituido a Toño en el descanso) un filón para desequilibrar por la izquierda y el ex del Coruxo por fin fue capaz de percutir con regularidad (y no a base de chispazos aislados) en muchas ocasiones generando opciones para sus compañeros.

Mayo creció mucho también por el medio y colaboró a empujar más hacia su área a un Zamora que ya tenía lo que quería y tampoco se vio demasiado molesto por defender con todo cerca de su portero.

Fueron minutos en los que el Pontevedra llegó muchas veces pero no encontró el remate definitivo. Minutos en los que "casi" se llegaba a un buen centro, en los que "casi " se remataba un gran pase y en los que "casi" se empujaba este o aquel balón.

El siguiente cambio fue el de Gueye por Garay (cambio que explica más cosas de las que parece sobre nuestor mercado de invierno) pero el senegalés con un Zamora muy metido atrás y con pocos espacios no logró darle al Pontevedra lo que sí conseguía Chiqui, con la ayuda de Alex, por la otra.

Carlos López no salió al campo hasta el 73.

Destaco esto porque por lo menos para el que esto escribe la infrautilización de este futbolista le genera una incredulidad que aumenta cada jornada que pasa.

Ayer, en ese cuarto de hora que jugó, marcó un gol de bandera, envió otro lanzamiento fuera por muy poco y le proporcionó un gol cantado tras dejada preciosa de cabeza a Churre cuando el partido moría justo antes de que el Zamora pusiera la anécdota del 1-3.

Ya no entro en el hecho de que parezca algo prohibido que desde el principio puedan jugar juntos Carlos y Rufo. Ahora, lo que parece claro en este tramo de Liga, es que el primero está en racha de cara al gol y que además hace más cosas que rematar balones a portería.

Si perdiendo 0-2 en casa un partido trascendental no se le saca hasta el minuto 73 es que se me escapa algo o no entiendo demasiado la razón.

El caso es que a pesar del acoso al que el Pontevedra sometió al área del Zamora desde el 50 hasta el 94, mi opinión es que el partido no se pierde en esa zona del campo sino en nuestra parcela defensiva.

Al Pontevedra (que en la primera vuelta apenas encajaba en Pasarón) le están metiendo goles todos los equipos que pasan por aquí y muchos de esos goles son fruto, más que del acierto rival, de nuestra relajación y flojera defensiva.

Ayer se perdió por eso y no por otra cosa.

El fútbol que desplegó el Pontevedra tanto en los primeros 25 minutos como, sobre todo, en la segunda parte le llevaría a ganar cualquier partido de esta Liga siempre y cuando se empiece a minimizar al rival con el 0 en nuestro marcador en contra.

Con 0-2 no es que no se gane al Zamora, como así pasó, es que tampoco nos dio para empatar al menos contra el Torrelavega en el debut liguero.

Ahí y no en otra faceta del juego es en la que el Pontevedra debería incidir, reflexionar, entender y finalmente cambiar para sacar esto adelante.

Hay un factor de la derrota de ayer que no podemos controlar ahora y es el subidón de moral que ha experimentado un Zamora que de haber perdido se habría visto casi fuera de la lucha y que con la victoria se mete de lleno en la pelea.

No obstante, hay otro factor sobre el que sí podemos ejercer ese control y que resulta verdaderamente primordial saber manejar, nuestro propio estado emocional tras el gran palo de ayer.

Cono se acaba de comentar, el cuerpo técnico y la plantilla deben reflexionar con tranquilidad sobre lo que ocurre sobre todo en casa en nuestra propia zona defensiva.

Deben hacerlo, insisto, con calma y carácter constructivo.

Además, ese proceso de reflexión debe verse acompañado de manera obligatoria por el equilibrio mental que debe imperar en situaciones como esta.

Ayer había una ocasión inmejorable para alejar al Zamora y seguir en lo más alto.

Por contra, el Zamora se ha puesto a la par y el Orense por delante.

Pero quedan 10 partidos, 10, y el Pontevedra sigue dependiendo de sí mismo para acabar primero y volver a escapar de esta maldita categoría.

El equipo puede porque ya ha demostrado que puede. Ahora, lo más importante junto al análisis de los errores propios del juego es no decaer, no venirse abajo, no entrar en dudas y tener más confianza que nunca.

La plantilla y el entrenador deben saber que no están ni mucho menos solos.  

Que todos los aficionados estamos detrás y que esta familia granate está acostumbrada a navegar en medio de las aguas procelosas de las derrotas inesperadas, la igualdad máxima y los momentos complicados del equipo.

La afición no decaerá y lo importante es que los futbolistas tampoco lo hagan y demuestren en Oviedo que no están dispuestos a ceder ni ante el Zamora, ni ante el Ourense ni ante nadie.

No puedo terminar esta columna sin hablar, siquiera brevemente, de los prolegómenos de ayer.

No nos engañemos.

Que la banda de tribuna estuviera inundada de esa forma no se justifica por la lluvia continuada de las 12 horas anteriores. Esto se debe a una construcción lamentable y a unos defectos que existen desde el mismo día que se inauguró el estadio.

Definitivamente, la operación que realizó el club en verano ha fracasado y el mayor responsable de esta verguenza se codea ahora con otros Presidentes Territoriales y se permite el lujo de hablar de labores de mantenimiento y otras chorradas.

Al margen de ello, la imagen que ha dado la entidad con el Consejero económico, el Manager general y el consejero para todo, achicando agua con escobas ha sido lamentable.

No se trata de no agradecer a estos directivos su labor "escobera" sino dejar claro que no contar con una bomba de agua, por modesta que fuera, o con otro personal que pudiera hacer esa labor " a mano", vuelve a dejar claro que estamos a años luz de una gestión profesional de todo esto y que los pequeños pasos que se están dando en ese sentido son eso, muy pequeños.

Relamete, solo faltó la Presidenta con las katisukas.     

Termino con la única palabra que debe preocupar al equipo de aquí al próximo Domingo: Oviedo, Oviedo y Oviedo.