Desde el mismo instante en que sonó el silbato del árbitro indicando el final del encuentro contra el Numancia, junto a la alegría y el alivio que proporcionaban los tres puntos, tuve también la impresión de que el esfuerzo físico y mental de ese partido debería ser manejado con inteligencia por los equipos para superar con éxito la prueba que llegaría en fin de semana.
Fue uno de esos partidos en los que el espectador afín a alguno de los contendientes acaba también agotado.
La piernas agarrotadas como si se hubiera corrido continuamente por la banda, el corazón estrujado de una manera parecida a como lo estaría de haber pegado varios sprints persiguiendo a un contrario y la cabeza satisfecha por la victoria, sí, pero acusando la concentración y el cansancio de 90 minutos tan importantes.
Si los propios seguidores acababan así el partido ni que decir tiene que el desgaste para los futbolistas tenía que haber sido realmente bestial.
No sé si mediatizado por el esfuerzo del miércoles o por la exagerada polémica que arrastró el choque en los siguientes días, el Numancia caía derrotado el Domingo por la mañana en el campo del Escobedo y proporcionaba al Pontevedra CF una oportunidad de oro para estirar la ventaja a 7 puntos y colocarse en una situación difícil de prever tan solo siete días antes tras la derrota en feudo del Avilés.
En teoría, la labor parecía más sencilla que la de entre semana.
Visitaba Pasarón un Coruxo que suele caer derrotado en Pontevedra cada vez que visita nuestro campo y además esa matutina derrota soriana podría dotar de energía y más motivación a una plantilla deseosa de conseguir el objetivo cuanto antes.
Pero el Pontevedra había gastado también muchas fuerzas cuatro días antes y afrontar debidamente el partido ante el equipo vigués constituía una prueba no solo en el aspecto futbolístico sino también en la faceta mental.
De entrada, nos encontramos por sorpresa con la ausencia en la convocatoria de Pelayo Suárez cuya sola presencia en defensa suele dotar de agresividad y personalidad al juego colectivo granate.
Es cierto, sin embargo, que las rotaciones fueron menores a las que este atribulado bloguero esperaba.
Teniendo en cuenta los jugadores que actuaron frente al Numancia, creía que jugadores como Mario, Rufo, Alex, Novo o incluso Xabi tendrían protagonismo desde el principio para dinamizar un poco el físico del equipo.
Sin embargo, solo Rares (que entraba por Mayo) y Fontán (que lo hacía por Pelayo, mandando a Garay al centro de la defensa), se convirtieron en novedades mientras los otros nueve repetían titularidad con respecto al Numancia.
El Coruxo tenía claro lo que tenía que hacer. Meter a todos sus jugadores por detrás del balón, estar muy juntos y cohesionados y defender todas las vías de entrada hacia su portería en espera de que el paso de los minutos fueran haciendo mella en las piernas de los locales y tratar de aprovechar alguna oportunidad.
Y lo cierto es que el plan le salió a la perfección a lo largo de toda la primera mitad.
Fue un primer tiempo lento, espeso sin apenas "electricidad" en el juego del Pontevedra y con escasas opciones para marcar.
El Coruxo tuvo una tras error individual de Igor que no quiso utilizar su pierna derecha para despejar y se acabó complicando y el Pontevedra otra en las botas de Dalisson que repelió el veterano portero del Coruxo.
Un detalle adicional a tener en cuenta para comprender la espesura de los 45 minutos iniciales (además del buen hacer defensivo visitante y la escasa capacidad para mover rápido el balón de los locales), viene protagonizado por el césped.
Atacar a un bloque bajo en el campo que da al fondo sur resulta bastante más complicado que hacerlo en la otra mitad de la hierba. Ya se ha repetido muchas veces y no es algo nuevo pero esa mitad del campo hace muy complicado que el juego adquiera la fluidez que el Pontevedra necesita.
El guión, por tanto, no era demasiado diferente al que podría esperarse.
Era parecido a esos libretos que se producen en la élite cuando un equipo que juega la Champions League actúa poco después en la Liga en su propio estadio.
Esos partidos comienzan lentos, con el equipo local tratando de madurar el partido que ya esperaba largo y en el fondo creyendo que en algún instante llegará el tanto que incline la balanza a su favor... aunque a veces ese gol no llega nunca.
La segunda parte comenzó con algo más de ritmo pero sobre todo se activó al cuarto de hora con el triple cambio efectuado por Iago.
Entraron Samu Mayo, Alex y Novo y el partido se agitó lo suficiente para que las ocasiones fueran llegando a la portería coruxista.
Mayo logró dotar de algo más de velocidad a la circulación del balón, Novo (aún acostado en banda y por tanto con alguna dificultad más) pudo intervenir y participar en la elaboración y Alex (al que sigo sin ver en su mejor versión) sí penetró y creó dificultades al rival por el flanco izquierdo.
Además, Dalisson empezó a destapar el tarro de las esencias para fabricar regates "imposibles", estar cerca del gol en un par de ocasiones e intimidar un poco más a un Coruxo que perdió también algo de inteligencia y situación en el campo con la salida del partido de Borja Domínguez.
Alrededor del minuto 80, el Pontevedra elabora una buena jugada por banda derecha que termina en centro al que Rufo intenta llegar y el rechace subsiguiente acaba en la bota izquierda de Samu Mayo que ejecutaba un precioso tiro para derribar la muralla firme del Coruxo.
Es verdad que en los últimos minutos, cuando más controlado debía estar el partido, cometimos algunos errores que pudieron costar caro y que tenemos que evitar cometer en los partidos que restan de Liga.
Especialmente, un desajuste en banda derecha que provocó un centro en muy buena posición de un rival que no fue rematado al fondo de la portería por la aparición milagrosa a última hora de un Alex que pudo enviar el balón a córner.
En esa jugada no estuvo nada intenso en defensa Xabi Domínguez que había salido al campo en los últimos minutos tras dos semanas fuera de las listas.
Es Xabi un futbolista que a lo largo de la temporada ha enseñado velocidad y desenvoltura para tratar de desbordar por banda pero al que a veces le fata algo tan importante como la aplicación defensiva y más en contextos como el del final del partido contra el Coruxo.
Debe corregir eso y entender que correr para atrás es a veces incluso más importante que hacerlo para adelante.
El partido terminó con algún que otro sobresalto menor que el recientemente mencionado y los tres puntos de oro puro acabaron entrando en la cartera del Pontevedra CF.
No era fácil gestionar como ya he apuntado el desgaste físico y mental del miércoles pero tampoco lo era el saber que tras la nueva derrota del Numancia, todo el mundo esperaba (esperábamos) que el equipo volviera a ganar y alcanzara una ventaja que ya es realmente importante.
Hacía falta madurez y creo que el equipo la puso.
El futuro ahora se ve de una forma completamente diferente.
Con las matemáticas en la mano, el Pontevedra necesita 12 de los 18 puntos que quedan siempre y cuando el Numancia gane los 6 partidos en juego.
A pesar de ello, entiendo que el equipo debe apretar ahora más que nunca. No debe permitirse el lujo de aflojar ni un ápice la "soga" que ahora mismo tiene al cuello el equipo numantino.
El próximo encuentro representa una ocasión pintiparada para dar otro paso gigantesco hacia el ascenso.
No hemos ganado todavía fuera en la segunda vuelta y vamos a jugar al campo de un equipo que lleva 6 victorias seguidas y está en un momento formidable.
Habrá nutrida representación de la marea granate en Carballo y además se jugará en hierba artificial, superficie en la que esta temporada el Pontevedra se ha manejado mejor que otras campañas.
Creo que todos estos ingredientes son ideales para que el equipo, siendo consciente de la dificultad grande del enfrentamiento, se plante ante el Bergantiños decidido a cambiar su rumbo fuera de casa y a lograr 3 puntos que allanen todavía más el camino a la 1RFEF.
No me gustaría terminar estas líneas sin subrayar una vez más la tremenda injusticia que se ha cometido estos días atrás con esta plantilla y este cuerpo técnico.
Las palabras de Aitor Calle, especialmente contra un colega de profesión, me parecen realmente exageradas y fuera de lugar.
Se han dicho muchas cosas del Pontevedra, de su entrenador y también de su afición y he echado en falta una defensa más contundente por parte de la entidad hacia su gente.
No se trata de participar ni alentar los delirios judiciales del Numancia pero sí dejar claro que el Pontevedra tiene actualmente 59 puntos en la tabla por su trabajo futbolístico y leal en los campos de juego.
Que tiene una plantilla y un cuerpo técnico que ha honrado al fútbol en la Copa del Rey.
Que tiene una afición entendida, respetuosa y que apoya a su equipo aún con la tremenda retahila de decepciones y fracasos deportivos que lleva a cuestas.
No creo que sea tan difícil. De verdad, no lo creo.
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