Recuerdo una escena de una
película de Paul Newman que me impresionó bastante cuando era niño.
En ella un familiar del personaje
de Newman (maderero como él) sufría un accidente a consecuencia del cual
quedaba medio sumergido en el agua aprisionado por el peso de varios troncos
que le impedían efectuar movimiento alguno.
A medida que la marea subía y
subía el agua acababa por vencerle ante la impotencia del inolvidable actor de
ojos azules que asistía impotente y desesperado a la muerte lenta por
ahogamiento del otro sin que nadie pudiera acudir en su socorro.
El Pontevedra CF, por su parte,
hace mucho tiempo que permanece metido en el agua atenazado por su propia
impotencia e incapacidad mientras el agua lenta pero inexorablemente cubre todo
su “organismo” amenazando con una muerte en forma de descenso tras esta agonía
continua que padece semana tras semana.
Ayer tenía la posibilidad el club
granate de mover un poco su cuerpo hacia arriba atenuando la presión de esos
troncos que lo arrastran sin remedio en su partido en casa frente a la
Ponferradina.
Los bercianos acudían a
Pontevedra con el “honor” de ser el segundo peor equipo fuera de casa además de
ostentar el último puesto de la tabla en lo que se refiere a goles a favor como
visitante.
A pesar de esos datos que
invitaban a pensar que se podría conseguir un triunfo crucial, el equipo no
pudo pasar de un empate obtenido en los minutos finales y después de que el
rival perdonara en un par de ocasiones la sentencia definitiva del choque.
Como debe estar la situación en
el seno de nuestro Pontevedra para que Luismi optara a falta de nueve jornadas
para el final por una alineación “mini revolucionaria” en la que tenían la
oportunidad de debutar como titulares en Liga tanto Jesús Barbeito como
Lezcano.
Novedoso resultó igualmente el
sistema con el que el técnico decidió comenzar el partido con Jorge Hernández
más atrasado de lo habitual y dos puntas claras.
El equipo en esa primera mitad
estuvo excesivamente separado en sus líneas y generó todo su peligro en las
internadas kilométricas de un Alex González que a la media hora de juego ya
daba muestras evidentes de desfondamiento.
A pesar de todo ello y de que la
Ponferradina encontró el gol en una de sus múltiples aproximaciones por la
derecha de su ataque, el Pontevedra logró empatar muy poco después en una
acción a balón parado y tras algún rechace que volvía a dar esperanzas de poder
voltear definitivamente el resultado en la segunda parte.
Y esa sensación de mejoría
encontró más argumentos en los primeros minutos del segundo tiempo. Con un
cambio en el dibujo (se pasó a jugar 4-1-4-1 con David Castro de lateral
clásico en la izquierda, Marcos en la derecha y Jesús Barbeito por detrás de
Kevin y Jorge) el Pontevedra se hizo con el mando en los primeros diez o quince
minutos de la segunda parte y si bien no creó ocasiones claras para marcar sí
consiguió arrinconar un tanto a la Ponferradina que no podía salir de su campo
ante un Pontevedra más junto y más ordenado.
Sin embargo, en la primera jugada
en la que el rival pudo hacerse con la posesión y forzar un par de jugadas
seguidas a balón parado, el Pontevedra volvió a defender de manera lamentable
un corner y facilitó el segundo de los bercianos que sumió al equipo en un pozo
del que sólo pudo escapar a medias muchos minutos después.
Fue esa fase del partido (la que
siguió al 1-2 y hasta el empate del 85) realmente descorazonadora en la que el
equipo navegó en la más absoluta de las derivas y sobrevivió al hundimiento
total únicamente por el desacierto del contrario que desaprovechó dos ocasiones
enormes para dar la puntilla.
En esos minutos saltaron al campo
(no se si ese verbo “saltar” es el apropiado o quizá se debería utilizar algún
otro mucho más descriptivo) los dos jugadores protagonistas de los dos primeros
cambios del Pontevedra.
Primero lo hizo Añón en lugar de
un Lezcano que no cuajó un buen partido y después Prosi para dar minutos de
descanso a un Kevin que regresaba a la titularidad tras varias semanas de baja
por lesión.
Ni uno ni otro hicieron notar su
presencia sobre esa “cosa verde y marrón” que no sé si llamar césped de
Pasarón.
Si Luismi Areda imaginó que con
esos cambios el Pontevedra CF iba a mejorar dada la presunta importancia de los
dos jugadores que se incorporaban desde el banquillo, lo cierto es que el signo
del encuentro no cambió ni un ápice y ni el atacante ni el centrocampista
aportaron absolutamente nada al juego de su equipo.
Por suerte la Ponferradina
todavía tuvo tiempo de demostrar porque acumula esos números tan malos fuera del
El Toralín y Darío Flores consiguió rematar a gol un saque de esquina en una
acción en la que debería haber mandado sin discusión el portero berciano.
Los últimos minutos fueron de
locura y la “Ponfe” todavía pudo ganar en un lanzamiento muy peligroso despejado
por Edu mientras que el Pontevedra intentaba acercarse con más corazón que
cabeza por el área visitante sin encontrar esa ocasión que podría haber
proporcionado el milagro.
Este punto que en los minutos
siguientes a la finalización del choque supuso una pequeña bocanada de aire
ante una derrota que parecía irremediable, no es ni mucho menos un buen
resultado dada la caótica situación que mantenemos en la tabla.
Ayer jugamos, insisto, con el
segundo peor equipo de la Liga como visitante y era una ocasión pintiparada
para sumar de a tres y aprovechar los resultados de dos enfrentamientos
directos entre cuatro de nuestros rivales.
Con este triste empate el
Pontevedra continúa en puestos de descenso directo y tiene como panorama más
cercano un desplazamiento a A Coruña para disputar un derby dificilísimo contra
un Fabril en play off y con una muy buena racha de resultados.
El agua ha subido tras el partido
de ayer varios centímetros sobre el “cuerpo” de la entidad y alcanza ya la
barbilla de este Pontevedra incapaz de salir de este maldito agujero en el que
se ha metido.
Curiosamente, a finales de la
semana pasada conocíamos que el próximo partido en casa frente al Talavera se
jugará en Jueves Santo supongo que para preparar mejor la final de ese engendro
denominado “Copa garrafón”.
Por tanto, el Pontevedra jugará
el Sábado en Coruña y cinco días después otra final a vida o muerte en Liga en
el Estadio de Pasarón en la que nos estaremos jugando sin tapujos y ambages de
cualquier clase nuestra vida en la categoría.
Entiende este atribulado
columnista que resulta más importante para el club preparar con “mimo” la final
de este torneo que no le interesa a casi nadie que el partido trascendental
frente al Talavera que tendremos que ganar sí o sí para no fenecer por
ahogamiento en las aguas turbulentas de la tercera división.
¿De verdad que existe algún
aficionado granate que está dispuesto a celebrar este título aún descendiendo
el equipo de manera humillante e inexplicable al primer sótano del pozo del
fútbol español?
Por lo menos espero que se
publicite sin descanso que el partido frente al Talavera se disputará el Jueves
Santo pues no sería la primera vez esta misma campaña que aficionados granates
no se enteran de la fecha en la que juega su equipo.
Mucho tiene que cambiar esto para salvarnos, el otro día se empató porque la Ponferradina nos perdonó con el 1-2, pero seguimos sin jugar a nada
ResponderEliminarNo se molesten en escuchar la entrevista a Feans en pontevedraviva, decir lo que dijo, y lo que le preguntaron, y no decir nada es lo mismo.
ResponderEliminarDe empate en empate hasta la derrota final, ya no hay quien nos pare me temo.
Pues después del partido de Abegondo ya nos entra el agua por las comisuras de los labios.
ResponderEliminarGrada Sur, pues si lees la crónica de Ramiro de lo de Abegondo parece que perder fue una de las mayores injusticias de la historia del fútbol, cuando en la 2ª parte hicimos el ridículo
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