lunes, 19 de marzo de 2018

El agua por la barbilla


Recuerdo una escena de una película de Paul Newman que me impresionó bastante cuando era niño.
En ella un familiar del personaje de Newman (maderero como él) sufría un accidente a consecuencia del cual quedaba medio sumergido en el agua aprisionado por el peso de varios troncos que le impedían efectuar movimiento alguno.
A medida que la marea subía y subía el agua acababa por vencerle ante la impotencia del inolvidable actor de ojos azules que asistía impotente y desesperado a la muerte lenta por ahogamiento del otro sin que nadie pudiera acudir en su socorro.

El Pontevedra CF, por su parte, hace mucho tiempo que permanece metido en el agua atenazado por su propia impotencia e incapacidad mientras el agua lenta pero inexorablemente cubre todo su “organismo” amenazando con una muerte en forma de descenso tras esta agonía continua que padece semana tras semana.

Ayer tenía la posibilidad el club granate de mover un poco su cuerpo hacia arriba atenuando la presión de esos troncos que lo arrastran sin remedio en su partido en casa frente a la Ponferradina.
Los bercianos acudían a Pontevedra con el “honor” de ser el segundo peor equipo fuera de casa además de ostentar el último puesto de la tabla en lo que se refiere a goles a favor como visitante.

A pesar de esos datos que invitaban a pensar que se podría conseguir un triunfo crucial, el equipo no pudo pasar de un empate obtenido en los minutos finales y después de que el rival perdonara en un par de ocasiones la sentencia definitiva del choque.

Como debe estar la situación en el seno de nuestro Pontevedra para que Luismi optara a falta de nueve jornadas para el final por una alineación “mini revolucionaria” en la que tenían la oportunidad de debutar como titulares en Liga tanto Jesús Barbeito como Lezcano.
Novedoso resultó igualmente el sistema con el que el técnico decidió comenzar el partido con Jorge Hernández más atrasado de lo habitual y dos puntas claras.

El equipo en esa primera mitad estuvo excesivamente separado en sus líneas y generó todo su peligro en las internadas kilométricas de un Alex González que a la media hora de juego ya daba muestras evidentes de desfondamiento.
A pesar de todo ello y de que la Ponferradina encontró el gol en una de sus múltiples aproximaciones por la derecha de su ataque, el Pontevedra logró empatar muy poco después en una acción a balón parado y tras algún rechace que volvía a dar esperanzas de poder voltear definitivamente el resultado en la segunda parte.

Y esa sensación de mejoría encontró más argumentos en los primeros minutos del segundo tiempo. Con un cambio en el dibujo (se pasó a jugar 4-1-4-1 con David Castro de lateral clásico en la izquierda, Marcos en la derecha y Jesús Barbeito por detrás de Kevin y Jorge) el Pontevedra se hizo con el mando en los primeros diez o quince minutos de la segunda parte y si bien no creó ocasiones claras para marcar sí consiguió arrinconar un tanto a la Ponferradina que no podía salir de su campo ante un Pontevedra más junto y más ordenado.

Sin embargo, en la primera jugada en la que el rival pudo hacerse con la posesión y forzar un par de jugadas seguidas a balón parado, el Pontevedra volvió a defender de manera lamentable un corner y facilitó el segundo de los bercianos que sumió al equipo en un pozo del que sólo pudo escapar a medias muchos minutos después.

Fue esa fase del partido (la que siguió al 1-2 y hasta el empate del 85) realmente descorazonadora en la que el equipo navegó en la más absoluta de las derivas y sobrevivió al hundimiento total únicamente por el desacierto del contrario que desaprovechó dos ocasiones enormes para dar la puntilla.
En esos minutos saltaron al campo (no se si ese verbo “saltar” es el apropiado o quizá se debería utilizar algún otro mucho más descriptivo) los dos jugadores protagonistas de los dos primeros cambios del Pontevedra.
Primero lo hizo Añón en lugar de un Lezcano que no cuajó un buen partido y después Prosi para dar minutos de descanso a un Kevin que regresaba a la titularidad tras varias semanas de baja por lesión.
Ni uno ni otro hicieron notar su presencia sobre esa “cosa verde y marrón” que no sé si llamar césped de Pasarón.
Si Luismi Areda imaginó que con esos cambios el Pontevedra CF iba a mejorar dada la presunta importancia de los dos jugadores que se incorporaban desde el banquillo, lo cierto es que el signo del encuentro no cambió ni un ápice y ni el atacante ni el centrocampista aportaron absolutamente nada al juego de su equipo.

Por suerte la Ponferradina todavía tuvo tiempo de demostrar porque acumula esos números tan malos fuera del El Toralín y Darío Flores consiguió rematar a gol un saque de esquina en una acción en la que debería haber mandado sin discusión el portero berciano.
Los últimos minutos fueron de locura y la “Ponfe” todavía pudo ganar en un lanzamiento muy peligroso despejado por Edu mientras que el Pontevedra intentaba acercarse con más corazón que cabeza por el área visitante sin encontrar esa ocasión que podría haber proporcionado el milagro.

Este punto que en los minutos siguientes a la finalización del choque supuso una pequeña bocanada de aire ante una derrota que parecía irremediable, no es ni mucho menos un buen resultado dada la caótica situación que mantenemos en la tabla.
Ayer jugamos, insisto, con el segundo peor equipo de la Liga como visitante y era una ocasión pintiparada para sumar de a tres y aprovechar los resultados de dos enfrentamientos directos entre cuatro de nuestros rivales.
Con este triste empate el Pontevedra continúa en puestos de descenso directo y tiene como panorama más cercano un desplazamiento a A Coruña para disputar un derby dificilísimo contra un Fabril en play off y con una muy buena racha de resultados.
El agua ha subido tras el partido de ayer varios centímetros sobre el “cuerpo” de la entidad y alcanza ya la barbilla de este Pontevedra incapaz de salir de este maldito agujero en el que se ha metido.

Curiosamente, a finales de la semana pasada conocíamos que el próximo partido en casa frente al Talavera se jugará en Jueves Santo supongo que para preparar mejor la final de ese engendro denominado “Copa garrafón”.
Por tanto, el Pontevedra jugará el Sábado en Coruña y cinco días después otra final a vida o muerte en Liga en el Estadio de Pasarón en la que nos estaremos jugando sin tapujos y ambages de cualquier clase nuestra vida en la categoría.
Entiende este atribulado columnista que resulta más importante para el club preparar con “mimo” la final de este torneo que no le interesa a casi nadie que el partido trascendental frente al Talavera que tendremos que ganar sí o sí para no fenecer por ahogamiento en las aguas turbulentas de la tercera división.

¿De verdad que existe algún aficionado granate que está dispuesto a celebrar este título aún descendiendo el equipo de manera humillante e inexplicable al primer sótano del pozo del fútbol español?
Por lo menos espero que se publicite sin descanso que el partido frente al Talavera se disputará el Jueves Santo pues no sería la primera vez esta misma campaña que aficionados granates no se enteran de la fecha en la que juega su equipo.


4 comentarios:

  1. Mucho tiene que cambiar esto para salvarnos, el otro día se empató porque la Ponferradina nos perdonó con el 1-2, pero seguimos sin jugar a nada

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  2. No se molesten en escuchar la entrevista a Feans en pontevedraviva, decir lo que dijo, y lo que le preguntaron, y no decir nada es lo mismo.
    De empate en empate hasta la derrota final, ya no hay quien nos pare me temo.

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  3. Pues después del partido de Abegondo ya nos entra el agua por las comisuras de los labios.

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  4. Grada Sur, pues si lees la crónica de Ramiro de lo de Abegondo parece que perder fue una de las mayores injusticias de la historia del fútbol, cuando en la 2ª parte hicimos el ridículo

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