viernes, 30 de marzo de 2018

"Match ball" superado


Había que ganar para seguir vivos. 

Sin ambages. Sin matices de ningún tipo. 

O se sacaban los tres puntos en casa frente al Talavera o el descenso adquiriría ya el carácter de virtual.

Y la tarde decidió engalanarse para la ocasión con el traje adecuado para la cita. Ropajes compuestos por nubes negras, negrísimas; frío; viento fuerte y racheado, lluvia atemporalada y una oscuridad inquietante más propia de la previa de un funeral deportivo que de una fiesta futbolística.

En el once inicial granate nuevos cambios con respecto a la jornada anterior especialmente en el medio centro. Tanta variación en esa ubicación del terreno de juego hace pensar a veces en una bolita blanca girando en una ruleta hasta posarse lentamente en el dorsal del jugador agraciado con la titularidad.
En el día de ayer, Jesús Barbeito que había sido titular en los dos últimos partidos pasaba a formar parte de la grada sin pasar por el banquillo. Y Alex Fernández hacía el mismo recorrido en sentido inverso.
Junto al corajudo Fernández, Kevin completaría el medio campo con Añón a la derecha, Alex Glez a la izquierda y Mouriño por detrás de Eder.
En defensa, por el contrario, el equipo no presentaba novedades importantes y Flores, León, Juan y David Castro formaban en defensa de cuatro con el objetivo de no dar facilidad alguna a sus rivales.

Y el partido comenzó a juego con el paisaje tenebrista que coloreaba el ambiente y que habría firmado el mismísimo Caravaggio.

Los dos conjuntos se medían sin propinarse puñetazo alguno (al margen de los malos modos del delantero centro talaverano que trataba de aguar la fiesta a los centrales granates) hasta que poco después del minuto diez Adríán Mouriño comenzó fraguar el que sería su mejor partido en mucho tiempo con la camiseta pontevedresa.
El “barrilete” granate se hizo con una pelota en lateral derecho del área contraria para con habilidad ganar la posición del defensa que le encimaba y entrar en el área hasta caer al suelo por la acción del superado jugador blanquiazul.
¿Penalti claro? ¿Penalti Light? Eso era lo de menos. Lo importante es que fue señalado y lo todavía más esencial es que a David Añón no le temblaron las “meninges” a la hora de hacerse con el cuero, colocarlo en el punto fatídico y enviarlo al fondo de las mallas engañando por completo al meta rival.

Casi sin solución de continuidad y con el Talavera todavía afectado por el primero, un balón suelto es aprovechado otra vez por Mouriño para superar a una despistada y floja defensa visitante, penetrar por el mismo lado del área en la que se cometió el penalti y ceder un balón venenoso a Eder que sin portero enfrente sólo tuvo que empujar la pelota para hacer el segundo.

Todo habría resultado más poético y maravilloso si con ese 2-0 los cielos se hubieran abierto y los rayos de sol iluminado el ex vetusto Estadio de Pasarón para celebrar esa confortable ventaja que hacía pensar que el equipo iba a seguir vivo una jornada más.

Lo cierto es que no fue así. El viento siguió soplando, la lluvia siguió cayendo y las nubes negras se tiñeron de un negro todavía más oscuro pero la luz que no apareció en el firmamento si se hizo presente en las caras tanto de los jugadores locales como de los aficionados que respiraron aliviados ante el cariz que había tomado el partido.

Es cierto que a partir de ahí el Pontevedra apenas apareció en ataque en el resto de la primera parte y que el Talavera intentó estirarse penetrando como ya es habitual por el costado derecho de nuestra defensa, flanco por el que las ayudas defensivas volvían a brillar por su ausencia.
No obstante, la ocasión de oro para el equipo castellano llegó desde el otro lado y fue desbaratada por un Edu Sousa colosal que en un alarde de reflejos despejó con una pierna el remate a bocajarro de un atacante talaverano provocando los aplausos de un público que ya se lamentaba por lo que parecía un 2-1 irremediable.

Tras el descanso la primera sorpresa vino motivada por el primer cambio visitante. Su ariete, Espinar, que había demostrado pelea y capacidad para estorbar el trabajo de Darío Flores y León dejaba su puesto a un compañero menos tanque y con más capacidad de movimiento pero menos mala leche que el sustituido.

El Pontevedra empezó esa segunda parte tratando de mandar y con la defensa bastante adelantada dadas las circunstancias que en ese momento reinaban en el choque. Sin embargo, el Talavera pronto se hizo con la posesión de la pelota y trató de presionar más y mejor a los jugadores granates. Fueron minutos difíciles en los que el conjunto rival parecía crecer de la mano de su mediocentro Quaye que corría, recuperaba e incluso distribuía para hacer jugar a sus compañeros.
También es cierto que en esa fase del partido Adrián Mouriño (que a diferencia de otras ocasiones no decayó en su trabajo por cuestiones físicas) pudo hacer el tercero en una jugada maravillosa en la que se revolvió en la frontal con mucha clase y envió un gran zurdazo al larguero de la portería castellana.
Aún así el Talavera parecía mejorar y sin que realmente existiera un peligro real sobre el área de Edu sí daba la impresión que un gol visitante podría generar un auténtico estado de nervios en el Pontevedra.

En ese instante, mediada la segunda parte, llegó la segunda sorpresa y también por parte del Talavera. El entrenador decidía mover ficha y hacer el segundo cambio y el elegido para marcharse fue ese jugador de raza negra, Quaye, que estaba en ese momento siendo el mejor jugador de su equipo.

El primer cambio granate realizado poco después contenía igualmente su dosis de incredulidad al decidir Luismi sustituir a Alex Fernández por el “reaparecido” Jimy.
Ese cambio supuso de una tacada el cambio de posición de dos jugadores granates, Adríán León de la defensa al medio centro y David Castro del lateral al central.
 Ese cambio, además, dejaba en el campo a Kevin Presa que estaba amonestado.

Y ahí llegó una de las buenas noticias del partido (al margen evidentemente del resultado).
El de Ponteareas que había sido sustituido a petición propia las dos semanas anteriores por no encontrarse todavía con el ritmo físico adecuado, completó en el día de ayer uno de sus partidos que en él son habituales corriendo, presionando y empujando hasta el pitido final del colegiado.
Si en estos seis últimos encuentros necesitaremos sin lugar a dudas la mejor versión de cada jugador, ayer Kevin se pareció de nuevo a esa máquina de trabajar y tapar espacios de costumbre y es de esperar que su rendimiento en este tramo final le venga de perlas a sus compañeros.

Es verdad que todo pudo complicarse si el Talavera llega a transformar la única ocasión de gol de la que disfrutó en los segundos 45 minutos. En realidad, el que estuvo a punto de marcar en propia meta fue Darío Flores que en un intento de despeje envió la pelota a su propio larguero dando un susto considerable a todos los allí presentes.


Y así se llegó a los últimos diez minutos de juego. En ese punto Luismi decidió mover otra ficha y sustituir a un Alex Glez (más gris de lo habitual en ataque pero más disciplinado en el trabajo para el equipo al no desfondarse con ese sistema de carrileros largos de otras ocasiones) por Jorge Hernández.
Tengo que confesar que no ver a Jorge en el once inicial cuando está disponible siempre me llama la atención.
A pesar de su irregularidad, de sus “guadianescas” apariciones, considero a este jugador como uno de las pocas piezas ofensivas granates capaces de hacer algo diferente.
En honor a la verdad, en el  día de ayer el jugador que ocupó su puesto fue el mejor del partido pero a priori, insisto, cuando Jorge no juega siempre arqueo con escepticismo las cejas en un mohín de clara incomprensión.

Ayer el ex del Alcoyano nada más salir marcó el gol de la temporada. Se hizo con un balón en tres cuartos; se deshizo de dos jugadores contrarios con sendos regates preciosos para entrar en el área; se zafó por velocidad de un tercero ya en zona caliente y fusiló con clase en disparo cruzado al arquero logrando un tanto extraordinario que además proporcionaba la total tranquilidad y alivio a la familia granate que con ese 3-0 pudo empezar a pensar ya en el Navalcarnero.
Es una pena que este hombre “destape el tarro de las esencias” a cuentagotas porque cuando lo hace es una delicia verle jugar.

Poco minutos después también tuvo tiempo Jorge para coger otro balón en el área rival, girarse y meter un centro al primer palo aprovechado por un Eder más despierto y atento que los defensas manchegos que convirtió de cabeza su segundo gol de la tarde y tercero en Liga.

El primer paso absolutamente obligatorio para evitar el desastre se ha dado con autoridad en el día de ayer.
El segundo no va a ser por desgracia nada pero que nada fácil. El antipático campo del Navalcarnero (metido de lleno en la lucha por el play off de ascenso) nos espera en nueve días.
No estará (mal día para una ausencia de un jugador de su envergadura) David Castro que vio la quinta cartulina amarilla. Será un choque preñado de juego aéreo y segunda jugada en la que posiblemente echemos de menos el 1,90 de este jugador que sigue cumpliendo con creces desde que la discutible gestión deportiva de toda esta temporada le ha colocado con una responsabilidad que al igual que los Barbeito seguramente no esperaba.
Pero esa será otra batalla para la que habrá que armarse con uñas y dientes pues no se puede dejar de lado cualquier opción de lograr tres puntos que nos recubran el organismo de oxígeno y tranquilidad.

Ese objetivo, lograr tranquilidad y unión total para afrontar este tremendo reto que tenemos por delante, se dificulta muchísimo con actitudes que este atribulado bloguero ha podido ver en el campo de Pasarón.
Que una pequeña parte de aficionados del fondo Norte exhorten al Consejero Feans con un cántico con insulto incluido a abandonar Pasarón no beneficia en absoluto al Pontevedra CF y los insultos jamás pueden ni defenderse ni justificarse.
Ahora bien, que el destinatario del improperio no sepa cual es su lugar, no sea capaz de entender el cargo que ocupa en una entidad con casi ochenta años de historia y  no sepa estar a la altura de las circunstancias y opte por responder a este grupúsculo con saludos irónicos y cuasi burlescos calentando todavía más los ánimos pone bien a las claras que cuando un equipo como el nuestro está como está no es fruto de la casualidad y que muchas cosas se tienen que hacer muy mal para estar a un paso de la tercera división.

 Pedir unión en estos momentos tan complicados está muy bien y resulta obligado pero si desde dentro no se predica con el ejemplo es probable que nos siga yendo tan mal como hasta ahora.


    

   





1 comentario:

  1. Tampoco nos engañemos, la segunda parte fue un monumental tostón en el que solo nos salvó de la remontada las nulas ganas de jugar del Talavera.
    De lo positivo, que al fin Luismi se dió cuenta que Prosi no está por la labor de aportar, aunque visto lo visto podría volver a ser titular en Navalcarnero, quien sabe...

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