lunes, 13 de mayo de 2019

Y al tercer día... tampoco apareció

Debo advertir desde un principio a aquellos que siguen habitualmente este blog  (a los que nunca me cansaré de agradecérselo) que esta columna no está elaborada para profesionales del "masaje futbolero" ni para aquellos que confunden el análisis crítico de lo sucedido en un partido o en una temporada con no apoyar al equipo ni reconocer algunos de los méritos contraídos.

Intento siempre escribir (aunque soy el primero en reconocer que en ocasiones no lo consigo) compatibilizando la realidad (dura, muchas veces) que ofrecen los partidos con el sentimiento granate que lleva ya mucho tiempo enraizado en mi interior y que como ocurre con cada uno de los seguidores se manifiesta de diferente manera ante los diferentes avatares por los que transcurre la historia de este club al que tantos queremos tanto.

Buscando ese difícil equilibrio siempre he tenido claro que el objetivo obligatorio del Pontevedra CF para esta temporada que termina no era clasificarse para el playoff.
A pesar de la dejadez del Consejo de Administración a la hora de fijar siquiera por aproximación cual era la meta granate para esta campaña, un análisis del resto de rivales del grupo dejaba bien a las claras que Cultural, Ponferradina o Fuenlabrada (además de los filiales de los grandes) aparecían como primeras opciones para copar los cuatro puestos de arriba y que nosotros deberíamos limitarnos, en principio, a salir a competir como "outsiders" a esas posiciones lo que implicaba no renunciar ya de entrada a hacerlo muy bien durante el año y desbancar finalmente a alguno de los favoritos.

Esa era la situación de partida que parece poco permeable a la discusión a pesar del empecinamiento de algunos en querer minusvalorar el potencial de nuestro equipo obviando (rendimiento posterior aparte) que Arruabarrena (que llegó precísamente del Fuenlabrada) no tiene un caché lo que se dice bajo al igual que otros jugadores fichados en Verano como Javi López, Victor Vázquez o alguno que ya estaba como Berrocal.
Por tanto, en segunda línea de favoritos, sí; pero completamente descartados de entrada para meterse en play off, ni mucho menos.

Luego, la competición pone a cada uno en su sitio y ratifica esa condición de favoritismo de algunos y descarta las opciones de otros que soñaban con asomar la cabeza por la zona noble.

Y ese esa competición (después de agotarse el mercado invernal en el que el Pontevedra se movió con suma inteligencia haciéndose con dos piezas de considerable importancia) la que colocó al equipo tras cinco victorias consecutivas en disposición de llegar al campo del Adarve (ya casi descendido) y asestar un golpe importantísimo para la clasificación.

Desafortunadamente, en ese pequeño campo madrileño se rozó el ridículo y así hay que decirlo porque así es como sucedió y las posibilidades de meterse arriba menguaron considerablemente.
Luego llegó Las Palmas y otra primera parte jugada muy por debajo de nuestro nivel fue decisiva para cosechar otra derrota que ya ponía todo muy cuesta arriba cuando estaba realmente en nuestra mano.            

Y así se llegó al partido de ayer frente al Altético B después de haber arrojado por tierra la mayor parte de nuestras posibilidades de jugar por el ascenso ante dos rivales peores y en uno de los casos virtualmente descendido a 3ª.

Y a juicio de este atribulado bloguero esas circunstancias previas sí son importantes a la hora de valorar la temporada del equipo porque una cosa es quedarse cerca tal y como anunciaban los pronósticos en Agosto y otra distinta es haber fracasado absurdamente dos veces seguidas en dos partidos en los que habría que haber conseguido 4 puntos si el equipo hubiese competido como realmente puede hacerlo.

Aún así el que esto escribe esperaba un Pontevedra recuperado de esas salidas y con una actitud luchadora que le aferrase a esas posibilidades que todavía quedaban para estar arriba.

Nada más lejos de la realidad, el Pontevedra volvió a cometer el mismo error por tercera semana consecutiva al encajar un gol en los primeros minutos del choque y ayer no se "despertó" del golpe hasta más o menos el minuto 65 cuando todo el pescado estaba vendido y gracias a que su rival bajó un tanto su pistón de juego. 

El Pontevedra se mostró apático, impotente, sin un atisbo de fútbol e incapaz de ganar un balón dividido ante el equipo contrario.
El equipo estuvo entregado al Atlético durante todo el partido y no se vio hasta los minutos finales una muestra de orgullo o resistencia ante una derrota que acababa con la temporada.

Algunos dirán que el rival era muy bueno y con un delantero (juvenil, sí) pero de campanillas y tienen razón pero tampoco podemos olvidar que este mismo equipo más Victor Mollejo que es otra pesadilla en ataque como Camello perdió hace 15 días por tres goles a cero en Coruxo siendo arollado por el equipo "verde" en la segunda parte de aquel partido. 

Por tanto, al final de la temporada el equipo ocupará un puesto que más o menos podía preverse al comienzo de la Liga hace nueve meses pero la forma de llegar a ese puesto, en mi opinión, por lo menos) sí es importante.
Y la impresión que a mi me deja este final de temporada es que el Pontevedra CF por su buen hacer anterior lo tuvo en su mano y cuando más asequible estaba se fue todo al traste de una manera en la que nunca debió echarse por tierra.

Que gran parte del estadio empezara a aplaudir minutos antes del final del partido de ayer para premiar la temporada que se terminaba es muy respetable pues cada cual expresa su apoyo como quiere y cada uno tiene perfecto derecho a estar más o menos contento por la campaña realizada.

Ahora bien, no me parece comparable la situación de ayer con otra ocasión hace ya catorce años en la que casi todo Pasarón despidió al equipo con una atronadora ovación después de ganar el último partido de Liga en casa en 2ªdivisión por 4-1 al Salamanca.
Se había descendido, sí, pero se había realizado una segunda vuelta con más de treinta puntos en nuestro haber poniéndonos a la altura de los primeros clasificados de aquel año en la categoría de plata.

Yo no estaba contento aquel día de 2005, todo lo contrario. Aún así me costó menos entender aquella ovación a unos jugadores que en su mayoría si habían conseguido algo realmente llamativo para la entidad que la que se produjo ayer (sobre todo antes, insisto antes) de terminar el partido lamentable que disputamos frente al filial del Atlético. 

Me da la impresión de que cada vez queda menos gente que opina que el el Pontevedra CF por historia, afición, estadio y posibilidades debería ocupar un puesto en la LFP o por lo menos estar luchando verdaderamente cada año por entrar en la 2ºDivisión.

Por evidentes razones de sostenibilidad económica que entiendo y comparto no es posible (por lo menos, por ahora) contar con los presupuestos que tuvimos los años posteriores al ascenso a 2ª de 2004 pero me resisto a creer que aún contando con menos posibilidades dinerarias que algunos rivales no podamos competir con la voluntad decidida de salir de esta dichosa categoría que sigo manteniendo no nos corresponde siendo conscientes siempre de la dificultad de la misión.

Me cuesta celebrar un séptimo puesto aunque ese sea más o menos el lugar de nuestro presupuesto en el grupo.
Me fue imposible salir ayer de Pasarón con una sonrisa en la cara pensando ya en la próxima temporada.

Agradecimiento a los jugadores por su esfuerzo a pesar de las tras últimas jornadas, sí.

Aplaudir de satisfacción ante lo vivido en la 18/19, lo siento pero no me salió.  






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