lunes, 7 de octubre de 2019

La mano que más duele

Cuando tu equipo es vapuleado, zarandeado y aplastado de manera tan inmisericorde como ayer lo fue el Pontevedra CF delante de su gente la herida que se produce es abierta, profunda y exuberante en exhibición de sangre.
Es inútil hablar de táctica, técnica, "física o química" en partidos en los que un rival sale a competir, morder y poner sobre la hierba todas sus virtudes y el otro es superado desde el minuto 1 en todas y cada una de las facetas del juego.
La brecha que se produce en la "piel" del equipo que sufre tal humillación en su propia casa es enorme y alcanza a todos los estamentos que forman parte de la institución y en particular a unos aficionados cuya ilusión se vio destrozada en mil pedazos con cada uno de los goles encajados en la tarde del Domingo.
Podríamos volver a citar los problemas enormes que este equipo sufre en sus laterales producto de una configuración de la plantilla de forma un tanto extravagante; podríamos hablar otra vez de los problemas de creación de juego en la zona ancha que ayer alcanzaron cotas difíciles de soportar al no ser capaces los futbolistas granates de dar dos pases seguidos casi en ningún momento; también se podría repetir una vez más que la posición de delantero centro sigue arrojando tremendas dudas y que no es descartable que acabe siendo de nuevo Pazos el que se acabe llevando los rapapolvos de los aficionados ante la inexistencia de un delantero franquicia que le sacuda parte de esa presión exagerada.
Se podrían, en definitiva, decir esas cosas pero posiblemente no sea el día para hacerlo porque ayer falló absolutamente todo.

Primero el equipo como colectivo.

El naufragio en organización defensiva y ofensiva fue total desde el pitido inicial y la cohesión del grupo brilló por su ausencia siendo incapaces nuestros jugadores de ganar un balón dividido, un cuerpo a cuerpo, una carrera en cualquier zona del campo siquiera un balón aéreo de los muchos a los que nos vimos obligados a recurrir una vez más.
Los jugadores rivales entraban por ambas bandas como cuchillo en mantequilla cada vez que se lo proponían y recuperaban balón tras balón ante un Pontevedra apático, lento y desesperante.

En el plano individual las cosas no fueron diferentes y todos los jugadores granates estuvieron muy por debajo de lo exigible en un partido de competición.

Desde Edu Sousa (que escuchó pitos al ser sustituido por lesión) pasando por los casi siempre inexpugnables hasta ahora Churre y Bueso e incluso los dos hombres con más calidad de la plantilla Romay y Bustos que no aparecieron en ningún momento y rayaron a un nivel muy bajo que pocas veces se les había visto en esta ciudad.

Todo falló, todo se vino abajo como un castillo de naipes y eso solo sucede cuando el fracaso colectivo es de tal calibre que ni las individualidades más brillantes de un grupo son capaces de rescatar a su compañeros de una debacle en la que se ven ellos también envueltos de manera irreversible.
Podríamos hablar también del entrenador; de ese cambio de Sana antes del descanso que con 0-1 o con 0-2 podría haber tenido un pase pero que con 0-3 sonó a "sacrificio de un cristiano ante un pueblo romano sediento de sangre"; o de ese tercer cambio un tanto absurdo dando entrada con 0-5 a otro jugador cuando lo más normal es que el "marrón" se lo siguieran comiendo hasta el final aquellos que salieron al campo desde el minuto 1.

Sin embargo, lo más lógico es tratar al técnico de la misma forma que a los futbolistas por el descalabro sufrido ayer, es decir, argumentar que se vio superado desde el primer minuto por el vendaval que se le vino encima a su equipo y que en ningún momento pudo variar siquiera un ápice el destino de un partido que solo podía acabar de la forma en que lo hizo, con un ridículo histórico del Pontevedra CF cuyas consecuencias para el futuro más próximo todavía están por determinar.

Eso sí, respecto a Luismi (educado y en su sitio como siempre en una rueda de prensa posterior al partido complicada y con preguntas tan duras como necesarias por parte del periodismo) me llama la atención una frase pronunciada hace semanas y que es prácticamente idéntica a la que ya dijera la temporada pasada refiriéndose a las nuevas incorporaciones como "a los jugadores que queríamos que vinieran, nuestras primeras opciones". 
Si ello es así y como quiera que ni el Director Deportivo ni la Presidenta del Consejo aparecen públicamente para dar explicaciones ni en días tan duros para la entidad como el de ayer, no estaría demás preguntarle al entrenador si fichajes como los de Naveira (condenado al ostracismo desde hace semanas), Sana Ndiaye o Adighibe están rindiendo a un nivel que le parece suficiente.

Ahora bien el "espectáculo" ofrecido ayer por el equipo y que resaltará desgraciadamente en el historial de resultados del Pontevedra no supone el cierre a la temporada en la jornada 7.

Conseguir el objetivo marcado en pretemporada por la Presidenta con estos mimbres parece muy complicado, casi utópico pero hay que seguir trabajando, tragarse la bilis producida por todos y cada uno de los golpes propinados por los colchoneros y retroalimentarse con ellos para no olvidar jamás esta sensación humillante para poner en el campo (aún con todos los problemas técnicos que pueda tener esta plantilla) un mínimo de orgullo y defensa por una camiseta que se vio en Oviedo hace 8 días y que no apareció por ninguna parte en el día de ayer.

Una cosa es no obtener los resultados deseados y soñados para acomodar las aspiraciones y otra muy distinta es volver a ver a un equipo sin alma, sin fuerza y sin carácter que es pisoteado sin contemplaciones por su rival hasta caer en el sonrojo.

Esto último si que no debe volver a repetirse pues de lo contrario el golpe siguiente si puede ser mortal.

 Todo lo relatado hasta ahora, la humillación recibida en Pasarón por un Atlético de Madrid B que parecía el A ante un Pontevedra que parecía el C, resulta extremadamente triste y doloroso para la masa social granate.
Sin embargo, lo que terminó por convertir el día de ayer en vergonzoso para el Pontevedra CF también fuera del césped fue la actitud de una Presidenta del Consejo de Administración que rayó a un nivel todavía más paupérrimo que sus jugadores.

Lo que debería saber la Presidenta y que todavía parece no saber es que poner el dinero suficiente en su momento para reflotar la entidad y sacarla de un momento dificilisimo para su supervivencia (hecho que se le reconoce y se le reconocerá siempre porque es de justicia) no ampara la realización de gestos nada recomendables hacia parte de su afición por crítica que esa parte sea con ella.

Lo que debería saber la Presidenta y que todavía parece no saber es que en días como los de ayer la afición granate lo que necesitaba era una comparecencia pública de ella misma o de su Director Deportivo para transmitir tranquilidad y seguridad a la masa social y no echar más leña al fuego enseñando la palma de una mano que dolió todavía más que la recibida sobre el campo por el Atlético de Madrid. 
Lo que debería saber la Presidenta y que todavía parece no saber es que a pesar de la trascendencia de su aparición al frente de la nave para evitar la prolongación del estado comatoso en el que se encontraba, la máxima autoridad de esta entidad tan maravillosa debe estar siempre a la altura en respeto y en saber estar e incluso más en la relación que mantenga con TODA su afición.
En definitiva, lo que debería saber la Presidenta y que todavía parece no saber es que actitudes como esa pueden aparecer en un momento de tensión y nervios por la goleada recibida a la que ella (por supuesto) no es inmune y le afecta pero que con el paso de las horas y con el ánimo más calmado habrían requerido unas disculpas públicas  que habrían devuelto las aguas a su cauce.

Resulta complicado escribir después de días como el de ayer pero este atribulado bloguero quiere para terminar arrojar un dato para la esperanza de cara a nuestro futuro en la competición.

La última vez que se recibieron 5 goles en casa fue en el año 2011 frente al Guadalajara. Se perdió por 1-5 y el descenso matemático a tercera se produjo ese mismo día, ese mismo día en que el pequeño Javier (cabreado por aquel descenso) empezó a pegar patadas de las gordas en el interior de la barriga de su madre para nacer al día siguiente iluminando la vida de ella y del que esto escribe.

La penúltima vez fue en la temporada 09/10. 
El Lugo nos pasó por encima (0-5) e incluso el entrenador de entonces, Roberto Aguirre, tuvo que abandonar el cargo semanas después con ese ingrato recuerdo en la mochila.

Esa temporada 09/10 a pesar de esa goleada histórica acabó con el equipo metido en play off, eliminando de forma heroica al Oviedo y sufriendo un arbitraje calamitoso en Alcorcón que acabó con las esperanzas de volver a 2ª.

Aquella plantilla no era esta, el equipo era claramente mejor pero me niego a acabar esta columna sumido en el enfado y la tristeza de la derrota.

Estamos en Octubre y hay que mejorar muchísimo, también habrá un mercado de invierno en no demasiado tiempo pero estamos en Octubre y en este mes nada se decide en fútbol de ninguna de las maneras.   
  
   

      

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