lunes, 4 de noviembre de 2019

Un entrenador, un árbitro y una victoria casera

Desde hace unas horas la contratación de Carlos Pouso como nuevo entrenador del Pontevedra CF es ya oficial.
La decisión del Consejo de Administración encabezado por Lupe Murillo resulta coherente con el mensaje que se lanzó en la comparecencia pública convocada hace un par de semanas para el comunicar el cese de Luismi Areda.

"Queremos darle un cambio a esto"; "nos interesa traer a un entrenador con experiencia en estas situaciones y que se haya visto alguna vez en circunstancias parecidas". 
Frases como estas se dijeron por la Presidenta ese día y aún así muchos de los nombres aparecidos en la prensa en las jornadas siguientes como candidatos a ocupar el cargo no presentaban el perfil que se había dibujado en aquella rueda de prensa.

Como ya sucediera tras el cese de Luisito en esa lista figuraban algunos ex jugadores de renombre pero con escaso bagaje como entrenador e incluso se barajaba la posibilidad de que se produjera la continuidad de Jesús Ramos aportando parecidos argumentos de los que se dieron para la continuidad en su día de Luismi al frente del banquillo.
Además de todo esto, a la lista también se asomaban un par de técnicos "con el culo pelado" y mucho más próximos a esa idea esbozada por el club de dotar de mayor recorrido y veteranía al cargo de entrenador.
 Pouso era uno de esos dos o tres técnicos con experiencia que parecían optar al puesto por lo que su contratación sí resulta acorde con el primer mensaje ofrecido por Murillo. 

Salga bien o mal en el futuro pues la plantilla que va a coger el vizcaíno con sus virtudes y defectos es la misma (por lo menos en los próximos dos meses) que ha tenido a su disposición Luismi, este atribulado bloguero se congratula de que por primera vez en bastante tiempo el Consejo de la entidad  haya tomado una decisión coherente con la primera intención manifestada tras la destitución del vigués y es que si se quiere un técnico experto lo normal es traer un técnico experto del mismo modo que si se hubiera querido apostar por un técnico novel con ganas de crecer lo lógico es que se hubiera traído aun técnico novel con ganas de crecer.  
Parece de perogrullo pero es que últimamente hemos visto tantas cosas en este equipo poco compatibles con el sentido común que cuando por fin se cumple lo que se dice (lo que no debería ser un mérito sino una obligación) este bloguero lo celebra con alborozo y con una ganas enormes de que sea para bien.

No obstante, nadie debe llevarse a engaño. 

Ni Pouso ni ningún otro entrenador que hubiera llegado constituye la panacea o el remedio milagroso para todos los problemas que este equipo ha demostrado tener sobre el terreno de juego aunque sí debo confesar que me genera esperanza el hecho de que este hombre haya lidiado ya con la  presión de entrenar a un equipo tan importante como el Racing de Santander o a otros no tan grandes pero sí relevantes en los últimos años por lo menos en sus aspiraciones como el Mirandés o uno de los herederos del tristemente desaparecido CD.Logroñés. 

No obstante, sobre el césped (repito, por lo menos hasta Enero) la plantilla seguirá sufriendo los problemas crónicos en su lateral izquierdo y también en el derecho cuando falte Nacho (circunstancia que cada vez se produce más a menudo); seguirá padeciendo ese déficit de creación de juego en aquellos choques cerrados y con poco espacio y continuará echando en falta a un punta idóneo para esa clase de partidos espesos y sin metros para correr como hace Adighibe cada vez que encuentra los espacios a la espalda de la defensa rival.
Estos y algún que otro problema más serán con los que tenga que lidiar Carlos Pouso a partir de mañana para tratar de  minimizarlos o disimularlos lo mejor que pueda así como potenciar las virtudes que sin duda también tiene una plantilla en la que juegan, entre otros, Victor Vázquez, Romay, Bustos o Alex González.

Sin embargo, antes de que hoy Lunes se oficializara la llegada del nuevo entrenador el equipo debía afrontar el día antes un nuevo partido de Liga con la peliaguda misión de poner fin a esa dichosa racha de tres partidos seguidos como local cosechando derrotas.

Y lo cierto es que desde casi el principio todo lo que pasó en el encuentro resultó beneficioso para el Pontevedra CF.

Me gustaría empezar por una figura que a mi juicio resultó sino decisiva si importantísima para el devenir de los acontecimientos que fue el árbitro del partido.

Hace unas semanas viendo por la televisión la última jugada del Castilla- Pontevedra este atribulado bloguero se indignó sobremanera al comprobar como se anulaba en la última jugada del partido el gol del empate a Manuel Romay.
Después de escuchar y leer "milongas" sobre el fuera de juego posicional, que si Pazos había movido un poco su pierna y cosas por el estilo sigo pensando que ese gol debió haber subido al marcador y que el error del trío arbitral era de bulto.

Por citar otra acción de esta misma temporada, en el feo y muy cerrado partido jugado frente al líder en Pasarón se produjo una jugada en la primera parte que tuvo toda la pinta de ser penalti sobre Bustos que fue ignorada por el árbitro y que pudo cambiar el signo de aquel partido.

En aras de esa coherencia que se le pide al club cuando toma decisiones de calado, debemos serlo también los que hablamos del Pontevedra y reconocer aquellas actuaciones arbitrales equivocadas que nos benefician a nosotros de manera muy importante para el devenir del partido en cuestión.

A pesar de que leyendo la prensa de hoy la cuestión pasa de refilón, lo cierto es que hasta tres decisiones clave en el día de ayer cayeron de nuestro lado de manera decisiva.

La primera cuando se llevaban muy pocos minutos de juego con un penalti a favor tras una mano que es mano pero se pita debido a la progresiva transformación del balompié en hockey sobre hierba. 
En este último deporte cualquier toque de la pelota con el pie de un jugador dentro de su área es considerado penalti- corner. De hecho se busca esa jugada en esta especialidad del hockey dirigiendo la pelota a los tobillos del rival para obligarle a saltar y evitar la infracción.

Desde hace poco tiempo la cuestión de las manos en el fútbol se parece más a eso que a otra cosa. 

El penalti señalado a nuestro favor ayer es un buen ejemplo. El balón da en el brazo con claridad del defensa pero es un lance sin peligro, sin voluntariedad y ni evita un remate ni produce un control que facilite la defensa más eficaz de la jugada.

Ahora bien, aunque la norma sea kafkiana hay que aplicarla, dirán algunos. 

Tienen razón. 

Para mi esa jugada no debería ser objeto de penalti pero se aplica y se pita la pena máxima. 
Es cierto, sin embargo, que la cuestión ya no resulta tan diáfana cuando minutos después en el interior de nuestro área una mano (que para mi tampoco debería ser penalti) es ignorada por el colegiado ante la incredulidad de los jugadores del Melilla.       

La otra jugada clave en el choque y con unas consecuencias muy importantes resultó todavía más polémica.
Fue justo antes del 2-0.

No tenía duda en el campo de que Alex Fernández por confiarse absurdamente a la hora de sacar una pelota fácil comete una infracción sobre un jugador rival. Sí es cierto, en cambio, que ni viendo la jugada repetidamente por televisión este bloguero puede confirmar que la acción se produce dentro del área. 
Está justo en el límite. A veces viéndola parece dentro y otras un poquito antes de la línea aunque la falta resulta indudable.
No se pitó nada y Pazos empezó una meritoria carrera que le llevó hasta el área contraria, vio a Romay en buena posición y le ofreció un balón de gol no desaprovechado por el de Malpica para hacer su primer tanto esta campaña y poner más tierra de por medio en el marcador.

Son jugadas clave que otras veces no fueron señaladas a nuestro favor y que ayer perjudicaron claramente al Melilla. 
No sería justo si no lo dijese y por eso lo hago aunque temo que a algunos no les gustará demasiado.

No obstante, del partido pueden sacarse cuestiones positivas y no tan positivas más allá de un resultado que necesitábamos muchísimo y que nos hace recuperar la senda ganadora en casa y colocarnos en mitad de la tabla. 
Se demostró que este equipo cuando juega con un equipo abierto y "tocón" como el Melilla (puro estilo Víctor Cea) sabe moverse con espacios e hilvanar transiciones rápidas, bonitas y eficaces.

Que Adigihbe en ese plan de partido sube enteros; que Romay y Bustos si están bien otorgan al equipo ese toque diferencial que solo aportan jugadores con ese caudal de recursos técnicos; que Alex Fernández sigue siendo a día de hoy la opción más segura en el medio centro para que la pelota circule con más criterio; que Alex González no pierde tantas veces su espalda jugando de lateral si limita casi por completo sus subidas al ataque (lo que sigue siendo una mala noticia); que Erraji como ya demostró en Vigo es central y debe jugar de central para imponer su juego aéreo y su rapidez en el corte; que Figueroa cumplió sin cometer errores graves y que Sana es medio centro defensivo de manual por lo que darle responsabilidad a la hora de construir la jugada no es un buen negocio pero sí lo es darle espacio para que "·barra" todo el juego del contrario que pase por su zona.

Sea como fuere, con errores arbitrales o sin ellos, el Pontevedra ganó su segundo partido seguido y emerge hasta una zona más tranquila de la clasificación aunque lejos todavía de esos puestos de privilegio a los que tan complicado será llegar.

El primer partido con Pouso en el banquillo no será precísamente un camino de rosas.

Nos iremos a Las Rozas a jugar contra un equipo que no ha perdido en casa; que es el segundo menos goleado del grupo y que en su feudo sólo ha encajado dos goles en lo que llevamos de Liga.

Ni que decir tiene que no efectuar nuestro particular "regalo de reyes" nada más comenzar será vital pues remontar en ese campo parece a priori una misión más propia de Tom Cruise en su famosa saga cinematográfica que otra cosa.

Por cierto, ayer frente al Melilla tampoco repartimos ese obsequio tempranero. 

A ver si las dádivas pueden ir formando parte del pasado y llega ese partido en el que dejamos nuestra portería a cero. 
Desde Oviedo que no lo hacemos y curiosamente acabando con 9 jugadores sobre el campo.

Y es que el fútbol seguirá siendo raro hasta el final de los tiempos pero precísamente por eso resulta tan bonito y tan apasionante.   


    

2 comentarios:

  1. De diez!
    Lo único, no repetir crónica tras crónica lo de "atribulado bloguero". Sin acritud.
    Saludos

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  2. De acuerdo en estas reflexiones, pero no pensemos que Pouso con esta plantilla puede hacer milagros, faltan un lateral, un medio centro organizador y un delantero, eso sí que nos daría el salto de calidad

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