lunes, 2 de diciembre de 2019

Un corazón bombeante, un cerebro racional y una pared inquebrantable.

Esta categoría me resulta odiosa. 

Lo he repetido en tantas ocasiones que todavía me parece más insoportable cada vez que regreso a mi casa tras asistir a un partido en Pasaron en el que no hayamos conseguido la victoria.

Esa "semiprofesionalidad" de sus jugadores (es decir, profesionalidad solapada que hace ridícula esa denominación de LFP para solo la primera y segunda categoría) y que acaba por situar a casi todos sus participantes en una situación económica penosa; el maltrato televisivo al que hay que amoldarse pues unas migajas para una boca necesitada es parangonable con una fortuna para el que ya posee mucho dinero; esos campos de Dios (que realmente son un sindiós)en los que muchas veces hay que jugar con un "césped"de cemento o algo parecido y un viento huracanado que haría palidecer hasta un mismísimo tuareg avezado en el arte de soportar tormentas en el desierto; 80 equipos apretujados en una "cama de bronce" que exige una reestructuración desde hace décadas; esa fase de ascenso laberíntica e interminable a no ser que seas primero de grupo...

Sí, ya sé que todas estas cosas las sabemos y "requetesabemos" los que llevamos soportando esto desde hace muchos años pero me resulta inevitable cada vez que no ganamos y abandono el ex vetusto con esa cara de deber dinero a alguien, darle vueltas a todos esos atribulados pensamientos mientras me acerco a mi domicilio sin ninguna gana de consultar la clasificación y ver el lugar en el que nuestros huesos han quedado depositados tras la jornada de turno.

Y también es por ello, por las ganas de escapar de está sensación de "día de la marmota" de la que solo una vez nos escabullimos (ir al sótano del sótano no cuenta) desde que tengo uso de razón, es por lo que cuando la Presidenta del Consejo de Administración anunció en la antesala de la temporada que está vez había que volver a "soñar en grande" y que la palabra ascenso ya no constituía un verdadero tabú, en ese momento insisto, no pude evitar volver a ilusionarme como ese adolescente que a veces me acuerdo que fui y que asistía todos los Domingos al campo para ver los pases exquisitos de Fernando Nuñez o la calidad y elegancia en el remate de Miguel Soro.

Es cierto que esa ilusión que al que esto escribe le produce el fútbol y sobre todo los éxitos de su equipo, vino acompañado como ya he dicho en alguna otra ocasión de un ligero fruncimiento de ceño al no casar demasiado bien la plantilla que se había hecho con esa intención decidida de buscar de una santa vez la salida a este callejón oscuro y desasosegante de la 2ªB.

Con el único bagaje de ver fútbol desde aquellos tiempos de la rifa en el "marcador de cartón", el pasadizo cubierto de la grada de Tribuna y la tolerancia futbolística hacia la ya olvidada actividad del lanzamiento masivo de almohadillas, me daba en la nariz desde el principio que a esta plantilla le faltaba algo para afrontar el ascenso más difícil del balompié patrio.

Ya está dicho y escrito en este blog la dudas que arrojaba el lateral izquierdo, la capacidad de creación del medio centro o la contundencia imprescindible en la punta de ataque pero que demonios ¿en qué se convierte una persona por muchas canas que peine o por muchos michelines que circunden su cadera sino en un niño cada vez que piensa en un balón entrando en una portería empujado por la bota o la cabeza de uno de los suyos ?

Esa ilusión de las que antes hablaba no pudo, por tanto, evitar brotar de nuevo en el interior de este aprendiz de bloguero y a pesar de las dudas y de las carencias que en su modesto entender podía padecer el grupo, tal estado de ánimo esperanzado (por otra parte tan contradictorio con ese atribulado carácter ya conocido por los lectores) rebatía con la pasión del corazón la cautela y sentido común de su cerebro.

Luego la competición empieza y llega el primer bache serio que se lleva por delante a un entrenador que con sus errores ha defendido siempre con dedicación y afecto al equipo cuya camiseta ya había vestido como jugador; llega alguna baja desafortunada de larga duración que no se cubre por el club a pesar de existir plazo para ello; llega ese día donde ese cerebro que tenía dudas le empieza a pasar factura a ese tonto corazón que tanto se había ilusionado; llega el interino bajo cuyo mando se ganan dos partidos e incluso  se rompe con una racha de casi cuatro años sin remontar fuera de casa; se contrata a un entrenador experto y se sigue ganando con nueva remontada foránea; otra vez el corazón enrabietado le manda un chorro de sangre al cerebro que había dudado para indicarle que ahí estaba otra vez el equipo en disposición de asaltar la parte de arriba y finalmente vuelven dos traspiés seguidos que lo que realmente provocan es que  corazón y masa cerebral no sepan muy bien a que atenerse. 

Ayer el Pontevedra CF llevó el peso del partido durante los 90 minutos. 

Ahora bien, llevar el peso (o tener la pelota) no significa ni por asomo controlar el choque.

A pesar de la insoportable moda que existe en el fútbol español por alabar el "sobeteo" incesante a una pelota en horizontal  olvidándose en muchas ocasiones que existen las porterías, tener el balón en tu poder no garantiza que la situación la estés dominando tu ni que el rival sufra por el hecho de no tocar casi nunca la dichosa pelota.

El Langreo se mantuvo cómodo con este estado de cosas y solo en dos fases excesivamente cortas de los dos tiempos se vio algo apurado por el empuje del Pontevedra.

En esos minutos, unos diez en la primera parte y los primeros veinte de la segunda; el equipo granate sí pudo dotar a su fútbol de una mínima continuidad o ritmo que puso en algún problema al conjunto asturiano.
Dada la tremenda acumulación de gente tras el balón del Langreo y el atasco que quería provocar en medio campo, el Pontevedra en esos dos tramos sí pudo hacer llegar la pelota a las bandas y colocar algún centro intencionado sobre el área rival en busca de ese gol que sin duda habría provocado un cambio radical en el juego.

Alex González volvió al lateral pero lejos de ser ese jugador casi sin progresión en ataque que había sido en la última ocasión en la que en casa ocupó esa demarcación, en la tarde de ayer si trató de penetrar bastantes veces por su banda izquierda y Nacho con la ayuda de Pedro lo hicieron por la derecha.
Fueron, repito, pocos minutos pero en ellos sí se pudo atisbar la posibilidad de hacer ese gol que obligara al Langreo a cambiar por completo su libreto.

Aún así, esos centros fueron siempre bien despejados por los corpulentos defensas visitantes y las ocasiones pontevedresas tuvieron que llegar con lanzamientos lejanos en ocasiones producto de esos rechaces de los defensas.

El propio Alex González disparo tres veces y en las tres el portero respondió con sobriedad y Bustos lo hizo en un par de ocasiones sin encontrar los tres palos del rival. 

Sin embargo, esos minutos fueron demasiado pocos y la mayor parte del tiempo el equipo se encontraba con una pared que no sabía derribar y cuyos cimientos permanecieron incólumes hasta el final.
Ya se ha dicho también en este blog que en el Pontevedra actual son tres los hombres en los que se fundamenta el peligro ofensivo del equipo.
Alex González aunque desde el lateral lo intentó todo y fue de lo mejor del equipo.

Sin embargo, los otros dos no tuvieron su día y eso el equipo lo nota muchísimo a la hora de generar ocasiones de peligro al equipo contrario.

Ni Romay, enredado en la telaraña urdida por el Langreo en su zona de tres cuartos defensiva, ni un Bustos bastante desconocido por su desacierto (no es descartable que esas molestias en un gemelo hayan podido afectarle) lograron entrar de verdad "en harina" y así al Pontevedra se le hace todo muy cuesta arriba por no contar con delanteros que puedan "buscarse la vida" por sí mismos alguna vez y decidir un choque en una acción individual.

No todo fue negativo a pesar del frustrante empate a 0.

Es cierto que el Langreo apenas atacó y me temo que la verdadera razón para ello es que no tenía ninguna intención de hacerlo pero es cierto también que los dos centrales y el pivote defensivo supieron apretar desde atrás con acierto y con un buen sentido de la anticipación muchas veces abortaban los intentos asturianos casi antes de que pudieran empezar a generarse.
Solo en los minutos finales por un error de Erraji (debe hacérselo mirar pues un enorme partido puede quedar en todo lo contrario si se protagoniza una pifia cotidiana) y en otra acción de su delantero con un control precioso y una buena conducción, el Langreo creó inquietud en el área de Edu pero lo cierto es que el equipo no se rompió nunca y no dio facilidades para el contraataque rival logrando acabar otra vez con la portería a cero.

Tambíen como nota positiva (aunque sin pasarse, al menos por ahora) se puede contar la actuación de Pedro Vázquez. Estuvo más participativo y protagonizando detalles de calidad que enlazan con esos buenos minutos finales que hizo contra el Marino pero en su debe todavía está su excesiva relajación (por decirlo así) en algún repliegue defensivo en el que dio la impresión de no bajar al mismo ritmo que su par en el conjunto contrario.

Lo cierto es que como más arriba se argumentaba, el corazón y el cerebro del que esto escribe están en una fase de "impás" en el que no saben muy bien a que atenerse.

El corazón sigue diciendo que hay calidad en varios jugadores del equipo (especialmente en la zona de tres cuartos) y que cada vez parece que el grupo se dota de más seguridad defensiva siempre y cuando no existan errores de juvenil que cuesten puntos.
Argumenta también el corazón como dato esperanzador en que el mercado de invierno está cerca y en él se puede conseguir cerrar alguna de las brechas que tiene la plantilla y termina relatando el rojo motor del organismo que el grupo tampoco es para tirar cohetes y que un par de plazas de play off todavía están muy abiertas.

Por su parte, el cerebro sigue pensando (claro, es un cerebro) en que no hay lateral izquierdo y también comenta que en medio campo hay poca posibilidad de desatascar partidos espesos como el de ayer y que una alternativa a Alex Fdez y Mejía sería necesaria. 
También se estruja el cerebro en lamentar que el equipo no cuente con un delantero franquicia y verdaderamente importante en el panorama de la 2ªB a pesar de que el esfuerzo de Pazos y Adighibe no ofrezcan ninguna duda.  
Y antes de callarse la boca, el cerebro concluye igualmente que aunque el grupo es asequible y hay opciones de meterse el no haber cubierto la baja de Javi López no hace que se sienta muy optimista cara a un verdadero fortalecimiento de la plantilla en Enero y que este ascenso como ya se ha dicho no es poca cosa sino el más complicado de nuestro fútbol.

En fin, mientras corazón y cerebro siguen y siguen hablando dando la turra a este bloguero, lo que realmente se le mueve al que esto escribe son los intestinos al imaginar el "maravilloso" campo en el que el Domingo que viene vamos a jugar contra el filial de la UD Las Palmas.

Seguro que será otra sesión de fútbol de "altura".

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