lunes, 28 de febrero de 2022

Ópera seria, ópera bufa.

Vaya por delante que no he ido nunca la ópera.

Hay quien dice que de esa primera vez depende que la ames para siempre o que nunca más quieras volver.

El caso es que en la primera mitad del siglo XVIII, los napolitanos (que siempre han tenido más humor y mala uva que sus vecinos del norte de Italia) tuvieron la idea de crear un género operístico que tratase temas más mundanos, más de andar por casa y con mucho más humor que la denominada en contraposición a ella, a partir de ese instante, "ópera seria". 

Esta navegaba entre mitos griegos y romanos a menudo farragosos y complicados de entender o bien narraba episodios históricos del tiempo de "carracuca" que solo interesaban a unos pocos y no al común de los mortales.

Nacía, en consecuencia, la ópera bufa y con ella la introducción de lo cómico y de temas más mundanos y cotidianos en el género operístico.

El partido de ayer disputado en un silencioso Pasarón (bueno, silencioso del todo no pues unos 15 aficionados de Luanco que es de suponer debieron viajar hasta aquí en tres coches particulares se encargaron de poner algo de colorido en el ex vetusto) no se podría clasificar realmente ni en el lado "serio" ni en el "bufo".

Habría que recurrir a un género ecléctico de la ópera en la que los dos primeros actos discurrieran por ese lado tradicional en el que se relatan tragedias de los múltiples dioses a los que adoraban griegos y romanos ( y que, seamos sinceros, suelen aburrir bastante al "personal" no especializado) y en cambio el tercer acto constituyera una auténtica genialidad del género bufo con un protagonista destacado sobre el escenario que acabó por conquistar al público asistente al espectáculo con su interpretación gloriosa de un papel digno del más renombrado comediante de farsas.

Vayamos, no obstante, por partes.

El primer acto, como ya se ha dicho resultó especialmente tedioso en el anfiteatro granate de Pasarón. Es cierto que el único que buscó animar un poco la tarde fue el equipo asturiano del Marino que salió al campo con la intensidad, la colocación y la motivación que se espera de un conjunto que se está jugando la vida por abajo en la clasificación.

Disputó el Marino unos 25 primeros minutos de juego en los que fue netamente superior al Pontevedra. 

Gozó de una clara ocasión para marcar a través de un tanque con dos cañones que tenía arriba de nombre Steven e incluso pudo tener un penalti a favor en otra jugada del tal Steven que se desembarazó de los dos centrales locales con una facilidad pasmosa y cayó dentro del área en una acción que en el campo pareció penalti pero a la que el árbitro, que ya quiso dotar a este primer acto de alguna nota de humor, no le pareció objeto de pena máxima.

El resto de la primera parte siguió transcurriendo con un equipo visitante más metido y mejor colocado que el Pontevedra pero sin llegar ya con tanto peligro a las proximidades de Cacharrón.

¿Nosotros? Pues aunque sea doloroso decirlo, seguimos mal durante todo esa primera mitad. Incapaces de generar peligro, sin encontrar en ningún momento las bandas y chocando una y otra vez por el centro con el muro bien organizado del Marino de Luanco.

La segunda parte no cambió demasiado el decorado hasta el comienzo del tercer acto de la ópera lo que no sucedió hasta casi el final del ese segundo tiempo.  

A Ángel Rodríguez no debió parecerle tan horrorosa la primera parte pues su decisión fue no realizar ningún cambio tras el descanso. Y lo cierto es que el partido siguió desarrollándose de la misma forma que los últimos 20 minutos de la primera. Un Pontevedra con más balón (al bajar un poco el ritmo de la presión asturiana que en la primera parte había sido bestial) pero completamente incapaz de generar ocasiones de gol.

También en este segundo acto existió un toque de humor pero no fue el colegiado esta vez quien lo protagonizó. Sí lo hizo, en cambio, el veterano Lora que aún a pesar de ser uno de los mejores (sino el mejor) jugador sobre el césped, le regaló en ese episodio cómico un balón de gol a Alex Glez tras pifiarla en una cesión a su portero pero el capitán estrelló la pelota contra el cuerpo del arquero desaprovechando el "gag" con el que Lora quiso amenizar la tarde.

Luego salió Rufo que no encontró ni un solo balón para rematar en buena posición y que estuvo algo dubitativo en algún barullo formado en área asturiana. 

Llegó después, en un nuevo adelanto del rapto de humor que nos esperaba, un gol anulado a Charles por presunta falta previa de Yelko sobre el portero que pareció muy rigurosa y que ya colocó al público de Pasarón en la tesitura de dejar de llorar por los dioses antiguos y empezar a descojonarse con las tribulaciones de un segoviano peculiar.

A falta de un cuarto de hora, el técnico granate volvía a acordarse de que tenía cambios y decidió enviar a la ducha a un gris Yelko y dar entrada a un todavía más gris Romay

Justo antes del tercer y último acto de la tarde ( el bufo), pudimos ver la mejor y quizá única jugada de mérito del Pontevedra CF. Balón en el área, pase precioso de Brais a Charles y remate de este al palo largo que se fue por muy poco en una acción que debió (como la de Alex) acabar en gol.

A partir de aquí se acabó lo serio.

Déjense los lectores de este atribulado bloguero de pensar en Zeus, Poseidón, Hera o Atenea. O en Júpiter, Apolo, Minerva o Diana.

No, aproximadamente en el 85, comenzamos a vivir un corto pero intenso tercer acto metidos de lleno ya en el más genuino y napolitano género bufo.

Como titular al acto postrero? 

Lo dejo al libre albedrío de los lectores del blog pero yo propondría algo así  como "El segoviano del pito, ni tenor ni soprano".

Resulta especialmente incomprensible como en ese minuto 88 y con lo bien colocado que estaba nuestro "prota" no viera como un defensa asturiano arrollaba (creo que se puede utilizar este verbo) a un Brais Abelenda que caía dentro del área objeto de un penalti al que Luis Aragonés habría calificado de catedralicio. 

"In situ" la acción ya pareció desde la grada un penalti evidente pero viendo por la tele el lance y observando también donde estaba situado el colegiado, se hace realmente inexplicable que no señalara de inmediato el punto de penalti.

Luego nuestro pinturero segoviano siguió con su interpretación extraordinaria haciéndose un lío con las ventanas de cambios ya utilizadas por el Marino.

Hasta 5 minutos, sin exagerar, pudo estar el partido parado mientras el "segoviano ilustre" consultaba con su inefable asistente si la sustitución podía o no realizarse.

"Ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no. Finalmente sí. Que se haga el cambio y que salga el sol por Antequera".

Entre medias, tarjetas por doquier, carreras desde mediocampo con barbilla en alto y ademanes desafiantes.. 

Verdaderamente un escándalo del humor que "hizo las delicias" del respetable hasta el final de un partido en el que al Pontevedra se le marchaba una gran oportunidad de ponerse a un punto del líder y en el que A. Rodríguez no tuvo a bien ni sacar unos minutos a Oier (como debe estar el navarro) ni al futbolista más alto de la plantilla, J.Rey, para tratar de sacar rendimiento a los córners forzados en el descuento.

Por que esa y no otra, la desaprovechada oportunidad, es la noticia mala de la tarde de ayer.

¿Qué fue penalti? Como un piano de grande.

¿Qué el gol anulado es muy riguroso? También es verdad.

Ahora. ¿Qué el Pontevedra disputó una primera parte indefendible desde todo punto de vista? Pues lo cierto es que sí.

¿Qué en la segunda hasta aproximadamente el último cuarto de hora tampoco hicimos casi nada? Otra verdad, por dolorosa que esta resulte.

El Pontevedra había cosechado dos derrotas seguidas (Leganés y Bergantiños) que nos preocuparon no ya por los puntos sino por la imagen.   

A mí personalmente, la primera parte de Carballiño me gustó y en ese momento creí que ese bache de juego se estaba rebasando.

La segunda parte de ese partido contra el Arenteiro ya volvió a "mosquearme" pero desde dentro se alegó que fue por la relajación de verse con uno y luego dos jugadores más sobre el césped.

Por desgracia, la mayor parte del encuentro jugado ayer vuelve a ser un indicio de que el equipo no ha recuperado esa frescura y ese juego que tenía hasta hace un mes.

Es verdad y en eso estoy de acuerdo que en las segundas vueltas las dificultades de todos los partidos se acrecientan pues todos los equipos cuentan con menos margen para conseguir sus objetivos y los choques tienden a igualarse y a ser más complicados.

Todo eso es verdad.

Pero también lo es que el Pontevedra CF no puede salir al terreno de juego como lo hizo ayer Domingo frente al Marino. ¿Qué el rival aprieta? Sí. ¿Qué tiene sus virtudes? Vale. Pero nosotros también las tenemos y debemos volver a enseñarlas con mucha más asiduidad.

No puede ser que durante casi toda la primera parte el equipo que parecía más intenso, más concentrado y más motivado fuera el contrario.

No puede ser que en esa primera parte y un buen tramo de la segunda el equipo no haya sido capaz de dotar al juego de un mínimo de velocidad, de ritmo, de intensidad por muy encerrado que estuviera el Marino la última media hora.

Creo realmente y ya lo he dicho en muchas ocasiones que este equipo puede y debe subir a 1ªRFEF. 

Y además sigo pensando que lo va a hacer.

Ahora, el camino no puede ser en ningún caso ni el de la segunda parte en Carballiño ni el de los primeros 75 minutos de ayer.

Así no. A sí es posible que toda la temporada vuelva a tirarse por el sumidero.



 

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