martes, 22 de febrero de 2022

Tacones, conejos y expulsiones

Hacía 21 partidos de Liga que el Pontevedra CF no estaba tan cerca del U.Adarve.

Después de la disputa de la segunda jornada del campeonato, los madrileños cogieron cuatro puntos de ventaja que fueron incrementando poco a poco aprovechando el mal comienzo liguero granate.

Hoy, los tenemos a 3. 

Están, por tanto, a tiro de piedra si tenemos en cuenta el enfrentamiento directo que tendrá que celebrarse entre los dos equipos en el Estadio Municipal de Pasarón.

Y no es que el Pontevedra haya rebañado una cantidad de puntos mucho mayor en estos primeros cinco choques de la segunda vuelta que en los cinco primeros con los que arrancó el torneo.

Los granates solo sumaron 4 de los 15 puntos que estuvieron en juego en las cinco jornadas iniciales viéndose por ello obligado a realizar un trabajo constante de "hormiguita" para remontar poco a poco puntos con los de arriba.   

En los mismos encuentros de la segunda vuelta ha sumado 7 de 15, lo que no podemos afirmar sea un botín extraordinario en cuanto a la puntuación, a lo que debe sumarse que ha encajado 2 derrotas cuando en en ese tramo de la primera vuelta solo perdió un partido.

Lo que no estaba en el guión, por lo menos de este atribulado (y en ocasiones pesimista bloguero), es que nuestro principal rival iba a mostrar debilidad en su propio terreno de juego en el que se había mostrado infranqueable en la primera parte del campeonato.

Sus derrotas ante el Palencia- Cristo At. y Real Avilés (esta última contundente y sin paliativos) nos han dado vida y una ración extra de oxígeno que nos ha venido muy bien para sobrellevar ese bache en el que había caído el equipo.

Escribía hace aproximadamente una semana que los jugadores del Pontevedra CF necesitaban tranquilidad, pensar juntos y recordar los caminos que le llevaron a recuperar el rumbo y colocarse segundo en la tabla clasificatoria a base de ganar partidos.

Que en sus piernas tenían, sin duda alguna, los recursos suficientes como para detener la "hemorragia" de las derrotas ante Leganés y Bergantiños pero que no había demasiado tiempo para que se encontraran a sí mismos pues la competición es inclemente y no suele esperar demasiado a que las ideas vuelvan a surgir.

No obstante, el Pontevedra que salió al difícil campo de O Espiñedo ante una nutrida y apasionada presencia de seguidores granates, fue ese equipo fiable y seguro de sí mismo al que nos habíamos llegado a acostumbrar y no ese conjunto nervioso y algo desnortado de Butarque o de la segunda parte del día del Bergantiños.

Ante un rival que sabía que la mejor manera de hacer daño al Pontevedra era esperar ordenado atrás y estar atento a cualquier robo de balón que les permitiera salir en peligrosas contras, el Pontevedra apenas concedió errores y supo aplacar la energía e intensidad de un Arenteiro que, no lo olvidemos, llegaba al partido en racha.

Es cierto que el equipo "verde" gozó de una gran ocasión en el único error defensivo granate en el primer tiempo pero Uxío (ojalá su lesión sea lo menos grave posible) mandó por encima del larguero un cabezazo en muy buena posición para marcar después de un centro medido desde la banda izquierda carballiñesa.

Pero el Pontevedra CF tocaba el balón con más sentido a pesar del irregular estado del césped que nos recordó que no solo en Pasarón el balón se asemeja más veces a un conejo corriendo por un campo que a un esférico desplazándose por una alfombra verde.

Llegó el 0-1 en un saque de banda sacando con picardía y rapidez y tras ese tanto el Pontevedra tuvo a su merced durante quince minutos a un rival que acusó el golpe y que no fue capaz de frenar el juego granate.

En ese tramo de partido el Pontevedra debió "machacar" y hacer algún tanto más que diera tranquilidad pero como ya ocurriera en la primera parte frente al "Bergan", se desperdiciaron varias llegadas en superioridad clara a las que habría que haber sacado bastante más rentabilidad.

Y fue en el momento en el que el Arenteiro parecía haberse asentado algo más de nuevo sobre el campo y el Pontevedra haber calmado algo su ímpetu, cuando llegó la primera expulsión local.

Es Adrían Cruz un jugador con una calidad incuestionable y en Pontevedra lo conocemos bien aún a pesar de que por unas cosas u otras aquí no haya terminado de tener continuidad. Esa continuidad que sí tuvo en otros grandes equipos y en categorías superiores donde ha desarrollado una apreciable carrera.

Pero siempre ha sido también Adrián un jugador de corazón un tanto caliente y esa circunstancia volvió a traicionarle un poco en la acción que le costó ver la roja.

Falta sobre Alex Glez en medio campo, otra falta en la misma acción y para rematar, mientras ambos caían, bota con los tacos a uno de los gemelos de nuestro capitán. No creo que esa acción pueda calificarse de dolosa pero sí de negligente y así debió apreciarlo el árbitro que estaba muy cerca y que le indicó el camino de los vestuarios.

Y nada más quedarse el Arenteiro con 10, llega la acción del 0-2 justo antes del descanso que allanaba muchísimo el camino para la segunda parte. 

Seoane, transformado por un instante en Cafú o incluso Sócrates (brasileño genial de los años 80 que llegó incluso a tirar algún penalti con el tacón), se encontró con un balón suelto en el interior del área tras un lanzamiento desde la frontal y conectó su tacón con el esférico, en un recurso genial, para desviar la trayectoria de aquel e introducirlo dentro de la portería del Arenteiro.

Lejos de lo que se podría pensar (con 0-2 arriba y jugando contra 10) el Pontevedra CF no disputó ni mucho menos una buena segunda parte.

Quien más quien menos pensaría que el partido se desarrollaría con el guión del principio del mismo, es decir, con un Pontevedra en posesión de la pelota y un Arenteiro tratando de aprovechar las opciones que el rival le dejara teniendo en cuenta su inferioridad.

Lo cierto es que no fue así. El balón fue del conjunto local y el Pontevedra empezó a confundir lo que significa control del partido con relajación e incluso alguna dosis de paseo.

No hubo ocasiones muy claras ni el equipo se vio superado por su rival en exceso pero creo que sí se puede afirmar que no se notaba demasiado la superioridad numérica sobre el campo y que jugadores como nuestro admirado Alex Fdez y ese buen futbolista llamado Zanelli acumulaban cada vez más balón.

Son además estos dos centrocampistas muy buenos lanzadores a balón parado y (sin exagerar) en algún momento la imagen de los últimos minutos de Carballo en al primera vuelta pasaron (siquiera de rondón y solo por unos instantes) a través de mi cabeza.

Sin embargo, a falta de 20 minutos para el final un balón largo para A.Rubio obligó a Pol Bueso a estorbarle lo suficiente para tirarlo al suelo cuando el jugador granate encaraba al portero en buena posición. 

El árbitro que era asturiano (sí, asturiano) no dudó en sacar tarjeta roja al central ex granate y dejar al Arenteiro con 9.

Menciono el origen "astur" del "trencilla" pues no es habitual que un colegiado de esas latitudes pite de manera tan correcta y benigna al Pontevedra con lo que deberíamos recordar esta circunstancia como una efeméride gozosa y digna de ser recordada. 

Al escribir esto último, por cierto, me acuerdo de los "cabreos" legendarios de algún periodista de la ciudad que narraba los partidos del Pontevedra y que siempre nos sacaba una sonrisa entre la desesperación de las decisiones arbitrales.

Y sí la cosa ya se ponía "fetén" por jugar contra 9, más pintiparada se puso con la maravillosa conversión de la falta en gol por parte del propio Rubio que desde una posición más indicada para un lanzador zurdo, conectó su derecha para hacer un tanto precioso que liquidaba de manera virtual el partido.

Y digo que lo liquidaba de manera "virtual" porque después del 0-3 y de manera totalmente sorprendente, al menos para el que esto escribe, el Pontevedra jugó un cuarto de hora realmente horroroso.

Veamos, desde el 0-3 y con dos jugadores menos, el Arenteiro consigue ganarnos la espalda por nuestra banda izquierda y forzar un córner. Dicho córner es fatalmente defendido y acaba en el 1-3.

Pero es que además el Pontevedra simplemente se limitaba a jugar la pelota entre los dos centrales y cederla a su vez a Cacharrón que enviaba el balón largo hacia la nada.

El Arenteiro además del gol, gozó de un par de faltas laterales que nos subieron realmente las pulsaciones y marcó otro gol que fue anulado por un fuera de juego que sí lo pareció, aunque las tomas no eran las más idóneas para certificarlo.

Este panorama en el que el Pontevedra, no es que confundiera ya control con relajación, sino que pareció simplemente pasear en agradable tarde por Carballiño, terminó con una jugada por la derecha que acaba en los pies de Rufo en la frontal del área y con un lanzamiento ajustado del "9" para hacer el 1-4 y con otra jugada ya al borde del final de la prolongación en la que el espíritu de Cafú volvió a adueñarse de un genial Seoane para enviar al fondo de la red un derechazo potente y bonito que ponía el 1-5 final en el marcador.

Se ponía así fin a la hemorragia del equipo que tan preocupados nos tenía los últimos quince días.

Que la herida cicatrice convenientemente dependerá que el Pontevedra siga en los próximos partidos con la buena línea de la primera parte en Carballiño y evite por todos los medios pasajes de atolondramiento y "desaparición" experimentados en la segunda parte contra los "verdes".

Que decir de lo sucedido tras el final del choque.

Ver esos vídeos a través de las redes sociales de los jugadores dirigiéndose al sector de la grada en la que estaba nuestra gente me resultó especialmente emotivo.

Emotivo porque resulta vital  la comunión perfecta entre plantilla y afición.

Emotivo porque quizá esté prendiendo de nuevo una llama que adquiera con el tiempo más fuerza y calor para convertirse en una nueva versión de la tan añorada "marea granate".

Y emotivo porque evoca la posibilidad de volver a repetir esta unión y alegría en un tramo final de Liga en el que el equipo necesita como el comer del apoyo de su gente tanto fuera como en casa.

A partir de ahora, se me antoja crucial pronunciar constantemente y tener siempre en mente una frase más antigua que el propio fútbol pero que ha sido acuñada en los últimos años por un enorme entrenador azotado por los medios tradicionales deportivos por haber osado desafiar un estado de cosas en cuyo interior el poder estaba realmente cómodo.

"Partido a partido" y no salirse de esa línea.

Por tanto, Marino, Marino y Marino.

Un equipo asturiano, por cierto, que está inmerso de lleno en la lucha por la permanencia (que es para ellos su "ascenso") y que no regalará absolutamente nada en Pontevedra el Domingo que viene.

Centrémonos solo en ganar al conjunto de Luanco y confirmar la recuperación y confianza del equipo.

Ojalá se haga con más gente en las gradas del ex vetusto.    

  

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