martes, 8 de marzo de 2022

De abandonos de barcos, buenos partidos y demás historias

 El Pontevedra CF se nos ha derrumbado. 

No es algo nuevo, no es algo que no hayamos visto antes decenas de veces en otras campañas pero no por habitual deja de ser profundamente doloroso.

A lo largo de la semana pasada asistimos al "mantra" que al menos a este atribulado bloguero ya le causa un desaliento y un hastío difícilmente explicable.

Campo sintético, campo pequeño, campo estrecho. No habrá espacios, es otro fútbol, habrá que adaptarse.

Los mismos argumentos que hace diez años, que hace veinte años que hace hasta treinta años.

Faltaba el viento, eso sí, que allí por las Islas Canarias sopla muy fuerte pero que al parecer no visita tanto Asturias por lo que nos ahorramos sumar a Eolo a la retahíla de inconvenientes que el equipo tendría que afrontar.

El noventa y tanto por ciento de veces que se anuncia el "apocalipsis" y las tremendas dificultades que esos estadios "dejados de la mano de Dios" van a suponer para el Pontevedra, el pronóstico funesto se cumple y el equipo regresa a nuestra ciudad "con el rabo entre las piernas" y con el saco de excusas aprendidas que podrían resumirse en la conocida frase: "No hemos venido a luchar contra los elementos".

Pasaba en 2ªB, pasó también en 3ª y como no iba a ocurrir también en esta 2ªRFEF.

Yo no quiero ni debo engañarme.

El Pontevedra fracasó estrepitosamente en Llanera. 

Que se haya jugado el partido en un presunto "futbolín" artificial no puede ser justificación posible para un nuevo ejercicio de impotencia de un equipo que de manera sorprendente se ha venido abajo y ha empezado a poner en riesgo una vez más el único objetivo de esta temporada, salir de esta categoría para precísamente dejar de tener que disputar encuentros en escenarios de esas o parecidas características.

Lo que no se debe hacer nunca en ningún partido pero menos en uno como el de Llanera se hizo, encajar un tanto nada más comenzar en una jugada en la que vuelve a defenderse de verdadera pena un balón parado rival.

¿De qué vale tener luego el balón permanentemente sin hacer daño de verdad al contrario? De nada.

Y lo que resulta menos de recibo es argumentar después del choque que "habíamos llegado mucho al área asturiana con muchas aproximaciones de peligro y que se había hecho un buen partido".

Hombre, si el campo era tan pequeñito, lo normal es merodear la zona de castigo rival y más si vas perdiendo. 

Ahora, que las ocasiones hayan vuelto a escasear y que no se pueda sacar la conclusión clara y concisa de que el Pontevedra haya sido mucho mejor que su rival ya es suficiente indicio para saber que lo que se produjo el Domingo fue otro naufragio granate y este de una importancia bastante mayor que alguno anterior.

Vaya por delante que ya parece algo extraña la explicación de A. Rodríguez a su alineación inicial (Rubio fuera y Romay dentro como cambio más llamativo), en el sentido de afirmar que como el campo era muy pequeño buscaba acumular gente por dentro pues encontrar las bandas iba a ser muy complicado.

Y digo que me parece extraña la tesis del técnico leonés porque si no había margen para buscar las bandas no me quiero ya ni imaginar los espacios que habría por la zona central del terreno de juego.

Pues nada. Como había poco sitio, a Rey y a Yelko e incluso a Brais que a veces se mueve por ahí, les sumo a Romay para que los atascos de la M-30 se queden en juego de niños comparado con la parcela central del Pepe Quimarán.

Y este ingenuo bloguero se pregunta algo que no sé si algún otro aficionado granate también lo hace.

En un terreno de juego tan particular y con esas dimensiones y contando en nuestras filas con dos de los mejores cabeceadores de la categoría, Rufo y Charles, es normal no encontrar esa "adaptación al medio" buscando la manera de surtir de pelotas a estos dos por arriba para que tratasen de perforar la portería local?

Es lógico potenciar el juego por el centro en detrimento de la bandas por muy estrecho que fuera el campo? ¿Fue acertado volver a retrasar al lateral a Alex mermando su capacidad ofensiva de desborde y centro? ¿ Es lógico precisamente en este partido sentar a Rubio que podría desequilibrar por la otra banda o encontrar algún lanzamiento de falta como en Carballiño? Resulta de verdad creíble que se puede ganar en un campo como el del Llanera sin centrar balones a nuestros puntas y con esa desesperante fragilidad del Pontevedra en el balón parado defensivo y ofensivo? La adaptación al partido de verdad pasaba por juntar a Yelko y Romay precisamente este día?

Sea como fuere, el caso es que el partido se fue muriendo poco a poco y el Pontevedra se fue desangrando con él, sin que desde el banquillo hubiera otra vez alguna reacción palpable para tratar de cambiar la manija del choque.

Que se hagan solo dos cambios y uno de ellos en el 89 (el primero en el 72, no se crean) deja bien a las claras que no hubo capacidad desde la banda para cambiar nada.

Que eso haya sido porque al técnico le estaba gustando lo que veía? Si fuera así tenemos un claro problema. ¿Qué haya sido por la evidente cortedad de la plantilla que muchos vemos aunque se niegue por el propio entrenador y el Director Deportivo? Pues vaya usted a saber.

Antes del final y para empeorar las cosas, Charles protagonizó una acción injustificable al protestar con demasiada vehemencia al colegiado que le sacó la tarjeta roja a falta de unos diez minutos para el final.

Los nervios son los nervios, la impotencia de ver como se iban tres puntos vitales seguro que influyó pero un jugador con la experiencia y el pose del brasileño no puede hacer eso, no puede caer en ese error.

No es ya haber mermado aún más a su equipo en el tramo final del partido sino la previsible sanción que le caerá y que nos dejará sin su concurso en encuentros vitales y eso es un lujo que no se puede permitir el Pontevedra CF.

Me llamó la atención, por cierto, con respecto a la expulsión la distinta reacción del entrenador granate a este claro error del delantero a la que tuvo con Alex Glez cuando fue expulsado contra el Leganés B en casa.

Quiero pensar que ese diferente tratamiento se debe a la compresión por parte del técnico del error que supuso su exagerada reacción contra el capitán en su momento dejándolo casi a los pies de los caballos.

Quiero pensar, insisto, en que se debe a eso y no a la identidad del jugador que en esta ocasión sufrió la "cruzada de cables".

La conclusión verdaderamente preocupante del bochorno del Pontevedra en Llanera es que el equipo está fatal.

Que no hubo recuperación en Carballiño por mucho que se lograra la victoria.

En los últimos cinco partidos se han logrado cuatro puntos y solo se ha marcado frente al Arenteiro.

El equipo más goleador del grupo no ha hecho gol en cuatro de los últimos choques, ha creado poquísimas ocasiones y si exceptuamos el partido frente al Marino lleva encajando muchos partidos seguidos.

El Pontevedra ha perdido su frescura, su alegría sobre el césped y vuelve a parecerse a ese equipo apático e impotente de principios de temporada.

Ese y no otro es el problema. 

Qué el Adarve se ha ido otra vez a 6 puntos? Ya, pero es que pensar que no iba a ganar nunca era absurdo. ¿Qué nos ha cogido el Navalcarnero? Normal, con esta nefasta racha que llevamos.

Pero la cuestión no es ya la clasificación sino la deriva de un equipo que no encuentra soluciones para enderezar su rumbo.

No se trata ni de bajarse de barcos, ni de "angeletas" ni de historias semejantes.

Se trata de poner toda la carne en el asador por aquellos que pueden y deben hacerlo para activar de nuevo al equipo.

De esta manera no es que no se conseguirá subir directamente sino que en un hipotético play off seremos pasto de cualquier equipo medianamente serio que se nos plante bien en defensa y nos deje mover el balón sin peligro hasta que cometamos un error atrás que nos condene.

O se recupera la chispa, la velocidad, la confianza en sí mismo o este equipo va camino de volver a protagonizar otro cataclismo como el que ya hemos vivido la temporada pasada o alguna otra no muy lejana en la que con todo a favor nos fuimos por el precipicio cuando menos se esperaba.

El barco no lo abandona la poca afición que todavía queda. El barco lo están abandonando el patrón (callado como casi siempre), el capitán y los tripulantes que lo están dirigiendo contra los arrecifes de una manera desesperante.

En su mano está coger de una vez por todas el timón, volver a tener conciencia de donde están y pilotar y manejar la nave con la diligencia con la que se estaba haciendo no hace tanto tiempo.

Todavía esos arrecifes no están encima pero ya no están lejos.

El riesgo no es solo no subir este año sino que la nueva "enfermedad crónica" del Pontevedra CF que antes se llamaba "2ªB" pase ahora a llamarse "2ªRFEF" y a fe que esa enfermedad cuenta con síntomas todavía más molestos e incapacitantes que la anterior. 


 

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