martes, 17 de enero de 2023

J.Aurelio Gay, Salamanca y una caída a los infiernos.

Hace menos de un mes cumplí 50 “castañas”.

No, tranquilos. No voy a hablar de la manida crisis del medio siglo ni de Harley- Davidson ni cazadoras de cuero o patéticos intentos por atraer a personas sensiblemente más jóvenes.

Lo que sí voy a comentar es que dentro de nada cumpliré 42 años como socio (ahora abonado) del Pontevedra CF.

Más de cuatro décadas han pasado ya desde que mi padre un verano ya demasiado lejano me colocó delante de los ojos un papel acartonado en el que se leía bajo el escudo de la entidad la expresión “socio infantil”.

A lo largo de todas estas temporadas solo he podido ver al equipo una campaña en el denominado fútbol profesional.

Una temporada, UNA, entre más de 40 que han transcurrido desde que esta extraña fiebre se colara entre mis huesos de manera permanente.

Cómo olvidar al entrenador de aquella plantilla que dirigió a sus jugadores hasta lograr subir a segunda división?

Cómo olvidar su debut en la temporada anterior al ascenso frente al Real Madrid B y aquel 4-3 espectacular en el que “explotó” por primera vez Javi Rguez, Padín llegó a jugar hasta de medio centro más “retrasado” del equipo y Rubén González acabó haciendo el ridículo dando “botecitos” sobre el césped instantes antes de que aquel inolvidable “9” le retratara por última vez?

No recuerdo haber visto jugar al Pontevedra CF de manera tan vistosa y llamativa en todo mi periplo como aficionado que cuando fue entrenado por J.Aurelio Gay.

Sí le he visto jugar bien con otros entrenadores y también con el propio ex jugador zaragocista.

Lo que quiero decir con esta última frase es que a veces, con Gay, el Pontevedra no jugaba bien sino que lo hacía de manera extraordinaria en ataque pero sin encontrar el equilibrio debido en defensa.

Ese equilibrio que sí se encontró en la fase de ascenso exitosa del año 2004 en la que fuimos capaces de mantener la portería a cero en cuatro de los seis partidos del play off con “batallas” tan feroces como la de Miranda o incluso la del último partido jugado aquí contra un gran Lorca.

Cuando llegó la hora de la verdad ese equipo sí arropó a los Juanlu, Vázquez o Bahón con trabajo y sacrificio defensivo para lograr el hecho más importante que por lo menos estos ojos han podido ver en relación con el Pontevedra CF, jugar en 2ªDivisión.

He hablado del primer partido de Gay pero ahora quiero hablar del último.

Ese último pude verlo “in situ” y se jugó en el mes de Enero, en la ciudad de Salamanca y con el Pontevedra en puestos de descenso. Era la última jornada de la primera vuelta. Les suena de algo?

Viajé a la preciosa ciudad castellana con tres amigos y con la débil e ingenua esperanza de que aquel partido que se iba a disputar contra un rival directo ( la desgraciadamente extinta “UD Salamanca”), significase el final de la caída de un equipo que bajaba sin frenos y que fuera el primer paso para la recuperación.

Y soñaba también con ganar para evitar lo que ya era casi un secreto a voces. Que de no hacerlo, J.Aurelio Gay dejaría de ser el entrenador de mi equipo.

El partido fue decepcionante. Apenas se llegó al área rival y la derrota por 2-0 resultó inapelable.

Triste, preocupado y más atribulado que nunca, regresé a Pontevedra pensando en aquel ataque formado por Padín, Xaco, Capdevila, Busto y Javi (con Mauro y Casablanca que a veces, bueno, que casi siempre atacaban más que defendían) que tan bien me lo habían hecho pasar las dos temporadas anteriores y sentí una profunda nostalgia al comprobar que el artífice de aquello, que el entrenador que por fin había logrado sacarnos de la insoportable 2ªB de 80 equipos, se iba a tener que marchar a su casa.

Sí. Ya sé que aquella temporada se protagonizó un mercado de verano dantesco y bastante lamentable iniciando la política de traer gente de ultramar que apenas rindió en  nuestra ciudad.

Los nombres de Garipe, Adinolfi u otros más cercanos como el de José Manuel aún se recuerdan como fichajes fallidos e incomprensibles y no se dio ni de lejos con la tecla a la hora de reforzar bien la plantilla.

No obstante, de lo que quiero hablar es de lo duro que fue presenciar la caída de un entrenador que nos había llevado a 2ª más de 25 años después de la última vez y que iba a ser cesado por la ley más antigua del fútbol que todavía existe aunque parece que algunos (o algunas) no se han enterado todavía, la de los resultados.

La admiración por Gay era evidente no ya por el que esto escribe sino por gran parte de la afición.

El agradecimiento general hacia J.Aurelio también era patente entre los seguidores granates pero el equipo no iba, no ganaba, se había metido en un bache que luego fue socavón desde aquel partido maldito contra el Terrasa en casa empatado a última hora y la herida se agrandaba cada vez más hasta correr el riesgo de que fuera irreparable.

Y Gay fue cesado.

El entrenador que había devuelto al Pontevedra a segunda tras tanto tiempo de zozobra fue despedido y otro vino a sustituirle y con él varios jugadores que subieron algo el nivel de la plantilla hasta sumar más de 30 puntos en la segunda vuelta que desafortunadamente no fueron suficientes.

Se buscó un revulsivo y se trató de corregir lo que se había hecho mal en verano.

No se logró. Por poco, pero no se consiguió la salvación. 

Sin embargo, se intentó. Se sacrificó al entrenador más importante (por lo menos para el que esto escribe) que ha tenido el Pontevedra en este siglo para buscar el objetivo y se hizo a pesar del cariño que casi todo el mundo le tenía a J.Aurelio Gay.

El club se comportó de manera profesional. Fue consciente de lo mucho que había costado subir a segunda y que había que hacer todo lo posible para no volver a los infiernos.

Lo que vino tras aquel descenso es otra historia de la que quizá pueda escribirse en otra ocasión.

Hace tres días el Pontevedra llegó a Salamanca en puestos de descenso a jugar contra un rival directo la última jornada de la primera vuelta. Les vuelve a sonar?

El equipo se volvió de vacío y acumuló la segunda derrota seguida ante equipos de nuestra zona clasificatoria agravando todavía más su precaria posición en la tabla.

No ha pasado nada.

El entrenador sigue en su puesto, el otrora director deportivo (si es que alguna vez puede alguien al margen de Féans llamarse así en el Pontevedra CF de Lupe Murillo) y ahora “recopilador de informes y sugerencias” sigue mudo al parecer, según él, porque no le dejan hablar.

La Presidenta tampoco dice nada, lo que quizá sea positivo pues cada vez que habla solo es para mostrar desdén hacia lo poco de masa social que todavía le queda a la entidad.

El mercado de invierno continúa y a día 17 de Enero hemos disputado dos auténticas finales con un jugador menos en plantilla de los que comenzaron la Liga.

Ni un comunicado oficial sobre Gueye informando, por lo menos, de que se trabaja para hacer valer los derechos de la institución de manera contundente.

Hace falta gente arriba, con desborde, con uno contra uno y con GOL y se da de alta a un defensa.  

Y el Pontevedra sigue sin ganar dos partidos seguidos en Liga. Y la salvación se aleja, se hace más complicada mientras que el margen de error se estrecha.

El “Director General” habla para Salamanca y dice añorar los fines de semana saliendo por las noches por la villa universitaria pero todavía no hay campaña de abonos para la segunda vuelta.

Todo resulta insoportablemente decadente.

No hay un mínimo de profesionalidad en el funcionamiento de la entidad por encima de jugadores y entrenador.

No se sabe porque no se busca un revulsivo en forma de cambio de técnico aunque no es difícil sospechar que si no se hace no es porque se confíe en Antonio sino porque no se tiene ni idea de lo que hacer después.

No se sabe si se va a intentar reforzar de verdad el ataque ni quien recomienda fichar (si es que se tiene pensado hacerlo). ¿Lo hace Toni, Feáns o Lupe Murillo?

El césped de Pasarón es un desastre; la peregrinación del equipo para entrenar con un mínimo de condiciones cada semana, desquiciante.

No encuentro nada a lo que me pueda agarrar para hallar alguna esperanza de que a esto se le pueda dar un giro que evite volver a una categoría formada por 90 equipos y en la que me resulta realmente insoportable militar de nuevo.

En la Línea de la Concepción, en unos días, volverá a jugarse un partido crucial y todo indica que ningún refuerzo llegará tampoco para intentar ayudar en esa importante jornada.

La famosa frase de Antonio “permanencia holgada” parece a día de hoy una “boutade” tan absurda como improbable y cualquier aficionado de la entidad firmaría ahora mismo conseguirla el último día, en el último minuto, después de que Lucas Pérez fallara tres muy claras y nosotros metiéramos la única aunque fuera con la rabadilla.

Será muy difícil llegar a ese día con opciones.

Para ello sería imprescindible dejar de regalar goles absurdos casi todos ellos en los comienzos del primer o segundo tiempo haciendo gala de una concentración más propia de una clase de párvulos que de un equipo serio.

Sería necesario que alguien más, además de Alex, desbordara por la banda y colocara algún centro medianamente decente.

Sería obligatorio que Charles y Rufo las metieran o metieran alguna por lo menos en aquellas ocasiones en que sí las tienen y que Bakero demostrase que de verdad es hijo de aquel melenas que jugaba en el Barca de Cruyff en los 90.

Sería necesario, en definitiva, que con todas las carencias que tiene esta plantilla, que las tiene, todos y cada uno de sus miembros además del entrenador dieran su mejor versión en todos los partidos que restan.

Solo de esa manera, desterrando irregularidades y faltas de atención intolerables (no solo por parte de los jugadores sino también del mayor responsable de que no se produzcan, activando como es debido a su gente) se podría volver a soñar con meter a 5 equipos por debajo.

Solo de esa manera podrían conseguirse las victorias necesarias para evitar el desastre que constituiría el regreso a la 2RFEF.

Creo que en ese vestuario todavía hay gente a lo que esto le importa y mucho.

A eso y a la consecución de esa regularidad que parece tan lejana me aferro para seguir soñando.

Porque no nos engañemos. 

A día de hoy, con la nefasta gestión de Lupe Murillo al frente de la entidad, quedarnos en 1ºRFEF es simplemente eso, un sueño.    

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