Hace menos de un mes cumplí 50 “castañas”.
No, tranquilos. No voy
a hablar de la manida crisis del medio siglo ni de Harley- Davidson ni cazadoras
de cuero o patéticos intentos por atraer a personas sensiblemente más jóvenes.
Lo que sí voy a
comentar es que dentro de nada cumpliré 42 años como socio (ahora abonado) del
Pontevedra CF.
Más de cuatro décadas
han pasado ya desde que mi padre un verano ya demasiado lejano me colocó delante
de los ojos un papel acartonado en el que se leía bajo el escudo de la entidad
la expresión “socio infantil”.
A lo largo de todas
estas temporadas solo he podido ver al equipo una campaña en el denominado fútbol profesional.
Una temporada, UNA,
entre más de 40 que han transcurrido desde que esta extraña fiebre se colara
entre mis huesos de manera permanente.
Cómo olvidar al
entrenador de aquella plantilla que dirigió a sus jugadores hasta lograr subir a
segunda división?
Cómo olvidar su debut
en la temporada anterior al ascenso frente al Real Madrid B y aquel 4-3
espectacular en el que “explotó” por primera vez Javi Rguez, Padín llegó a
jugar hasta de medio centro más “retrasado” del equipo y Rubén González acabó
haciendo el ridículo dando “botecitos” sobre el césped instantes antes de que
aquel inolvidable “9” le retratara por última vez?
No recuerdo haber visto
jugar al Pontevedra CF de manera tan vistosa y llamativa en todo mi periplo
como aficionado que cuando fue entrenado por J.Aurelio Gay.
Sí le he visto jugar
bien con otros entrenadores y también con el propio ex jugador zaragocista.
Lo que quiero decir con
esta última frase es que a veces, con Gay, el Pontevedra no jugaba bien sino
que lo hacía de manera extraordinaria en ataque pero sin encontrar el
equilibrio debido en defensa.
Ese equilibrio que sí
se encontró en la fase de ascenso exitosa del año 2004 en la que fuimos capaces
de mantener la portería a cero en cuatro de los seis partidos del play off con “batallas”
tan feroces como la de Miranda o incluso la del último partido jugado aquí
contra un gran Lorca.
Cuando llegó la hora de
la verdad ese equipo sí arropó a los Juanlu, Vázquez o Bahón con trabajo y
sacrificio defensivo para lograr el hecho más importante que por lo menos estos
ojos han podido ver en relación con el Pontevedra CF, jugar en 2ªDivisión.
He hablado del primer
partido de Gay pero ahora quiero hablar del último.
Ese último pude verlo “in
situ” y se jugó en el mes de Enero, en la ciudad de Salamanca y con el Pontevedra
en puestos de descenso. Era la última jornada de la primera vuelta. Les suena
de algo?
Viajé a la preciosa
ciudad castellana con tres amigos y con la débil e ingenua esperanza de que
aquel partido que se iba a disputar contra un rival directo ( la
desgraciadamente extinta “UD Salamanca”), significase el final de la caída de
un equipo que bajaba sin frenos y que fuera el primer paso para la recuperación.
Y soñaba también con
ganar para evitar lo que ya era casi un secreto a voces. Que de no hacerlo,
J.Aurelio Gay dejaría de ser el entrenador de mi equipo.
El partido fue
decepcionante. Apenas se llegó al área rival y la derrota por 2-0 resultó inapelable.
Triste, preocupado y
más atribulado que nunca, regresé a Pontevedra pensando en aquel ataque formado
por Padín, Xaco, Capdevila, Busto y Javi (con Mauro y Casablanca que a veces,
bueno, que casi siempre atacaban más que defendían) que tan bien me lo habían
hecho pasar las dos temporadas anteriores y sentí una profunda nostalgia al
comprobar que el artífice de aquello, que el entrenador que por fin había
logrado sacarnos de la insoportable 2ªB de 80 equipos, se iba a tener que
marchar a su casa.
Sí. Ya sé que aquella
temporada se protagonizó un mercado de verano dantesco y bastante lamentable
iniciando la política de traer gente de ultramar que apenas rindió en nuestra ciudad.
Los nombres de Garipe,
Adinolfi u otros más cercanos como el de José Manuel aún se recuerdan como
fichajes fallidos e incomprensibles y no se dio ni de lejos con la tecla a la
hora de reforzar bien la plantilla.
No obstante, de lo que
quiero hablar es de lo duro que fue presenciar la caída de un entrenador que
nos había llevado a 2ª más de 25 años después de la última vez y que iba a
ser cesado por la ley más antigua del fútbol que todavía existe aunque parece
que algunos (o algunas) no se han enterado todavía, la de los resultados.
La admiración por Gay
era evidente no ya por el que esto escribe sino por gran parte de la afición.
El agradecimiento
general hacia J.Aurelio también era
patente entre los seguidores granates pero el equipo no iba, no ganaba, se
había metido en un bache que luego fue socavón desde aquel partido maldito
contra el Terrasa en casa empatado a última hora y la herida se agrandaba cada
vez más hasta correr el riesgo de que fuera irreparable.
Y Gay fue cesado.
El entrenador que había
devuelto al Pontevedra a segunda tras tanto tiempo de zozobra fue despedido y
otro vino a sustituirle y con él varios jugadores que subieron algo el nivel de
la plantilla hasta sumar más de 30 puntos en la segunda vuelta que
desafortunadamente no fueron suficientes.
Se buscó un revulsivo y
se trató de corregir lo que se había hecho mal en verano.
No se logró. Por poco, pero no se consiguió la salvación.
Sin embargo, se intentó. Se sacrificó al
entrenador más importante (por lo menos para el que esto escribe) que ha tenido
el Pontevedra en este siglo para buscar el objetivo y se hizo a pesar del
cariño que casi todo el mundo le tenía a J.Aurelio Gay.
El club se comportó de
manera profesional. Fue consciente de lo mucho que había costado subir a
segunda y que había que hacer todo lo posible para no volver a los infiernos.
Lo que vino tras aquel
descenso es otra historia de la que quizá pueda escribirse en otra ocasión.
Hace tres días el
Pontevedra llegó a Salamanca en puestos de descenso a jugar contra un rival
directo la última jornada de la primera vuelta. Les vuelve a sonar?
El equipo se volvió de
vacío y acumuló la segunda derrota seguida ante equipos de nuestra zona
clasificatoria agravando todavía más su precaria posición en la tabla.
No ha pasado nada.
El entrenador sigue en
su puesto, el otrora director deportivo (si es que alguna vez puede alguien al margen
de Féans llamarse así en el Pontevedra CF de Lupe Murillo) y ahora “recopilador
de informes y sugerencias” sigue mudo al parecer, según él, porque no le dejan
hablar.
La Presidenta tampoco
dice nada, lo que quizá sea positivo pues cada vez que habla solo es para mostrar
desdén hacia lo poco de masa social que todavía le queda a la entidad.
El mercado de invierno
continúa y a día 17 de Enero hemos disputado dos auténticas finales con un
jugador menos en plantilla de los que comenzaron la Liga.
Ni un comunicado
oficial sobre Gueye informando, por lo menos, de que se trabaja para hacer
valer los derechos de la institución de manera contundente.
Hace falta gente
arriba, con desborde, con uno contra uno y con GOL y se da de alta a un
defensa.
Y el Pontevedra sigue
sin ganar dos partidos seguidos en Liga. Y la salvación se aleja, se hace más
complicada mientras que el margen de error se estrecha.
El “Director General”
habla para Salamanca y dice añorar los fines de semana saliendo por las noches
por la villa universitaria pero todavía no hay campaña de abonos para la
segunda vuelta.
Todo resulta
insoportablemente decadente.
No hay un mínimo de
profesionalidad en el funcionamiento de la entidad por encima de jugadores y
entrenador.
No se sabe porque no se
busca un revulsivo en forma de cambio de técnico aunque no es difícil sospechar
que si no se hace no es porque se confíe en Antonio sino porque no se tiene ni
idea de lo que hacer después.
No se sabe si se va a
intentar reforzar de verdad el ataque ni quien recomienda fichar (si es que se
tiene pensado hacerlo). ¿Lo hace Toni, Feáns o Lupe Murillo?
El césped de Pasarón es
un desastre; la peregrinación del equipo para entrenar con un mínimo de condiciones
cada semana, desquiciante.
No encuentro nada a lo
que me pueda agarrar para hallar alguna esperanza de que a esto se le pueda dar
un giro que evite volver a una categoría formada por 90 equipos y en la que me
resulta realmente insoportable militar de nuevo.
En la Línea de la
Concepción, en unos días, volverá a jugarse un partido crucial y todo indica
que ningún refuerzo llegará tampoco para intentar ayudar en esa importante
jornada.
La famosa frase de
Antonio “permanencia holgada” parece a día de hoy una “boutade” tan absurda como
improbable y cualquier aficionado de la entidad firmaría ahora mismo
conseguirla el último día, en el último minuto, después de que Lucas Pérez
fallara tres muy claras y nosotros metiéramos la única aunque fuera con la
rabadilla.
Será muy difícil llegar
a ese día con opciones.
Para ello sería
imprescindible dejar de regalar goles absurdos casi todos ellos en los
comienzos del primer o segundo tiempo haciendo gala de una concentración más
propia de una clase de párvulos que de un equipo serio.
Sería necesario que
alguien más, además de Alex, desbordara por la banda y colocara algún centro
medianamente decente.
Sería obligatorio que
Charles y Rufo las metieran o metieran alguna por lo menos en aquellas
ocasiones en que sí las tienen y que Bakero demostrase que de verdad es hijo de
aquel melenas que jugaba en el Barca de Cruyff en los 90.
Sería necesario, en definitiva,
que con todas las carencias que tiene esta plantilla, que las tiene, todos y
cada uno de sus miembros además del entrenador dieran su mejor versión en todos
los partidos que restan.
Solo de esa manera,
desterrando irregularidades y faltas de atención intolerables (no solo por
parte de los jugadores sino también del mayor responsable de que no se
produzcan, activando como es debido a su gente) se podría volver a soñar con
meter a 5 equipos por debajo.
Solo de esa manera
podrían conseguirse las victorias necesarias para evitar el desastre que constituiría
el regreso a la 2RFEF.
Creo que en ese
vestuario todavía hay gente a lo que esto le importa y mucho.
A eso y a la consecución
de esa regularidad que parece tan lejana me aferro para seguir soñando.
Porque no nos engañemos.
A día de hoy, con la nefasta gestión de Lupe Murillo al frente de la entidad,
quedarnos en 1ºRFEF es simplemente eso, un sueño.
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