martes, 31 de enero de 2023

De marcajes vergonzantes, "palmeras periféricas" y algún que otro "comisario político".

Hace más de una década se hizo bastante famoso un marcaje al hombre por todo el campo que el entrenador del Almería decidió diseñar sobre el mediocentro culé Xavi hernández.

El elegido fue un central, de nombre futbolístico Chico, que persiguió por todos los rincones del Camp Nou al pequeño jugador de Tarrasa, hoy entrenador del FC Barcelona.

El Domingo por la tarde asistimos en Pasarón a una reedición de una marca individual de esa naturaleza pero añadiéndole medio tirabuzón al experimento para que el salto desde el trampolín resultase todavía más rocambolesco.

Toni Otero, el mayor experto en Galicia en experiencia "alrededor de los entrenadores" y ahora metido a técnico por obra y gracia, no del Niño Jesús, sino de Lupe Murillo, decidió emplear al único delantero de su alineación inicial en el ingrato y peculiar trabajo de hacer un marcaje hombre a hombre al medio del Castilla que tuviera la misión de sacar la pelota jugada, casualmente el nombre de dicho futbolista era Theo Zidane.

Pues dicho y hecho. 

El disciplinado "9" granate cumplió la misión encomendada y se pasó los casi 20 minutos que disputó antes de lesionarse, a unos 40 o 45 metros de la portería contraria haciendo una especie de mixta, utilizando el argot balonmanístico, a uno de los hijísimos del legendario futbolista francés.

No crean que con los problemas físicos del madrileño que motivaron su prematuro relevo se puso fin a esta especie de remake de la película "Alguien voló sobre el nido de Rufo" sino que su sustituto, Jon Bakero, se aplicó con fervor a la misma tarea aún a pesar de que el filial merengue ya estuviera ganando y jugando a sus anchas con un Pontevcedra desnortado.

Bien es verdad que como a estas alturas todavía muchos no tenemos claro de qué juega el otro hijísimo, el de Jose Marí, como no sabemos si es ariete o segunda punta o media punta o lo que demonios sea, la "cosa" ya no llamaba tanto la atención aunque siguió provocando que el el Pontevedra siguiera jugando toda la primera parte con la escalofriante cifra de 0 delanteros.

La otra sorpresa del "once" fue doble. 

Por un lado, que el "creador de Pedri" se decidiera por vez primera a jugar con 3 centrales y, por otro lado, que el elegido para actuar como carrilero derecho fuera Valentín Jaichenko.

No fue casualidad, por tanto, que el gol merengue llegara por nuestra banda derecha defensiva en una jugada en la que el resto del equipo dejó abandonado al canterano sin aportar una sola ayuda.

Jaichenko (que humildemente creo que está para intentar ayudar en otras zonas del campo y no en esa) fue superado con pasmosa facilidad por su par y de un buen centro llegó un remate de cabeza de un atacante que no encontró oposición alguna aún a pesar de tener 3 centrales sobre el césped.

Antes del 0-1 y después del 0-1 el Pontevedra CF siguió mostrando una impotencia en ataque (lastrado más si cabe, a mi juicio, por el experimento elaborado con gaseosa de marca blanca) y una falta de colmillo por todas las zonas del campo que si llegó vivo al descanso se debió más por el constante "mamoneo" de los jugadores del Castilla, que rehuyeron ir de verdad a por el Pontevedra, que por alguna virtud real del equipo granate.

La segunda parte empezó de una manera bien diferente.

No hubo cambio de hombres pero las gaseosas se dejaron en el vestuario y con ellas ese marcaje individual que sin duda pasará a la historia de las excentricidades más absurdas de las últimas décadas en Pasarón.

Los 10 primeros minutos tras la reanudación el Pontevedra era otro.

Había más ritmo, más determinación y más intención. Por haber, había hasta un delantero aunque fuese Bakero.

En ese inicio Jaichenko sí apareció por su banda en ataque con dos acciones, una con disparo y otra con desborde, de bastante peligro y Churre casi encontró el gol a la salida de un córner.

Era otro partido y el Pontevedra se había decidido a aparecer sobre eso que tenemos en Pasarón a lo que seguimos llamando hierba. 

Es cierto, sí, que el Castilla encontró en ese tramo la contra muy clara que esperaba que fue desbaratada por un gran Cacharrón pero resultaba indudable que el equipo había recuperado algo de color.

En ese momento del choque, el mejor hasta ese instante del Pontevedra, llegó un doble cambio que lejos de mejorar colaboró para aplanar de nuevo al equipo.

Oier, que volvió a estar gris oscuro, por Jaichenko y Martín Diz por un Araújo que no estaba del todo mal (en serio lo digo) y que obligó a Alex a exiliarse al lateral izquierdo.

Durante por lo menos 20 minutos el Pontevedra volvió a liarse, a no encontrar profundidad y a dar la impresión de que no podía hacer daño.

Pero enfrente estaba un equipo lleno de calidad, de eso no hay duda, mas decidido a darle oportunidades a su rival a base de seguir "mamoneando" sobre el césped ante los gestos cada vez más exasperantes de sus técnico desde la banda. 

Y llegó el último cuarto de hora y el Pontevedra a base de corazón y de ganas empezó a embotellar al R.Madrid Castilla.

Y también llegaron los dos últimos cambios, esta vez realizados con un mínimo de lógica y acierto.

Charles y Seoane al campo. Fuera la defensa de 3 centrales. Y Alex ya muy metido arriba ayudando a Diz en un claro intento por empatar tomando los razonables riesgos.

Y llegaron las oportunidades. 

Y sobre el 90 el gol del empate. Centro precioso de Alex y remate todavía mejor de Charles imprimiendo con su cuello la fuerza y dirección necesaria al balón para superar la oposición del portero blanco.      

Y también llegó el descuento y con él otras dos ocasiones que bien pudieron otorgarnos los tres puntos en juego y esa sensación de que si se hubiera empatado un poquito antes, el partido habría caído a nuestro favor.

Escuchamos después del partido las mismas referencias a la dichosa actitud. Pocas falacias más grandes se ha podido escuchar en los últimos tiempos.

No es problema de actitud y uno de los capitanes del equipo, Charles Días, lo recalcó en la rueda de prensa tras el encuentro.

La primera parte fue horrorosa, plana e inofensiva por decisiones incomprensibles del "experto en alrededores" colocado ahí por Lupe Murillo.

Y en la segunda parte, a medida que reinaba el sentido común y se tomaban decisiones razonables no es que hubiese crecido la actitud sino que lo hicieron la lógica y el raciocinio.

Al final se celebró mucho un punto que desgraciadamente nos sitúa ya nada menos que a 6 de la salvación y dota de mayor dramatismo y dificultad a ese deseo de salvación que cada vez más empieza a ser una cuestión de fé.

Qué ha hecho la institución en este mercado de invierno, que hoy mismo acaba, por tratar de dotar al equipo de mayores argumentos para afrontar el último tramo de competición con alguna garantía más?

NADA. 

Mejor dicho, sumar otro ridículo más por el estrambote en que se convirtió el cese de Antonio y su relevo por Toni Otero, "el revulsivo de oro". 

El único movimiento al margen del "paladín de la actitud" fue la de mandar a Ortiz a Algeciras y dar de alta a un Derik que ya entrenaba con nosotros desde el verano.

POCO.MUY POCO.

Como era de esperar (no es la primera vez) en la víspera del partido y el mismo día, diferentes "palmeras periféricas" anunciaban la llegada inminente de una cascada de fichajes y de grandes e importantes noticias para la entidad. "El Lunes se sabrá todo", afirmaban moviendo sus hojas azotadas por este viento frío de Enero.

Evidentemente llegó el Lunes y no pasó nada

Y ya ha llegado el Martes y a la hora de publicar esta columna ni siquiera se ha hecho pública la clásica incorporación de algún sub 23 que se anunciará en el último minuto como una solución maravillosa y que luego tendrá dificultades para dejarnos mejor sabor de boca que los jóvenes que ya tenemos aquí.

Eso sí, al parecer la entidad sigue dando pasos en otros sentidos diametralmente opuestos al refuerzo del equipo.

Además, de esos árboles altos y esbeltos ya citados que salen en momentos señalados, es posible que se haga habitual escuchar a miembros del Consejo en espacios en los que según ellos había demasiados focos de crítica.

Bienvenidos sean si eso se confirma. 

Ahora, en una gran película que pude ver hace años titulada "Enemigo a las puertas" la labor de comisariado político efectuada por Joseph Finnes  no tiene buen final.

Siempre habrá gente que no comparta el guión establecido. Que trate de burlar la postura oficial. 

Y todo ello aún sin tener la belleza y la apostura de un magnífico en aquel film, Jude Law    


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