lunes, 1 de abril de 2024

Trampas al solitario

Es muy habitual en el mundo del deporte y especialmente en el fútbol, establecer una confrontación entre lo que significa apoyar a tu equipo y criticar o destacar aquellos errores del mismo que acaban por costar puntos en la clasificación.

No tengo duda alguna acerca de que todos y cada uno de los 2.500 que últimamente estamos acudiendo a Pasarón, más aquellos que siguen los partidos por televisión, desean fervientemente que el Pontevedra CF juegue la próxima temporada en 1ª Federación.

Es evidente que todos nosotros, los seguidores, aquellos que nos quedamos sin cenar cuando el resultado no ha acompañado o nos acostamos por la noche ilusionados tras una victoria pensando en las cosas bonitas que vendrán, todos, insisto, no tenemos otro  anhelo que ver al Pontevedra celebrar el ascenso de categoría.

Implica lo anterior no señalar o advertir de los graves y continuados errores del equipo que están poniendo en claro riesgo el objetivo de acabar primeros de grupo? En mi opinión, no.

Está menos identificado con el logro de esa meta que todos perseguimos aquel que se cabrea e incluso se indigna con algunos tantos que el equipo está encajando y que resultan casi inexplicables? En mi opinión, no.

Apoyo? Todo el del mundo. Incondicional, infinito y eterno.

Cerrar los ojos ante algunas situaciones que están dificultando la consecución del ascenso directo y que podrían ser en muchos casos evitables? A mi juicio, tampoco.

Si en los últimos cinco partidos que el Pontevedra ha disputado, el equipo ha recibido goles a balón parado que en más de una ocasión han costado puntos, por defender ese lance del juego de manera deficiente e incluso a veces negligente, hay que decirlo. 

Y hay que decirlo de la misma manera que aquellos que tenemos hijos les apretamos cuando sabemos que no están dando todo lo que podrían a la hora de hacer las tareas, estudiar o incluso comportase en la vida diaria.

Lo hacemos porque los queremos, porque dan sentido a nuestra vida y porque entendemos que esas correcciones e incluso regañinas resultan necesarias para un proceso de aprendizaje por el que todos hemos pasado.

Si te hacen un gol tras un córner en Oviedo mientras todos tus jugadores esperan contemplativos como la pelota atraviesa toda el área de gol hasta llegar a un atacante que tiene tiempo hasta de poner un mantel en la hierba antes de machacar tu portería, hay que decirlo. Ese día no costó puntos, solo algo de sufrimiento, pero hay que decirlo.

Si 15 días después te empatan un partido dos veces, la primera al sencillamente no defender otro saque de esquina y la segunda, irremediable al ser en la última jugada, rematándote en área pequeña con el pié a un metro de tu portero cuando la defensa debía estar perfectamente organizada, hay que decirlo. 

Más jodidos, porque estas acciones costaron dos puntos, pero hay que decirlo. 

Si una semana después en tu casa, un equipo que vino aquí cuasi entregado te marca a la salida de otro corner y tu defensa del mismo volvió a ser invisible, hay que decirlo. Y hay que hacerlo a pesar de que luego el encuentro se acabó ganando con comodidad frente a ese rival que no volvió a salir de su parcela.     

Y si con todos esos antecedentes llegas al feudo del colista y vas ganando 0-1 en el minuto 90, lo mínimo que se debería exigir es haber aprendido la lección y no repetir otra vez una "jaimitada" que provocó la dolorosa pérdida de dos puntos de auténtico oro que ya jamás volverán a nuestro casillero.

Y es que ese saque de esquina que no iba lanzado de manera magistral, encontró a Edu dubitativo y nada contundente, a un Borja que no sabemos muy bien que hacía por ahí estorbando a su compañero y a un Garay que muy sorprendido veía como un balón fácilmente despejable chocaba en su cuerpo para colarse en la portería.

No es forma de perder dos puntos. No lo sería en cualquier caso pero menos cuando estos errores se vienen cometiendo semana tras semana y no se halla la forma de no seguir convirtiendo la defensa del baló parado en una verbena más propia de las fiestas de la Peregrina que de un partido de fútbol en el que tanto había en juego.

No nos engañemos. No fue la única acción de ese corte en el partido "defendida" de manera lamentable.

También en la segunda mitad, el rival botó una falta lateral y encontró más solo en el segundo palo que Tom Hanks en "Naufrago" a un atacante que la dejó limpia para que un compañero fallara lo infallable a un metro de nuestro marco.

Son errores tremendos y repetidos que en este mes han costado 4 puntos que ya estaban prácticamente en la "buchaca".

Podemos hablar después, y tendríamos posiblemente razón, de que el Pontevedra CF no es capaz de controlar los partidos fuera de casa ni yendo con el marcador a favor.

Que a partir del minuto 7 del segundo tiempo el partido se convirtió en un "correcalles" que no nos convenía y que desde el banquillo no se pudo corregir dicha situación.

Que para tener más ese control quizá esa entrada de Mayo, a cuya suplencia sigo sin encontrar justificación suficiente, podría haber sido, no por Dalisson, sino por un Bastos desacertado y que no estaba progresando en ataque.

Que el tradicional cambio de punta allá por el 75 parece responder más a la rutina de un funcionario aburrido que a las verdaderas necesidades que el equipo pueda tener en ese momento.

Que alguna ocasión del rival, como ese uno contra uno de Gonzalo frustrado por un mal bote, podríamos entenderla por el deseo de acumular posesión y a la evidente falta de atención en la vigilancia e incluso velocidad de nuestros centrales.

Que otras oportunidades, al margen de las de balón parado, son menos comprensibles pues muchas llegan por nuestras dificultades a la hora de defender centros laterales.

Que si la pelota de Carlos López va para adentro en vez de estrellarse en el palo o que si Rufo mete esa después del empate que remató en semifallo, otro gallo habría cantado.

Cada uno que se quede con lo que quiera pero lo único evidente y notorio es que al margen de las ocasiones marradas por nosotros y por ellos, al margen de una nueva decepción a la hora de comprobar que el Pontevedra no supo sacar oficio para controlar un partido ante un rival desahuciado, al margen, insisto, de todo eso, el Pontevedra ganaba 0-1 en el minuto 89 y dejó de ganar por encajar otro gol que cabrearía mucho a cualquier entrenador de un equipo cadete.

Decir todo esto es no apoyar al equipo?

Estar alertando semana tras semana que resulta imprescindible la concentración máxima para no encajar goles muy evitables es remar a la contra del objetivo del ascenso?

Recalcar una y otra vez que cometer esos errores el día de la "final" (pues vamos camino por nuestra culpa de que ese partido sea tratado como tal) contra el Ourense podría significar nuestra "condena", significa que se están poniendo piedras en el camino?

Rotundamente no.

Vuelvo a repetir que hay mucho en juego. Resulta hasta comprensible, no deseable, pero comprensible que en momentos del partido el equipo pase por malos momentos y tenga que soportar más el empuje de su rival. Vale. Se entiende. Ese rival también juega y tiene su ilusión.

Ahora, eso es una cosa y otra es "regalar" casi literalmente goles que  a veces no pero que otras veces sí cuestan puntos y hacerlo casi de manera rutinaria.

Eso es lo que no puede ser. Lo que resulta cabreante y lo que el equipo debe corregir ya o de lo contrario verá como el objetivo de todos, el de ellos y el de todos los seguidores granates puede irse al traste.

Apoyo? Todo el del mundo. Incondicional, infinito, eterno.

Eso sí, por favor, no nos hagamos trampas al solitario.  

  

     


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