lunes, 22 de abril de 2024

Cuando las luces se apagan

Sé de buena tinta que aquellos aspectos de mi carácter que he intentado pulir, suavizar, modificar o directamente eliminar de mi “disco duro” emocional a lo largo de medio siglo de vida, seguirán manifestándose en determinados momentos con la misma fuerza o incluso más con la que empezaron a aparecer hace ya muchos años.

Ya puedo atravesar un momento difícil en lo personal o en lo laboral que tengo muy claro, tan claro como el agua, que el peor momento después de que el Pontevedra CF pierda un partido vital llegará en el mismo instante en que se apague la luz de mi habitación y los ojos sigan abiertos de par en par mirando a un techo sumido en la total oscuridad.

Llegarán los recuerdos del partido y de los momentos previos al mismo, llenos de ilusión y esperanza. También los siguientes, los de la decepción, el cabreo y la tristeza.

No importará que al día siguiente tenga un día de perros o la certeza que los problemas cotidianos volverán a mi cabeza como tienen por costumbre desde hace demasiado tiempo.

Dará igual. Me pasaré un tiempo indeterminado dando vueltas por mi cama vacía hasta que de improviso llegue el sueño librándome de la carrera de Rufo, del enésimo corner mal defendido, de los seguidores del Ourense celebrando un ascenso prácticamente hecho en mi propia casa y de algunos de mis jugadores discutiendo con la grada.

Ha pasado tantas veces. Han sido tantos los “palos” y casi todos ellos en Pasarón que ya conozco perfectamente las reacciones que tendrá mi organismo.

En ese tiempo de insomnio, girando y girando en busca de un sueño que no llegaba, muchas cosas o pensamientos se agolpaban en mi cabeza.

Era un partido en el que entre la victoria y el empate había bastante diferencia pero también era un choque en el que la distancia entre empatar y perder era todavía más grande.   

El equipo no salió como yo esperaba.

Me había imaginado un partido en el que el Pontevedra intentara dar mucho ritmo al juego en los primeros minutos para aprovechar el ambiente espectacular del estadio y provocar dudas o incluso alguna grieta en la maravillosa organización colectiva del rival.

No fue así. En los escasos momentos en los que parecía que el juego podría acelerarse un poco, el propio entrenador desde la banda pedía tranquilidad a los suyos y menos revoluciones al choque.

Así fue. El Pontevedra porque no supo o porque no quiso (quiero creer que por lo primero) fue incapaz de dotar de un mínimo de velocidad a la pelota y a pesar de que sí se producían acercamientos, sobre todo por la izquierda de nuestro ataque, no daba la sensación de que el Ourense sufriera casi nada para contener los demasiado tímidos embistes.

Sí. Ya sé que el conjunto visitante apenas inquietó en toda la primera parte en ataque a pesar de que Di Renzo demostraba en cada lance que es una auténtica “mula parda” competitiva de la que carece por completo el Pontevedra.

Lo que pasa es que ese era el plan del Ourense. Estar ordenado y marmóreo atrás, no dar ni una sola facilidad, pelear cada balón dividido para desgastar al contrario y dar el paso al frente en el momento oportuno para derribarlo en el primer fallo que cometiera.

Es verdad que a lo largo del primer cuarto de hora de segundo tiempo el Pontevedra logró dotar de algo más de continuidad a su fútbol. Llegó el remate más peligroso a cargo de Alex que se fue lamiendo el larguero; se botaron dos saques de esquina con algo de veneno que fueron despejados con algún apuro por el Ourense y se penetró algo más por banda derecha.

El técnico rival lo vio y tomó cartas en el asunto. Retiró a Alex Gil que estaba teniendo dificultades para ayudar en banda izquierda en defensa y dio entrada a Palmás y de paso cambiar el sistema para jugar con dos puntas.

Su modificación surtió efecto. El Pontevedra volvió a diluirse poco a poco y el conjunto azul fue creciendo un poquito en ataque.

Llegaron los cambios de Iago que realmente no volví a entender demasiado bien.

Primero metes a Rufo por Bastos llevando a Dalisson a banda derecha con lo que por esa banda se perdió profundidad. Pero es que ni diez minutos después decides sacar a Carlos López y a Chiqui para poner a Mayo y Gueye.

No habría sido más lógico y coherente sacar primero a Gueye por Bastos?

Si decides meter a Rufo junto a Carlos, en principio para tratar de tener más presencia en área contraria, por qué tardas menos de diez minutos en rectificar para fortalecer el medio campo con la presencia de Samu y volver a marear a Dalisson pasándolo a la izquierda y perdiendo ahora la profundidad por ese flanco?

No habría sido más inteligente cambiar directamente a un delantero por otro y sacar a Dalisson por Mayo manteniendo a Chiqui en la izquierda junto a Gueye por el otro lado?

O si quieres sacar a Chiqui no habría sido más productivo retirarlo por Eneko y poner por fin a Alex en su sitio?

Ya sé que soy un simple aficionado y que los que saben son los técnicos que para eso tienen los conocimientos y los respectivos títulos pero la sensación que a mí me dejaron los cambios (igual, sin ir más lejos, que en Santiago) es una sensación de provisionalidad, de “ a ver qué pasa”, de moneda al aire y no de un plan claro de lo que se quiere conseguir con las sustituciones.     

Me dio la impresión, en definitiva, que con el doble cambio se quería corregir lo que se había hecho tan solo diez minutos antes con el primer relevo. Repito, igual que en Santiago.

Aún así, lo peor estaba todavía por llegar.

Primero en la mejor ocasión para los nuestros generada por un balón extraordinario de Samu Mayo en profundidad hacia Rufo que partió hacia la portería contraria con ventaja sobre el central Prado.

No llegó a fallar en el remate porque ni siquiera llegó a disparar. El zaguero rival recuperó en un santiamén su desventaja y dejó en evidencia a un Rufo que estuvo lento a más no poder.

Luego otra contra también comandada por Samu en la que quizá optó por la peor opción al enviar el balón a su izquierda hacia Rufo y no a la derecha por la que cabalgaba Gueye. Esa acción también se fue al garete sin remate a portería.

Después el mazazo. La “leche” definitiva en el rostro de la afición que no pudo llegar de otra manera que a balón parado pues la realidad es tozuda y casi siempre anticipa lo que pasará en el futuro.

En la acción que dio lugar al saque de esquina, Palmás casi aprovecha un balón para marcar pero en el lanzamiento desde el semicírculo no hizo falta que nos rematasen de cabeza. Balón colgado al segundo palo. Falta de atención. Un jugador se queda parado, otro echa a correr antes de tiempo y Prado conecta con el pié la pelota para mandarla al fondo de las mallas.

Repito, un corner rematado con el pie. Quinto partido de los últimos seis en los que encajamos en un saque de esquina.

Errores imperdonables que cuestan ascensos directos y quién sabe si algo todavía mucho peor.

No habías conseguido ganar en 82 minutos y no eres capaz de no perder en el tramo final.

De ahí hasta que el anticasero (aunque sin influir en el marcador) árbitro marcara el término del encuentro el Pontevedra vagó entre la agonía, el desaliento y la mayor de las impotencias.

Llegó el 0-2 al que asistieron nuestros futbolistas en primera fila contemplando la acción en posición privilegiada y llegó la fiesta pontina ante 7.600 espectadores granates que una vez más empezaban a marcharse con otra pierda y de las grandes en la mochila de sus desilusiones.

Todavía en duermevela, preguntas ya realizadas en pasadas semanas  que no es que nunca fueron contestadas sino la mayoría de ellas ni siquiera cuestionadas por los que tienen el privilegio de hacerlo, volvieron a mi mente. 

Qué demonios habrá hecho Samu Mayo para dejar de ser titular en este equipo más allá de su descanso ante el Avilés por unas molestias? ¿Qué ventaja futbolística ha conseguido el equipo con esta sorprendente suplencia?

Si se han fichado en verano, no uno, sino dos laterales izquierdos, qué diablos hace Alex González jugando de lateral (o algo parecido) perdiendo en muchas ocasiones su capacidad constante y continuada de llegadas arrancando desde el exterior izquierdo? Qué ventajas futbolísticas consigue el equipo con el capitán en esta demarcación? Sí. Eneko ha cometido errores y en este blog se han comentado profusamente (de Hermelo no digo nada porque apenas se le ha visto)… pero no tendría el equipo una baza importante para las segundas partes con la posibilidad de entrada de un Chiqui fresco, punzante y con capacidad de desborde en aquellas fases de juego en las que las defensas rivales estén con menos físico?.

 Cómo se pretende ser campeón de nada encajando cinco goles de corner (ya sea en el primer palo, en el segundo, en balones francos para ser defendidos o permitiendo dos toques en el área) en los últimos seis partidos? Goles que costaron 4 puntos que ya estaban hechos en Santander y Aranda. Que costaron que un partido ganable como el del Compostela se complicara en grado sumo hasta acabar solo empatando o qué han acabado condenándote en el partido más importante de la Liga.

 De verdad creemos que se puede superar una eliminatoria de play off con estos errores “criminales” en el aspecto defensivo?

Y más preguntas. Pero estas ya no solo para jugadores y entrenador que tienen mucha responsabilidad pero ni mucho menos la única.

¿Por qué se ha despreciado una temporada más el mercado de invierno?

Sabe nuestra secretaría técnica que el Ourense perdió en Enero a su pichichi pero se trajo del “quinto pino” a un luchador como Di Renzo ideal para el sistema de juego que practica? Sabe también que en ese mismo mercado el gran rival se trajo a Hugo Sanz o a Mangana para reforzar su defensa, a Moha para reforzar su juego ofensivo de banda e incluso a un delantero joven de 20 años por lo que pudiera pasar? Tres de estos jugadores fueron titulares ayer.

 El Ourense era un muy buen equipo en la primera vuelta pero es mejor conjunto en la segunda. Se puede decir lo mismo del nuestro?

Por qué se trajo a Azael? ¿Qué aportan Hermelo o Barbeiro?

Cómo se puede decir, Iago, en la rueda de prensa de ayer que la temporada está siendo “exquisita” y “excelente” pero que también lo ha sido la de Ourense y Zamora.?

Creo, Iago, que sabes qué equipo entrenas aunque estoy seguro que allí dentro nadie te lo ha recordado al llegar porque no lo saben.

Una temporada no sé si exquisita o excelente pero desde luego satisfactoria en 2RFEF para el Pontevedra es aquella que termine con el ascenso. O por vía directa o por la de play off.

De lo contrario, ni exquisita ni “leches en vinagre” aunque se hagan 75 puntos. A no ser, eso sí, que el nivel de autoexigencia de esta entidad haya bajado todavía más de lo que creía.   

No puedo hacer eterna esta columna pero muchas más preguntas podrían formularse y en medio de todas ellas por fin el Dios Morfeo tuvo la gentileza de sacarme de mis tribulaciones.

Llegó la mañana y salió el sol y con él la necesidad de no rendirse. De donde había oscuridad ver algo de luz al final del túnel. De donde había tinieblas empezar  a rasgar la niebla aunque sea a machetazos.

Lo primero es acudir a Coruña y cumplir dos objetivos. El primero limpiar al equipo de tarjetas para el play off. Por lo menos, Carlos López y Garay tienen cuatro amarillas y deben salir de Abegondo con la quinta.

Lo segundo es asegurar el segundo puesto que más allá de implicar jugar la primera criba contra un quinto y la vuelta en casa ( lo que ya no sé si es bueno o malo), supondría algo más importante ya que el Pontevedra podría ascender con 4 empates pues en caso de igualdad después de una prórroga subiría el mejor clasificado en la Liga regular. A sí era la campaña pasada y no tengo noticias de que se haya cambiado el sistema para esta.

Quedan tres semanas para el primer partido de eliminatorias.

Es tiempo para que el vestuario se recomponga moralmente de este golpazo. Pero también es tiempo para que se tomen nota de verdad de los errores cometidos.

De nada valdrán los discursos delante de un micrófono hablando de todo menos de fútbol. De nada valdrán las defensas lamentables del balón parado. De nada valdrán las alineaciones titulares preñadas de experimentos con gaseosa. De nada valdrá otra cosa que no sea ver sobre el césped al equipo de gran parte de la primera vuelta.

O todo el mundo da su mejor versión y se deja la vida en el campo, en el banco y en el despacho o acabará por consumarse el gran fracaso que sería quedarse al menos un año más en esta categoría.

La grada? Alguien puede dudar de la grada?

Déjense de historias. Estaremos ahí como siempre hemos estado. Animando incondicionalmente por poco que nos ofrezca el equipo.

Creyendo con ahínco, con resiliencia, haciendo honor al lema de que nunca nos rendimos pero necesitamos retorno de este grupo, por favor, un retorno en forma de fútbol pero también de lucha, amor propio, coraje y personalidad.

Hala Pontevedra siempre!

No hay comentarios:

Publicar un comentario