martes, 26 de abril de 2022

Tirachinas, floretes y un paso de gigante

No sé si a alguno de los lectores de este blog les pasa lo mismo pero lo cierto es que el que esto escribe acaba últimamente los partidos del Pontevedra CF en casa completamente exhausto.

Músculos agarrotados, boca seca, respiración desacompasada y ese inmenso alivio final al escuchar el silbato del árbitro indicando el final de partido mientras los tres puntos en juego corren a refugiarse en el vestuario granate bien resguardados en cualquier taquilla y a salvo de las garras del equipo visitante.

Y eso que la tarde parecía tranquila, extrañamente tranquila alrededor de las cinco y media de la tarde. Tres cero arriba aquí nosotros y dos cero abajo el Adarve en Carballo y jugando los madrileños con un futbolista menos.
Algunos en la grada no podíamos evitar mirarnos con estupor ante un desarrollo tan plácido de los acontecimientos.

Claro que esa calma chicha vino precedida por el sobresalto inicial que ya se ha convertido por desgracia en tradicional por estos lares. 
En esta ocasión, por obra y gracia de Cacharron y porque no decirlo de una norma arbitral controvertida y susceptible de diferentes interpretaciones, el susto no pasó a mayores.

El Pontevedra CF ha defendido casi siempre a lo largo de la temporada muy mal y negarlo resulta absurdo.
Tan solo en ese tramo de la primera vuelta en la que se inició la remontada, el equipo logró un equilibrio casi perfecto entre la posesión controlada  a veces y con más profundidad en otras ocasiones para monopolizar el balón y conseguir que los rivales casi ni tirasen hacia nuestra portería.

Luego volvimos a "relajarnos" en esa faceta y ese equipo marmóreo se fue difuminando de nuevo hasta este tramo de competición en la que encajamos muchos goles y además por errores graves que no se deberían cometer.
   
Frente al Langreo el Pontevedra volvió a sufrir mucho en defensa, pero mucho.

Los primeros minutos fueron una pesadilla con alguna llegada peligrosísima del conjunto asturiano que aprovechaba fallos individuales enormes de miembros de nuestra retaguardia y fruto de ese mal posicionamiento defensivo llegó la jugada del penalti.

Pana, delantero centro del Langreo que llevó por la calle de la amargura a nuestros centrales a lo largo de casi toda la primera parte, recibía un balón en profundidad a muchos metros todavía del área y se plantaba delante de Cacharron con una facilidad pasmosa.

Soto, que llegaba por detrás, le derriba con claridad y la señalización de la pena máxima no tenía duda alguna.
Durante unos segundos este atribulado bloguero literalmente tembló mientras el árbitro se dirigía al ex compostelanista con la mano metida en el bolsillo de las tarjetas.

"0-1 y con 10 todo el partido, me dije" completamente apesadumbrado. 

Pues no. Al final, ni roja supongo que por entender el "trencilla" que Soto intentó disputar el balón en el lance que acabó con el delantero asturiano en el suelo (de lo contrario la expulsión no tendría discusión) y tampoco ese 0-1 por la meritoria parada de un Cacharron que compensaba con esa acción varias de sus dudas de los partidos anteriores.

A pesar de que en esa primera parte el Pontevedra siguió muy inseguro atrás, el gran susto pareció espolear al equipo que empezó a dirigir el partido y a llegar con peligro al área contraria.

Apareció el que siempre aparece, Alex Glez, para penetrar por banda izquierda, rebasar con un precioso túnel a su par y enviar un centro medido al que casi nunca aparecía pero que ahora sí lo hace, Oier Calvillo, que remataba de cabeza y también con el alma ese balón para hacer el 1-0.

Es Alex González ese capitán corajudo y con barba de varios meses bajo cuyo mando no dudaría en acometer a una manada de orcos de cualquier libro de Tolkien con un simple escudo de cartón y un tirachinas. 
Cuando juega así, con velocidad, con chispa, con arrojo y con determinación, estaría incluso dispuesto este atribulado bloguero a prescindir del escudo y lanzarme contra esos bichos con ese solitario tirachinas.

Por contra, es Oier Calvillo ese exquisito tirador de esgrima perfectamente afeitado cuya calidad nadie discute pero que por unas razones u otras solo exhibe a dosis muy reducidas y espaciadas en el tiempo.
Frente al Langreo estuvo bien, logró marcar, estar en varias ocasiones más y alcanzar esa regularidad en el partido que tanto echamos de veces otras veces.

Ojalá siga así el navarro porque cada vez menos gente duda ya que en sus piernas esconde grandes raciones de fútbol. 

No mucho tiempo después del 1-0, Román agarraba un balón en la frontal del área, algo escorado, para soltar un zapatazo descomunal que enviaba la pelota a la escuadra y colocaba la tranquilidad del 2-0.

Estuvo el chaval del 19 años el otro día realmente acertado. No ya por ese bonito gol que es el primero que mete en Liga sino por su trabajo de recuperación y trabajo en el centro del campo que se hace muy necesario para el equipo.

Y llegó el tercero al filo de la media hora marcado en posición dudosa por Rufo y todo parecía ya finiquitado tanto en Pasarón como en As Eiroas.

Porque al mismo tiempo que llegaban los goles granates que compensaban sus imprecisiones defensivas, llegaban también grandes noticias desde Carballo. El Bergantiños ya ganaba 2-0 y el U. Adarve jugaba con 10.

Todo perfecto.

La primera piedrecilla en el camino llegó, no obstante, antes del descanso.

Otra espalda ganada por el Langreo en nuestra banda izquierda defensiva y otro centro al corazón del área en el que no aparecen los centrales y el lateral derecho, Seoane (que ya había evitado un gol minutos antes en una acción similar), no tiene tiempo de llegar esta vez para evitar el gol visitante.

Todo seguía, a pesar de ese tanto asturiano, completamente de cara y Pasaron que volvió a mostrar un buen aspecto respiraba felicidad por los cuatro costados al ver a su equipo otra vez líder de la competición.

El inicio de la segunda parte se pareció al de la primera en el mayor empuje del equipo rival si bien no logró crear las ocasiones tan peligrosas de los primeros minutos del choque.

Además, el Pontevedra logró rehacerse a una reanudación algo pausada y pronto tomó, esta vez sí, el dominio de la situación sin sufrir tanto atrás como en el primer tiempo.

Fue en ese tramo del partido en el que se debió sentenciar completamente la contienda si se hubiese tenido un mínimo de acierto ante la portería rival, ese acierto que sí se tuvo en los primeros 45 minutos.

Alex Glez seguía entrando por banda izquierda y le otorgó otro balón de oro a Oier que está vez mandó fuera el navarro.

Brais tuvo otra muy clara; el propio Oier pudo marcar con un izquierdazo precioso desde la frontal repelido en espectacular parada por el portero... pero el cuarto no llegó y lo que sí lo hizo fue el segundo del Langreo en una acción en la que volvimos a pecar de falta de contundencia.

La jugada asturiana volvió a nacer por su banda derecha de ataque y el centro fue rematado de cabeza en el corazón del área pequeña por un punta rival para ponernos el corazón en un puño.

Parecía mentira que después de ir por delante con tres goles de margen el equipo tendría que acabar sufriendo pero así es este equipo y esta entidad y, además, si no fuera así es que no sería ni este equipo ni esta entidad.

Y la verdad es que ese sufrimiento de los últimos diez minutos más prolongación llegó más por lo mucho, lo muchísimo que había en juego, que por el peligro real que el Langreo creó en ese tramo postrero del choque.

Lo vimos tan resuelto y tan asegurado que con ese 3-2 se nos aparecieron a casi todos viejos fantasmas del pasado y eso que aún en el hipotético caso de que su hubiera producido el empate, el Pontevedra CF habría continuado de líder y dependiendo de él mismo. Pero psicológicamente habría sido duro.

Esos minutos pasaron, insisto, con la incertidumbre del resultado pero sin que el Langreo consiguiera llegar con verdadero peligro a Cacharron y el partido llegó a su fin con la victoria y con el destensamiento muscular de buena parte de los aficionados granates que pudimos echarnos para atrás en nuestras butacas con esa sensación de alivio y alegría por el triunfo.

El desenlace de la jornada 33 del campeonato supone un espaldarazo muy importante para nuestras aspiraciones.

Hemos dado un auténtico paso de gigante para lograr el ascenso e incluso nos valdrían 7 puntos de 9 siempre que el Adarve no logre los 9 y supere los 12 goles que le llevamos en el coeficiente general, lo que resulta quimérico con tan solo 3 partidos en juego.

Ahora bien, las emboscadas pueden gestarse en cualquier recodo del camino, en cualquiera.

Eso incluye el campo del U.Ceares por mucho que el admirable equipo asturiano lleve descendido varias jornadas y acumule goleadas en contra en sus últimos partidos.

Antes de dichas goleadas, no hace tanto tiempo y cuando su situación ya no tenía solución, fueron capaces de vencer al R.Avilés por un tanto a cero. 

No puede haber mejor aviso que ese para que el Pontevedra CF salga el Sábado a ese campo sabiendo que para ganar cualquier partido hay que ponerlo todo desde el comienzo porque enfrente se encontrarán a unos compañeros de profesión con el orgullo y la humildad suficiente como para competir lo mejor que puedan.

El Pontevedra debe afrontar el partido como lo que es. 

Otra final decisiva para conseguir el ascenso en la que habrá que poner el trabajo y el fútbol necesario para dar otro paso gigantesco hacía la 1RFEF.

Animo equipo¡. Estamos muy cerca¡¡.  

  


 
        

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