martes, 20 de septiembre de 2022

Personalidad a raudales

De la rueda de prensa ofrecida el pasado Viernes por Antonio Fernández me llamó la atención una frase pronunciada por el técnico granate.

"Lo que quiero es un equipo con personalidad". No sé si la dijo exactamente así pero el mensaje era diáfano. El Pontevedra CF debía intentar por todos los medios ser él mismo en Riazor. Debía tratar de imponer su estilo el mayor tiempo de juego. Necesitaba, en definitiva, abstraerse lo más posible del magnífico ambiente que iba a rodear el choque y no descomponerse en ningún momento.

Y lo cierto es que el equipo consiguió mostrar su ADN durante casi todos los minutos del partido. Logró competir con sus armas de tú a tú contra uno de los mejores rivales del grupo I y enseñó esa personalidad que le pedía su entrenador en la previa y que tan importante resultaba para salir bien librados del lance.

En la primera parte, el Deportivo interpretó o leyó algo mejor el encuentro y consiguió generar profundidad en varias ocasiones especialmente por nuestra banda izquierda defensiva, pero también por la derecha.    

Salió sin "9" fijo para tratar de explotar la forma de defender del Pontevedra bastante alejada de su portería e introdujo gente rápida para tratar de desconcertar las posiciones defensivas de los centrales granates.

Sin embargo, el Pontevedra logró achicar el agua que a veces se le colaba por las bandas sin demasiados problemas y las dos ocasiones con las que contó el Depor en la primera parte de verdadero peligro (una de ellas acabó en gol) estaban previamente anuladas por sendos fueras de juego.

En ningún momento el Pontevedra se aculó en su área grande y mantuvo el plan ya habitual de tratar de protegerse con la pelota y defender lo más lejos posible de Cortés y lo cierto es que lo consiguió casi siempre y esa sensación de peligro que sí tuvo el Deportivo en fases del primer tiempo en ningún caso desdibujó o desordenó al conjunto granate.

En ataque, es cierto, el Pontevedra apenas asomó en los primeros 45 minutos salvo en una acción de Rubio en banda derecha cuyo buen centro fue despejado por Mackay antes de que Charles pudiera cabecearlo a gol. 

No obstante, el equipo sí toco cada vez que pudo y logró acumular algunas posesiones largas que ayudaban a quitar electricidad a las acciones y ataques deportivistas.

La sensación que este atribulado bloguero tenía al descanso es que el partido había estado ciertamente parejo y a pesar de que el Depor sí había llevado algo más el peso, el Pontevedra había aguantado el envite con solvencia y llegado al intermedio con sus opciones intactas.

La segunda parte fue ya desde el inicio algo diferente.

Desde los primeros minutos el equipo se animó a estirarse algo más sobre el área rival y ya antes del gol de Brais, asistimos a algún acercamiento peligroso como uno protagonizado por Román que no encontró rematador en el corazón de la zona de castigo blanquiazul (el otro día verde).

Y llegó el gol tras el saque de un córner, sí tras un saque de esquina, en el que el más listo fue Brais Abelenda que pudo adelantarse al portero local tras dejada de cabeza de M.Román.

Quedaba más de media hora de partido y la pregunta a partir de ese momento era clara. Cómo íbamos a comportarnos a partir de ese instante? Seguiría el Pontevedra sin achicarse y sin sufrir demasiado en un feudo tan complicado?.

Y la respuesta llegó pronto. 

Sí, el Pontevedra mejoró todavía más tras su gol y cuajó una media hora de juego (hasta el empate) casi perfecta en la que fue mejor que el Deportivo (al que maniató de una manera notable) y al que pudo sentenciar si hubiera estado más listo y venenoso en un par de "contras" en las que Oier Calvillo, especialmente en la primera en la que tenía solo a Rufo para empujarla, hubiera estado más acertado.

Fue una media hora en la que el Pontevedra siguió sin recular y sin meterse debajo del larguero. Una media hora en la que fueron muchos los balones deportivistas mandados infructuosamente en largo ante el perfecto orden defensivo pontevedrés y una media hora en la que el equipo se comportó de la mejor manera en uno de los escenarios más complicados.

Llegaron los cambios lógicos tanto por el cansancio acumulado como por algunas tarjetas amarillas previas que sugerían cautela.

Borja Domínguez, por ejemplo, salió mucho mejor al campo que otros días.Sustituyó esta vez a Yelko y el balón que perdió por desatención en una zona más adelantada del campo, el mismo contribuyó a recuperarlo con una buena carrera hacia atrás compensando ese error. Ayudó en la circulación como lo venía haciendo Yelko e incluso envío un gran balón hacia la derecha (la segunda contra de la que se hablaba antes) para Oier que no fue capaz de desequilibrar a su par.

De Oier ya se ha hablado antes. Este jugador no es el de otras épocas aquí en las que costaba verle aparecer y a veces pasaba desapercibido.

Desde el final de temporada pasada está adquiriendo regularidad y gustando a la gente pero ello no es óbice para comentar que en Riazor no estuvo afortunado. No por no participar, pues estuvo en las tres llegadas por banda derecha del Pontevedra más peligrosas tras el 0-1 (la última ya con el empate),  sino pro no finalizarlas bien sobre todo en esa primera en la que tenía solo, solísimo, a Rufo para empujar un 0-2 que podría haber resultado definitivo.

Otro de los relevos fue el de Gueye por un Alex que manifestaba ciertas muestras de cansancio. En la faceta ofensiva el cambio tenía sentido. El Depor se volcaba aunque sin acierto y la velocidad del senegalés podría ayudarnos para "cazarles" en un contraataque que pudiera resultar mortal.

En la defensiva ese cambio también tenía su riesgo. La ayudas del capitán a Araújo en defensa son constantes y muy necesarias a veces. En cambio, Gueye es un jugador más inexperto, más anárquico y quizá por ahí podrían llegar problemas.

El caso es que el Depor, como es lógico, también hizo sus cambios todos ellos de jugadores de renombre para la categoría entre los que se encontraba el verdadero "9" de la plantilla que no es otro que G. Santamaría.

Y no demasiado después de que no llegara la sentencia, llegó el empate a tres minutos del 90 en creo la única vez en todo el segundo tiempo en el que el Deportivo pudo filtrar un balón peligroso al interior de nuestro área por el lazo izquierdo.

A partir de ahí el guión no extrañó a nadie porque es más viejo que el propio fútbol.

El equipo en teoría llamado a ser superior con su numerosa y apasionada hinchada empata un partido que se le escapaba por momentos y cuyo rival no pudo finiquitar. Tocaba arrebato, ataque total y tratar de vencer por "aplastamiento". 

A ello ayudó una prolongación extrañamente alta (6 minutos) y otro minuto de gracia otorgado por el árbitro no se sabe muy bien el motivo.

Esos diez minutos sí que el Pontevedra tuvo que venirse más atrás. Si que fueron minutos en los que existió un claro riesgo de regresar sin nada a nuestra ciudad y en los que se miraba el reloj constantemente. 

Ahora bien, a pesar de que algún balón merodeó el área granate con peligro y hubo que despejarlo a trompicones y algo de agobio, el Pontevedra consiguió que Cortés siguiera sin tener que realizar parada de mérito alguno y sobrevivió a ese arreón final del Deportivo completamente en pié y consiguiendo un punto que se ganó a pulso sobre el césped y que incluso dejó a algunos con un sabor agridulce tras ver tan cerca la victoria.

En esos minutos de empuje local destacó especialmente a la hora de tener firmeza y arengar a sus compañeros un David Soto que completó un extraordinario partido y que se mostró en todo momento entero ante los ataques del Depor. 

Román volvió a brillar y a poner de manifiesto que sería una "tragedia deportiva" que se fuera la temporada que viene de aquí sin dejar un mísero euro en la caja, aquellos que tienen responsabilidad en esta cuestión deben trabajar y hacer todo lo posible para que ello no se produzca pues es un lujo que no nos deberíamos poder permitir.

Mención aparte merece la afición granate desplazada a Riazor y que ofreció  en todo momento su apoyo a un equipo que esta vez estuvo a la altura de su gente.

¿Qué es lo que puede estar fallando para que un equipo que es capaz de movilizar a casi 1000 aficionados para ir a A Coruña no cuente la mayor parte de las veces con más colorido en las gradas cada vez que juega en casa y más viniendo de un ascenso y con lo bien que se ha empezado esta campana?

El día del debut parecía que esto podía cambiar pero ya contra el Talavera el ambiente en el campo volvió a menguar de manera importante.

Si el Pontevedra CF sigue latiendo en el corazón de tantos aficionados. Si sigue habiendo mucha gente pendiente del resultado del "Pontevedriña" cada fin de semana. Por qué luego ello no se refleja como nos gustaría en Pasarón?

Ese es otro motivo de reflexión para este Consejo de Administración y en especial para la cúpula del mismo.

No creo que los hagan (reflexionar sobre ello, digo) pero deberían hacerlo con urgencia.  


     

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