martes, 4 de abril de 2023

Si hay que morir que sea matando.

Hace muchos años la tercera división en importancia del fútbol patrio llegó a ser durante una temporada todavía más exclusiva que la 1RFEF actual.

Transcurría el año 1986 y la ya extinta segunda división B afrontaría esa temporada, la 86/87, con un solo grupo formado por 22 equipos.

El Pontevedra CF logró disputar esta categoría tras beneficiarse de los problemas financieros que provocaron el descenso administrativo tanto de Deportivo Alavés como de Palencia CF.

Así, cuando en principio resultaba obligatorio el año anterior quedar entre los 7 primeros para acceder a la 2ºB de un grupo, el equipo granate logró no bajar un escalón alcanzando la novena posición y ver como las dos escuadras citadas eran excluidas en los despachos por motivos económicos. Si bien los problemas del Alavés eran bien conocidos desde más atrás y su posible eliminación un secreto a voces, el descenso administrativo del Palencia se decidió a última hora (creo incluso que después de terminada la Liga) y la sorpresa y alegría para el Pontevedra fue mayúscula.

En aquellos tiempos el Pontevedra CF (es cierto que a través de unos dispendios monetarios que se acusaron en los años siguientes) competía en la categoría con el objetivo de estar arriba y pelear siempre por subir a segunda división.

De hecho, aquel año en el que ascendían cuatro equipos, los granates acabaron sextos y durante algún tramo de la campaña acariciaron la posibilidad de meterse entre los mejores.

Otro de los equipos que disputaron aquella Liga de 22 era el Córdoba CF que terminaría noveno.

El partido jugado en Pontevedra entre ambos conjuntos fue poco después de comenzar la segunda vuelta allá por el mes de Febrero de 1987.

En nuestra plantilla todavía figuraban futbolistas con los que habíamos ascendido en el 84 y que pueblan mis primeros recuerdos como socio granate. Milucho, Churruca, el gran central Tapia, el fino Dominguitos, Cal , Collazo...

Estos hombres (que junto a otros que aquel año ya no estaban forman mis primeros pilares fuertes de memoria granate vivida "in situ" y no a través de libros o tradición oral) se mezclaban con otros que llegaron después y que dejaron buen recuerdo sobre el césped de Pasarón como Fontán, un jovencísimo Aranguren que sería traspasado pronto tras una gran campaña bajo palos, otro "casi niño" Javi Prieto que no pararía de crecer en el futuro, Guisande (cuyo hijo jugó hasta hace poco en el filial) y por supuesto dos de mis referentes "ochenteros", Miguel Soro y el inolvidable y talentoso Fernando Nuñez.

En aquel partido jugado hace ya 34 años el Pontevedra venció a los cordobeses y lo hizo, curiosamente, por dos goles a cero.

Veinte años después de aquel encuentro llegó otro todavía más importante y que tenía como rival también a los blanquiverdes.

Era 2007 y se jugaba la vuelta de la primera eliminatoria de ascenso a 2ªB. 

Tras empatar sin goles en El Arcángel, el Pontevedra afrontaba la vuelta en casa con el sano objetivo de eliminar al equipo más poderoso económicamente de la categoría de bronce que había quedado sorprendentemente cuarto en su grupo.

Al cuarto de hora la euforia se disparó en un vetusto que ya empezaba a dejar de serlo por contar con algún fondo ya reformado. Con un gol en propia puerta y otro de Victor Ormazabal el Pontevedra se colocaba 2-0.

Los mazazos llegaron antes del descanso en forma de dos goles de Asen para los andaluces que gracias al valor doble de los goles fuera les otorgaban la ventaja en la eliminatoria.  

La segunda parte fue angustiosa. Se intentó, se peleó pero no se logró mover de nuevo el marcador y las ilusiones que ya habían recibido un golpe durísimo un año antes volvían a caer destrozadas por el suelo.

Hace dos días, ya sentado con mi hijo en la grada de Tribuna de Pasarón, comentaba con él estas anécdotas mientras los jugadores hacían sus ejercicios de calentamiento.

Estaba a punto de empezar otro partido vital cuyo resultado determinaría si el enfermo seguiría grave en la UCI o si esa gravedad alcanzaría un grado más importante susceptible de un respirador externo.

Cuando el Pontevedra combinó bien en tres cuartos y el balón llegó a esa zurda de Alex González para ser estampado en gol de bella factura en las redes cordobesistas, el corazón dio ese vuelco de alegría, emoción y alivio que producen los goles de los días grandes, esos días en los que matas o te matan, esas jornadas en las que no hay ya más argumento que la victoria.

Claro que cuando minutos después Charles protagonizó un pase de fantasía hacia el propio capitán y este encaró al portero para batirle con la contundencia que tantas veces le hemos reclamado al equipo ante la meta contraria, ese alivio coronario se multiplicó por dos y la emoción de este atribulado bloguero subió casi hasta los mismísimos ojos en la que encontró el dique de contención de mi hijo Javier pues no estaba la cosa para que pensara que su padre está como las "maracas de Machín".

Con esa lógica aplastante de los menores (que quizá tuve yo en su día en aquel lejano día del 87) fue precisamente Javier quien me recordó tras las ocasiones claras de Márquez y Willy para el Córdoba que bueno sería no repetir los errores de 2007 y aguantar la ventaja confortable hasta el descanso.

El equipo así lo hizo tras jugar una muy buena primera parte en ataque en la que se exhibió un buen porcentaje de acierto ante el gol, criterio a la hora de mover con sentido el balón en medio campo y otra vez peligro en la pelota parada a favor.

También se volvieron a cometer algunas imprecisiones defensivas que dieron lugar a esas dos ocasiones muy claras del rival pero no sería justo no recordar que el Córdoba por muy grande que sea el bache por el que atraviesa, que lo es, cuenta con jugadores muy importantes para la categoría en ataque y que en algún momento se tenía que notar.

En el descanso recordé el cercano partido del Linares y esa sensación de nervios que noté en el equipo desde el principio del segundo tiempo aún contando con dos goles de ventaja.

A diferencia del partido disputado contra los jienenses, el Pontevedra dio una versión algo más segura y aplomada al comienzo del segundo tiempo.

Pudo incluso el equipo alternar el dominio lógico visitante con alguna posesión larga en campo rival que contribuyó a desgastar al Córdoba y en líneas generales el equipo transmitió bastante más clama que hace 15 días.

Es verdad que ante la necesidad de dar un paso adelante de los cordobeses y el cansancio granate cuyos jugadores corrieron mucho en la primera mitad, el partido se fue inclinando hacia nuestro campo pero salvo una jugada desafortunada que acabó con el balón pegando en un poste y el error más claro en defensa del Pontevedra entre Churre y Bastos que posibilitó la opción más clara para recortar del Córdoba, la única parada de mérito de Cortés llegó en el último minuto del descuento.

Al margen del partido extraordinario de un Alex González que sigue acelerando nuestras pulsaciones con cada cabalgada y que metió dos goles que pudieron ser hasta cuatro, destacó en medio campo Borja Domínguez.

Ya en los últimos partidos Borja había aportado calidad y criterio al juego pero el pasado Domingo completó su mejor actuación desde que volvió manejando al equipo a su antojo, acertando en la gran mayoría de sus envíos tanto en corto como en largo y ayudando en el balón parado tanto a favor (sacando bien faltas o corners) como en contra, despejando muchas de las pelota enviadas sobre nuestro área.

Estos dos jugadores fueron quizá los mejores dentro del buen tono general de equipo con un Bastos incansable que desahogó el equipo al final con carreras en ataque de mérito, un Brais trabajador y eficiente a pesar de jugar gran parte del partido en banda derecha por la decisión de Señor de colocar por el medio a Robles junto a Román y Borja o un sobrio Seoane que aguantó la exigencia del partido sin (por lo menos aparentemente) dar muestras de un cansancio excesivo.

Me encantó igualmente la conexión del público con el equipo. No sé si éramos 1900 (la impresión visual es que había más gente) pero fuésemos los que fuésemos, el ambiente fue maravilloso, el apoyo incuestionable y la presión al rival y al árbitro notable. 

Por contra, por lo menos al que esto escribe, le preocupan sobre todo dos cosas.

Que Gonzalo Bueno todavía no esté para ayudar cuando hemos entrado ya en el mes de Abril por lo que las preguntas acerca del porqué de su fichaje resultan inevitables y todavía más el "asunto Yelko".

El fino centrocampista salió unos minutos en Ferrol para forzar la quinta amarilla porque al parecer debía descansar un par de semanas.

Y son 6 los partidos que se ha perdido y algunas frases vertidas por Señor en la rueda de prensa previa al partido hacen sospechar que algo pasa con este tema y que arreglarlo sería muy importante para el equipo.

Ni que decir tiene lo bien que nos habría venido la presencia de Pino en el último tramo del choque ante el Córdoba para templar un poco, mantener a veces la pelota e incluso enlazar con Brais o Alex alguna contra mortal.

El fichaje de Señor está funcionando. Se han logrado los 9 puntos de 9 en casa y fuera se ha estado cerca de puntuar las dos veces.

Ahora, ese cerca de puntuar ya no es suficiente

Necesitamos lograr algo a domicilio y a pesar de que el próximo desplazamiento no es precísamente el más indicado para ello, el equipo no debe renunciar a hacer un gran partido y quemar sus naves en ese campo de tan mal recuerdo para nosotros que es el de Alcorcón.

No estará Charles por amarillas y Rufo sigue tocado.

No será fácil, evidentemente, pero lo que está en nuestras manos es hacer un gran partido, el mejor que podamos desarrollar.

Luego ya se verá.

 

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