lunes, 28 de enero de 2019

Un vals clásico entre mucho rock and roll y algunas canciones lentas

Nunca he sido de esos que aprovechaban los sábados noche para "lanzarse a la pista" y dejarse llevar por los efluvios de la música.
O al menos no lo fui en público pues debo confesar que en algunas ocasiones hace ya muchos más años de los que me gustaría me he sorprendido en la soledad de mi casa moviendo el esqueleto cual Tom Cruise en Risky Business aunque eso sí con unas piernas menos torneadas y un estilo mucho más macarrónico y vergonzante que el prolífico actor norteamericano.

Sin embargo, como decía, fuera de las paredes de mi agradecido (en mi ausencia) apartamento jamás he sido capaz de soltar todo ese absurdo sentido del ridículo y sentir la música como es debido en presencia de otros semejantes. 
Prefería, en cambio, sentarme en cualquier esquina de un bar o pub con un par de amigos tan zoquetes como yo y vaciar vasos de tubo con brebajes que harían enmudecer al mismísimo Humprey Bogart en "La reina de Afríca" mientras pasaban las horas sin que las diferentes propuestas para arreglar el mundo que un servidor y su compañía poníamos sobre la mesa alcanzasen nunca la más mínima posibilidad práctica.
Lo anterior no impedía, no obstante, que disfrutase al observar a verdaderos talentos del "bailongo" sabatino dejarse el sudor y el alma siguiendo el compás de canciones de los más variados estilos.

Siguiendo la terminología de la danza, ayer el Pontevedra CF se movió al ritmo de diferentes bailes a lo largo de los noventa minutos. 
El que más sobresalió en la primera parte fue el rock and roll. 

Ese ritmo rápido y apasionante trenzado a base de robos de balón y transiciones rápidas encontraba en las cabalgadas de Javi Pazos por la derecha, Alex Glez por la izquierda y Kevin Presa por el centro su mejor expresión. 
Claro que para que se generase esa subida de decibelios, ese "acelerón" coronario que provoca siempre esta clase de baile, tiene que existir alguien que coloque la aguja en el disco y haga sonar la melodía. 
Ese protagonista inicial, ese generador del frenesí de sus compañeros casi siempre era Manuel Romay. 
Previamente a conectar el aparato y provocar que sus compañeros empezaran a moverse cual Travolta y Newton John en Grease, el de Malpica se lanzaba a bailar su vals y mecer la pelota para colocarla en las mejores condiciones posibles para que los demás la convirtieran en rock. 

Sólo el escaso acierto ayer ante el gol de Javi, Kevin o Alex permitieron que el partido no se hubiera decidido antes del descanso pero esos pasos de vals entre tanta velocidad y cruce de piernas rockeras merecieron mucho la pena y alegraron la mirada de este atribulado bloguero.

Es cierto que el rival pudo hacer daño en dos ocasiones. En la segunda de ellas Edu estuvo donde casi siempre, es decir, en su sitio para abortar el peligro y en la primera (que recordó al segundo gol del Fabril aquí esta misma temporada) un delantero amarillo desbarató con su desacierto una acción en la que la relajación defensiva pontevedresa fue exagerada.

Entre ocasión y ocasión fallada; entre rock and roll y rock and roll protagonizado por Pazos, Kevin o Alex que siempre encontraban el error excesivo a la hora de definir, llegó el gol a balón parado tras falta sacada por Alex y cabezazo certero de Alberto Campillo huérfano de cualquier marca defensiva.

De vez en cuando volvía a sonar el vals y Romay paraba un poquito el tiempo acariciando el cuero pero enseguida los muchos espacios dejados por el Navalcarnero y explotados por el Pontevedra nos transportaban de nuevo al mundo de los Stones.

Con el descanso llegó la calma y más a Tribuna, grada a la que ya hace tiempo no llega el sonido de la megafonía del estadio.

Más esa calma se prolongó durante más tiempo una vez comenzada la segunda parte. 

Y esta vez no por el hecho de que Romay impartiera una nueva clase de vals vienés sino porque el Pontevedra salió dormido,a ritmo de balada lenta a más no poder y a que además el rival entendió que liar el partido podía ser la mejor receta para equilibrar el duelo. 
Se sucedieron diez o doce minutos de brusquedades que no interesaban en absoluto a un Pontevedra al que tampoco pareció venir bien el cambio de sistema ordenado por Luismi que trasladó a Pazos a la punta de ataque junto a Arruabarrena mandando a la derecha a Romay para alinearse en un 4-4-2.

Todo cambió otra vez por dos causas. 

La primera fue el tremendo golpetazo contra la valla de fondo sur del delantero rival, Esnaider (hijo del que fuera jugador entre otros de Real, Atlético o Zaragoza) que tuvo parado el partido durante varios minutos (por suerte, no pasó a mayores el percance para el bravo jugador amarillo) y la segunda la rectificación de Luismi que con su primer cambio (Pibe por Arrubarrena) volvió a su 4-2-3-1 inicial que pareció asentar otra vez el juego granate.

Fue más o menos en ese momento cuando volvió a sonar el vals interpretado maravillosamente por Romay. 
Giros, regates en corto, pases medidos volvieron al juego del Pontevedra pero esta vez sin la electricidad del rock and roll posterior pues el equipo no se abalanzó tanto sobre el área madrileña.

Llegó el 2-0, otra vez a balón parado, marcado por Berrocal tras falta bien botada por Pibe y el partido duró a partir de ese instante lo que duró la música del vals de Malpica. 
Eso sí, con el segundo cambio y el debut de Borja Domínguez (sustituyó a un muy activo Kevin Presa que está apercibido de suspensión), Romay pareció encontrar esa pareja de baile que le permitía bailar un rato sin abrazar al aire y en algunos momentos conectaron en el campo dando los primeros esbozos de lo que esa "sociedad" puede aportar sobre el césped.

Eso sí, en los últimos quince minutos ya no hubo ni vals, ni rock and roll sino solo otra vez esas baladas lentas pero aburridas que sumieron al Pontevedra en una relajación a mi juicio excesiva y permitieron al Navalcarnero coquetear con la posibilidad de hacer un tanto que les metiese en el partido de la mano de un Joaquín ( que se incorporó en la segunda parte) tan peligroso como marrullero y "buscabullas" en el verde.

Fue en ese momento en el que volvió a aparecer ese que guarda los palos de nuestra portería para rechazar en extraordinaria intervención un gran lanzamiento de un defensa contrario que quería colarse por el ángulo.
Ya casi sin tiempo para nada el Navalcarnero volvió a tener otra muy buena que entre Edu y Castro se encargaron de desbaratar.

Al final, con el silbido final del colegiado al que le sobraron algunas tarjetas ( por cierto, una de ellas la quinta de Victor Vázquez "Churre) el Pontevedra se lazaba con un triunfo que mereció y que necesitaba para regresar tras dos jornadas a la senada de la victoria.

Fue muy superior en la primera mitad pero falló demasiado en el remate y no fue tan arrollador tras el descanso aunque nunca perdió el control del choque.

Después de esta jornada estamos sextos a un sólo punto del tercer clasificado y con un desplazamiento en vistas a Valladolid.

Si se confirma el ciclo de cinco amarillas no estará "Churre" aunque sí Adríán León.
En los Anexos de Zorrila hemos obtenido dos triunfos en las tres últimas temporadas incluyendo la última vez en 2015 en la que fuimos capaces de remontar un resultado adverso fuera.

Por cierto, con la victoria de ayer el Pontevedra sigue con la estadística de haber ganado todos los partidos esta Liga en los que se ha puesto por delante (este dato muy positivo va en homenaje a los que dicen que este atribulado bloguero solo reseña los datos negativos).

El partido en Pucela ya se jugará en Febrero y por ello ya debería estar en plantilla ese jugador que vendrá a sustituir a Javi López.




  
       





     

No hay comentarios:

Publicar un comentario