martes, 23 de octubre de 2018

Puro, coñac y dolor de cuello

Hubo un tiempo en el que la retransmisión televisiva de los partidos de fútbol no era el pan de todos los días para los futboleros de nuestro país.
El "pagar por ver" todavía era una quimera y los aficionados se contentaban con degustar desde sus hogares un partido de primera cada jornada (Sábados o Domingos al caer la tarde)  y algunos partidos de competiciones europeas que los equipos españoles disputaban entre semana y a la Selección de vez en cuando.

En aquella época en la que el fútbol modesto no era todavía tan vilipendiado, ninguneado y hasta olvidado como lo es ahora, acudir a presenciar "in situ" el partido del equipo de tu pueblo o ciudad era para mucha gente una de las pocas posibilidades de vivir el fútbol cada semana.

Eran tiempos de transistores sin auriculares y de rifas al descanso con marcador "instantáneo" incluido patrocinado por firmas publicitarias de la comarca.
Partidos en los que al mismo tiempo en que los espectadores veían como Tapia sacaba con elegancia un balón desde atrás o José Emilio centraba con su "guante" desde la izquierda, acababan también desde las gradas laterales con dolor de cuello por consultar en aquellas tablas rústicas del marcador instaladas en el fondo Norte si había marcado el Madrid, el Barca o cualquier otro equipo de Primera División.
Como olvidar la cara de funeral que se le ponía a mi padre cada vez que encajaba el Athletic Club de Bilbao o la sonrisa que me invadía si el que lo hacía era el otro equipo atlético rojiblanco.

Eran partidos con sabor a pipa en el que existía el riesgo de quedar ahumado por el humo de un kilométrico puro si el espectador de mi derecha compartía la costumbre de mi "viejo" ( a la izquierda) de fumarse uno de esos habanos interminables.
O de apretar la nariz cada vez que los efluvios de un viejo coñac servido en vaso de plástico llegaba a mis (por aquellos tiempos) tiernos conductos olfativos; de acudir en el descanso a vaciar la vejiga a los urinarios del estadio para poner todavía más a prueba a esos conductos recién mencionados o de volver a casa ya caída la noche pensando en el examen de matemáticas del día siguiente con la ilusión de una victoria granate o con la desazón de una derrota que se unía a mi incapacidad para entender  de ecuaciones, polinomios y demás jeroglíficos inescrutables.

Años más tarde llegó primero el canal plus con el partido de pago a principios de los noventa y luego el "pay per view que daba la posibilidad de ver cualquier partido de primera en tu propia casa o en cualquier bar o cafetería aunque los horarios se mantenían más o menos estables sin abarcar absolutamente todas las franjas horarias de Sábado y Domingo.

Hoy en día esa "contención horaria" hace tiempo que ha desaparecido y a la LFP y al 99% del entorno del fútbol le importa menos que nada el daño que se le hace a los equipos no pertenecientes al fútbol "profesional" tamaño disparate televisivo.

La jornada del próximo fin de semana es otro ejemplo del completo desprecio que por el fútbol de élite se tiene por las categorías más modestas con la fijación del clásico (otrora derby, denominación apartada de los Barca- Madrid o viceversa por los puristas del lenguaje, esos mismos que censuran decir "rechace" por que debe decirse "rechazo") para el Domingo a las 16,15 h.

A pesar de que este atribulado bloguero (y con él bastantes aficionados granates) habría acudido puntual a su cita con Pasarón si el Consejo de Administración no hubiera decidido cambiar la hora habitual de los partidos en casa, he de reconocer que resulta lógico variar esa hora de comienzo pues desde hace tiempo la asistencia al campo no es demasiado alentadora y podría resultar todavía más desangelado Pasarón si a alguno "de los de siempre" se le da por claudicar esta vez ante el apasionante clásico y dejar vacía su butaca a la ribera del Lérez.

Por ello, me parece razonable en esta ocasión no jugar el Domingo a las cinco no por plegarse a las exigencias de este fútbol de primera cada vez más corrosivo con las necesidades de los modestos sino por intentar no contribuir a que el ambiente para el Pontevedra CF en su propia casa no sea una mera anécdota.

A partir de ahí se podría entrar a discutir si en vez de las seis y media de la tarde del Domingo (hora fijada para el choque contra el Salamanca Cf. UDS) se podría haber elegido la tarde noche del Sábado pero lo cierto es que competir a día de hoy con un Barca- Madrid es prácticamente imposible salvo para algunos enfermos que iríamos a Pasarón hasta el mismo día y hora en que se jugase la final de un Mundial sean quienes fueran los participantes en ella.

A este choque frente al Salamanca acudirá el Pontevedra CF tras lograr la segunda victoria consecutiva fuera de casa al vencer y hacerlo con justicia al Real Burgos gracias a un gol de Pedro Vázquez.
Toda victoria es importante pero esta contiene ese matiz ya citado de constituir la segunda victoria seguida a domicilio por lo que parece que como visitante el equipo va arreglando los tremendos problemas que hace tiempo sostenía y está en camino de desterrar esa idea odiosa de que ganar fuera para nosotros suponía un acontecimiento extraordinario.
Además, por cuarta jornada consecutiva se ha conseguido mantener la portería a cero lo que trasluce la seguridad que el equipo en su conjunto está adquiriendo a la hora de defender constituyendo tal circunstancia una muy buena noticia.

Desafortunadamente ( y a pesar de que el trabajo defensivo es de todos y no solo de la retaguardia) las expulsiones de León y David Castro (esta pendiente de recurso pero con pocas posibilidades de prosperar) provocarán la necesidad de nuevo de cambiar piezas en la defensa y es de suponer que ya a estas alturas Luismi Areda estará dándole vueltas a como recomponer aquella.

El Salamanca CF UDS llegará, por contra, abajo en la tabla y con el fuerte golpe de la derrota en casa ante el Rápido de Bouzas gracias al primer gol logrado por el equipo vigués en toda la temporada.

 Es de suponer que la confianza del rival no estará precisamente por las nubes y no estaría demás que el Pontevedra aplicara la misma receta que los rivales elaboraban contra nosotros en los tiempos en los que puntuar fuera nos era muy difícil y además la clasificación nos apretaba. 
Salida fuerte, tratar de marcar pronto y jugar con la desesperación del contrario, deberían ser los ingredientes de dicha receta.    
 
Llevamos demasiado tiempo sin ganar en casa y ya toca lograrlo siempre que no creamos que el rival vendrá aquí a extendernos la alfombra.

Ellos están mal, sí. 

Más deberá ser el Pontevedra quien se lo recuerde a base de entrega, concentración, empuje y esa determinación a la hora de ir a por el contrario que en ocasiones ha faltado en los partidos que llevamos en casa.



      

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